Cuentos Clásicos

Togo y el Miedo a las Inyecciones

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un cachorrito llamado Togo. Togo era un perrito tan adorable que parecía un peluche. Sus ojos eran grandes y brillantes, y su pelaje era suave y esponjoso. Vivía con su dueño, un niño llamado Darel, quien lo había adoptado cuando apenas era un bebé. Darel y Togo eran inseparables; juntos jugaban, corrían y exploraban los alrededores de su casa. Para Darel, Togo era más que una mascota, era su mejor amigo.

Un día, Darel notó que Togo se rascaba mucho y parecía incómodo. Preocupado, decidió llevarlo al veterinario para asegurarse de que todo estaba bien. Al llegar a la clínica, Togo comenzó a ponerse nervioso. Había muchos olores nuevos, otros animales y sonidos desconocidos que lo asustaban un poco. Darel lo sostuvo en sus brazos y le habló suavemente para calmarlo.

Finalmente, la veterinaria, la Dra. García, una mujer amable con gafas y una sonrisa cálida, los recibió en su consultorio. «Hola, Darel. ¿Cómo estás? Y este debe ser Togo», dijo mientras acariciaba suavemente al perrito.

«Hola, Dra. García. Sí, este es Togo. Ha estado rascándose mucho últimamente y quiero asegurarme de que está bien», explicó Darel.

La Dra. García examinó a Togo con cuidado. Después de unos minutos, dijo: «Parece que Togo tiene una leve infección de piel. Necesitará una inyección para ayudarlo a sentirse mejor y algunos medicamentos que podrás darle en casa.»

Al escuchar la palabra «inyección», Togo comenzó a temblar. Nunca había recibido una antes y el miedo se apoderó de él. Darel notó el temor en los ojos de su pequeño amigo y lo abrazó más fuerte. «Todo estará bien, Togo. Esto es para que te sientas mejor», le susurró.

La Dra. García preparó la inyección mientras Darel seguía consolando a Togo. «Será rápido y no dolerá mucho», aseguró la veterinaria. Pero cuando se acercó con la aguja, Togo, dominado por el miedo, soltó un gruñido y trató de morderla.

Darel, alarmado por la reacción de Togo, rápidamente intervino. «¡Togo, no! Está tratando de ayudarte», dijo con firmeza pero con cariño. La veterinaria retrocedió un poco y esperó a que Darel calmara a Togo.

«Lo siento mucho, Dra. García. Togo está muy asustado», se disculpó Darel.

«No te preocupes, Darel. Es normal que algunos animales se asusten con las inyecciones. Tal vez puedas sujetarlo mientras le hablo suavemente. Eso suele ayudar», sugirió la veterinaria.

Darel asintió y volvió a abrazar a Togo, hablándole en voz baja y tranquilizadora. La Dra. García se acercó nuevamente, esta vez más despacio, y mientras Darel mantenía a Togo calmado, logró administrar la inyección rápidamente. Togo soltó un pequeño gemido, pero pronto se dio cuenta de que no era tan malo como había pensado.

«¡Listo, Togo! Todo ha terminado. Fuiste muy valiente», dijo Darel con orgullo mientras acariciaba a su amigo.

La Dra. García sonrió y añadió: «Lo hiciste muy bien, Togo. Ahora te sentirás mucho mejor.»

De regreso a casa, Darel reflexionaba sobre lo ocurrido. Sabía que tarde o temprano, Togo necesitaría otra inyección, y quería encontrar una manera de ayudarlo a superar su miedo. Decidió investigar y hablar con otros dueños de mascotas para encontrar consejos y técnicas que pudieran ayudar a Togo.

Con el tiempo, llegó el día en que Togo necesitaba una segunda inyección. Darel había pasado semanas preparándolo, usando trucos y juegos para que asociara la clínica veterinaria con cosas positivas. Le daba sus golosinas favoritas y jugaban con sus juguetes preferidos justo antes de ir al veterinario.

Al llegar a la clínica, Togo todavía estaba nervioso, pero parecía más tranquilo que la vez anterior. Darel repitió el proceso de la última vez, sosteniendo a Togo y hablándole suavemente. Esta vez, la Dra. García también estaba preparada y se acercó con calma.

Cuando llegó el momento de la inyección, Togo temblaba un poco, pero no intentó morder. En lugar de eso, cerró los ojos y se quedó quieto mientras Darel lo tranquilizaba. La inyección fue rápida y casi indolora.

«¡Muy bien, Togo! ¡Lo lograste!», exclamó Darel, muy orgulloso de su valiente amigo. Togo movió la cola y lamió la cara de Darel, agradecido por su apoyo.

La Dra. García sonrió y dijo: «Has hecho un gran trabajo, Darel. Has ayudado a Togo a superar su miedo de manera maravillosa. Estoy muy impresionada.»

De regreso a casa, Darel se sentía feliz y aliviado. Sabía que, aunque Togo aún podría sentir un poco de miedo en el futuro, había aprendido que las inyecciones no eran algo terrible. Entendió que el amor y la paciencia podían ayudar a superar incluso los miedos más grandes.

Con el tiempo, Togo dejó de temerle a las visitas al veterinario. Sabía que Darel siempre estaría a su lado, y eso le daba la confianza que necesitaba para enfrentar cualquier cosa. Juntos, continuaron disfrutando de sus aventuras y su amistad, sabiendo que podían superar cualquier desafío si estaban juntos.

Y así, Togo y Darel vivieron felices, aprendiendo que con amor, comprensión y paciencia, podían enfrentar cualquier miedo y salir fortalecidos de cada experiencia.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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