Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas y frondosos bosques, una niña llamada Emily. Era una niña curiosa y valiente, con grandes sueños y una imaginación desbordante. A menudo se sentaba en la colina más alta del pueblo, mirando hacia el horizonte y soñando con tierras lejanas y misteriosas. A su alrededor, su fiel amigo, un pequeño zorro llamado Rufi, la acompañaba en sus aventuras diarias.
Un día, mientras Emily y Rufi exploraban el bosque, encontraron un mapa antiguo escondido dentro de un tronco de árbol. El mapa estaba cubierto de extraños símbolos y líneas sinuosas. Al principio, Emily pensó que era simplemente un juego, pero a medida que lo examinaba más de cerca, se dio cuenta de que marcaba un camino hacia un lugar llamado “Los Jardines de los Sueños”. La curiosidad de Emily no pudo resistir la tentación, así que decidió que tenían que seguir el mapa.
– ¿Dónde crees que nos llevará? – preguntó Rufi, moviendo su colita nerviosamente.
– No lo sé, pero tengo un presentimiento de que será una gran aventura – respondió Emily, con una sonrisa llena de emoción.
Así que, con el mapa en mano, comenzaron a seguir las líneas que dibujaban senderos en el papel. Los árboles parecían susurrar secretos mientras avanzaban, y las flores del camino danzaban al ritmo de una brisa suave. Después de caminar un buen rato, llegaron a un lugar donde el sol brillaba con más intensidad. Pero además de eso, vieron algo sorprendente: un puente de arcoíris que se extendía por encima de un gran lago resplandeciente.
Emily se quedó mirada en el puente, y Rufi pareció asombrado.
– ¡Mira, Rufi! – exclamó Emily ligeramente asustada pero emocionada – ¡Un puente de arcoíris! ¿Qué crees que hay al otro lado?
– Podría ser un lugar mágico, o quizás un mundo lleno de criaturas fantásticas – respondió Rufi, imaginando en su pequeña cabeza.
Sin dudarlo, Emily decidió cruzar el puente. Cada paso que daba sobre las brillantes bandas de colores hacía que su corazón latiera con más fuerza. De repente, cuando llegaron al medio del puente, un destello de luz los envolvió y, cuando abrieron los ojos, se encontraron en un sitio completamente diferente.
Detrás de ellos, el puente de arcoíris había desaparecido. Estaban ahora en los Jardines de los Sueños. Allí, los árboles tenían hojas de diversos colores; los ríos fluían con agua que reflejaba todos los colores de la creación. Las flores cantaban dulces melodías y había mariposas que parecían vivir en este mundo de ensueño.
– ¡Increíble! – exclamó Emily mientras giraba en círculos de alegría.
De repente, un suave susurro salió de detrás de un arbusto, y de allí apareció un pequeño ser con alas brillantes, como si fueran hechas de cristal. Tenía una cara entrañable y una voz muy melodiosa.
– ¡Bienvenidos, viajeros! Soy Lila, la guardiana de este jardín – dijo el ser con una sonrisa amistosa. – He estado esperando que alguien como ustedes llegara.
– ¡Hola, Lila! – respondió Emily, emocionada. – Hemos seguido un mapa y, bueno, aquí estamos. Pero, ¿qué podemos hacer aquí? Este lugar es tan hermoso.
– Este es un lugar donde los sueños cobran vida – explicó Lila. – Cada uno de ustedes tiene un deseo oculto, y yo puedo ayudarles a hacerlo realidad. Pero deben tener fe y valentía.
Emily pensó por un momento. Cerró los ojos y recordó lo que más quería: conocer a su héroe favorito, una valiente aventurera que había viajado por todo el mundo. Rufi, a su lado, pensó en algo diferente. Él deseaba poder hablar con los animales del bosque y conocer sus secretos.
– ¿Lila, podrías ayudarme a conocer a mi heroína? – preguntó Emily con emoción.
– Y yo quiero hablar con los otros animales – añadió Rufi, moviendo su cola con entusiasmo.
Lila sonrió aún más al escuchar sus deseos, y con un suave movimiento de sus manos, un destello mágico envolvió a Emily y a Rufi. De repente, la escena cambió nuevamente. Se encontraron en una cueva brillante, donde varios animales de todas formas y tamaños estaban reunidos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.