En la Universidad Politécnica del Sudeste (UPSE), se tejían historias de amistad y aprendizaje, pero ninguna tan sorprendente como la que vivieron Belén, Coraima, José, Kevin y Brian, cinco estudiantes con destinos entrelazados por un misterio fascinante.
Belen, estudiante de biología marina, poseía una curiosidad insaciable por el mundo natural. Coraima, del programa de ingeniería, era conocida por su ingenio y habilidades para resolver problemas complejos. José, estudiante de literatura, siempre tenía la cabeza llena de historias y mundos lejanos. Kevin, del departamento de artes, veía el mundo a través de colores y formas, mientras que Brian, futuro psicólogo, tenía una empatía extraordinaria que lo hacía muy popular entre sus compañeros.
Un día, mientras exploraban una parte antigua y poco frecuentada del campus, el grupo descubrió una puerta oculta detrás de una enredadera. Era una puerta antigua, con inscripciones que ninguno podía descifrar. Movidos por la curiosidad, decidieron cruzarla. Lo que no sabían era que esa puerta era un portal a otro mundo.
Al otro lado, se encontraron en un bosque de árboles centelleantes y flores que brillaban como estrellas. El aire estaba impregnado de un aroma dulce y una música suave que parecía venir de las mismas plantas. Fascinados, empezaron a explorar, sin darse cuenta de que no estaban solos.
Pronto, se toparon con una criatura que parecía una mezcla entre un conejo y un ciervo, con grandes ojos sabios. Este ser, que se presentó como Lirio, les explicó que habían llegado al Reino de Aenigma, un mundo donde los desafíos académicos y personales de los visitantes se manifestaban en formas mágicas y pruebas.
Para regresar a su mundo, debían superar tres desafíos. El primero era el Laberinto de las Ideas, donde tendrían que encontrar la salida usando solo su conocimiento y creatividad. El segundo, el Valle de las Emociones, un lugar donde enfrentarían sus miedos y aprenderían a entender y manejar sus sentimientos. Por último, la Montaña de la Colaboración, donde solo trabajando juntos podrían alcanzar la cima.
En el Laberinto de las Ideas, cada pared estaba adornada con ecuaciones, citas literarias, obras de arte y teorías psicológicas. Trabajando juntos, cada uno aportó sus conocimientos y perspectivas únicas. Belén identificó patrones en la naturaleza representados en el laberinto, Coraima aplicó principios de ingeniería para deducir la ruta, José interpretó citas y mensajes ocultos en las paredes, Kevin usó su sentido del arte para navegar a través de ilusiones ópticas, y Brian ayudó a mantener al equipo centrado y motivado.
El Valle de las Emociones fue más desafiante. Cada uno enfrentó sus temores y dudas. Fantasmas del pasado, ansiedades del futuro y sombras de inseguridades personales se materializaron. Pero al compartir sus experiencias y apoyarse mutuamente, pudieron superar cada obstáculo, fortaleciendo su amistad y entendimiento.
Finalmente, llegaron a la Montaña de la Colaboración. Aquí, cada paso hacia arriba requería que trabajaran en perfecta armonía, utilizando todas las lecciones aprendidas. Cuando uno flaqueaba, los otros estaban ahí para ayudar. Con cada paso, su confianza y lazos se fortalecían.
Al llegar a la cima, se encontraron con una vista impresionante del Reino de Aenigma. Lirio apareció una vez más, felicitándolos por su valentía, colaboración y crecimiento personal. Les reveló que el Reino de Aenigma era un reflejo de su propio mundo, un lugar donde podían enfrentar y superar sus desafíos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.