Cuentos de Fantasía

La Tienda de Bromas de los Gemelos Scamander

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un mundo donde la magia florecía como las flores en primavera, dos gemelos, Hayden y Ryder Scamander, se preparaban para graduarse del colegio de magia y hechicería llamado Durmstrang. A sus dieciocho años, los gemelos eran conocidos por sus distintivas cabelleras pelirrojas y sus brillantes ojos azules. Aunque compartían un aspecto similar, sus personalidades eran tan diferentes como el día y la noche.

Hayden era el más reservado y calmado de los dos. Siempre pensaba dos veces antes de actuar y era conocido por su compasión hacia los demás. Por otro lado, Ryder era un bromista nato, lleno de ideas creativas y chistes que hacían reír a todos a su alrededor. A pesar de sus diferencias, ambos compartían un sueño: abrir una tienda de bromas, objetos mágicos y sortilegios que hiciera sonreír a la gente y le diera un toque de magia a sus vidas.

“Imagina cuántas risas podríamos traer a este mundo”, decía Ryder, mientras dibujaba diseños para sus productos en un viejo cuaderno. “Podríamos tener pociones que hagan estornudar a las personas de la risa o varitas que lancen chispas de colores.”

“Eso suena genial, pero también tenemos que pensar en la seguridad de los clientes”, respondía Hayden con una sonrisa. “No querríamos causar un desastre.”

Ambos estaban decididos a hacer de su sueño una realidad. Después de meses de arduo trabajo y preparación, finalmente lograron reunir suficiente dinero para abrir su tienda. La llamaron “La Tienda de Bromas Scamander”, y se ubicó en una esquina encantadora de la bulliciosa ciudad mágica de Arcania.

El día de la inauguración, la tienda estaba decorada con globos de colores y cintas brillantes. “¡Bienvenidos a La Tienda de Bromas Scamander! ¡Donde la risa es mágica!” gritó Ryder mientras abría las puertas. La gente comenzó a entrar, maravillándose de las coloridas mercancías que llenaban los estantes.

Sin embargo, a pesar de su entusiasmo, las cosas no salieron como habían planeado. El primer cliente que entró, un anciano con una larga barba blanca, compró una varita que, según Ryder, podía hacer desaparecer objetos. Al salir, decidió probarla en su sombrero, pero en vez de desaparecer, ¡el sombrero se convirtió en un pato de goma que graznaba!

El caos estalló en la tienda. La gente comenzó a reírse, pero también se asustó. “¿Qué está pasando?” preguntó Hayden, mientras intentaba calmar a la multitud. Ryder, sin embargo, solo podía reírse de la situación. “¡Es solo un pequeño truco, nada de qué preocuparse!” gritó, intentando recuperar el control.

A medida que más clientes entraban, los objetos comenzaron a comportarse de manera extraña. Un frasco de “Poción de Risa” estalló y cubrió a todos con burbujas, mientras que un sombrero volador comenzó a volar por la tienda. La situación se volvió caótica y pronto la gente comenzó a salir corriendo, gritando y riendo al mismo tiempo.

“¡Ryder, esto se está saliendo de control!” exclamó Hayden, mientras trataba de atrapar el sombrero volador. “Tenemos que hacer algo antes de que la tienda se convierta en un circo.”

“¡Está bien! Pero no te preocupes, tengo un plan,” dijo Ryder, su mirada brillando con picardía. “Vamos a hacer una poción que lo solucione todo. Necesitamos reunir todos los ingredientes necesarios.”

Los gemelos se pusieron a trabajar rápidamente. Conocían los secretos de la magia y, aunque Ryder era el más travieso, Hayden había aprendido mucho de su hermano a lo largo de los años. Juntos, comenzaron a mezclar ingredientes en un gran caldero detrás del mostrador.

“¿Qué necesitamos?” preguntó Hayden, mientras miraba la lista de ingredientes que había anotado.

“Necesitamos una pluma de un fénix para la alegría, un diente de dragón para la fuerza y un toque de polvo de estrellas para la magia,” respondió Ryder, mientras buscaba entre los estantes.

“¡Yo tengo la pluma! La encontré en el bosque mágico el otro día,” dijo Hayden, sacando una brillante pluma dorada de su bolsillo. Ryder sonrió. “Perfecto. Ahora, ¿dónde podemos encontrar un diente de dragón?”

“Creo que tenemos un amigo en la escuela que podría ayudarnos,” sugirió Hayden. “El dragón de Lira tiene algunos dientes que le han caído. Si le pedimos amablemente, tal vez nos dé uno.”

Ryder asintió y juntos, corrieron hacia el campo donde vivía Lira, una de sus compañeras de clase. Al llegar, encontraron a Lira jugando con su dragón, un majestuoso ser de escamas verdes brillantes.

“¡Lira!” llamaron los gemelos. “¿Podemos pedirte un favor?”

“Claro, ¿qué necesitan?” respondió Lira, sonriendo. “Si es por una buena razón, estoy dispuesta a ayudar.”

“Necesitamos un diente de dragón para una poción mágica. La tienda se ha vuelto un poco caótica,” explicó Hayden.

Lira se rió. “Siempre es divertido ver cómo los gemelos hacen de las suyas. ¡Un momento!” Se acercó al dragón y, con cuidado, sacó un diente que había caído al suelo. “Aquí tienen. Espero que puedan arreglarlo.”

Con el diente de dragón en mano, los gemelos regresaron a su tienda. Allí, continuaron con la preparación de su poción. “Ahora solo falta el polvo de estrellas,” dijo Ryder. “Pero no estoy seguro de cómo conseguirlo.”

“Recuerdo que en una clase de magia, el profesor nos habló sobre una estrella fugaz que pasa por aquí cada año. Si podemos capturar su polvo, sería perfecto,” sugirió Hayden.

Los gemelos esperaron pacientemente en la cima de una colina, mirando el cielo estrellado. Después de varias horas, vieron una hermosa estrella fugaz atravesar el cielo. “¡Ahí viene!” gritó Ryder. “¡Prepárate para atrapar el polvo!”

Cuando la estrella pasó, los gemelos usaron un hechizo para atrapar el polvo brillante en un frasco. “¡Lo logramos!” exclamó Hayden, emocionado. Regresaron a la tienda y rápidamente añadieron el polvo a su poción.

Con el caldero burbujeando y el aire lleno de un aroma dulce y fresco, los gemelos se sintieron aliviados. “Ahora, solo tenemos que lanzar la poción por toda la tienda,” dijo Ryder. “Eso debería calmar a todos los objetos mágicos.”

Con cuidado, comenzaron a rociar la poción en todas direcciones. A medida que lo hacían, el sombrero volador se detuvo en el aire y los objetos que antes estaban descontrolados comenzaron a calmarse.

En poco tiempo, la tienda volvió a la normalidad. La multitud, aunque un poco confundida, comenzó a entrar nuevamente, esta vez con sonrisas en sus rostros. “¿Qué pasó?” preguntó un cliente.

“Solo un pequeño malentendido,” dijo Hayden, sonriendo mientras limpiaba algunas burbujas. “Todo está bajo control ahora.”

Ryder miró a su hermano y sonrió. “¡Y para compensar el caos, les ofrecemos un descuento especial en todos los productos hoy!” La tienda se llenó de risas y alegría nuevamente, y los gemelos se sintieron orgullosos de haber solucionado el problema.

Conclusión

Al final del día, la Tienda de Bromas Scamander había sido un éxito. Aunque enfrentaron un gran desafío, los gemelos aprendieron que la creatividad y la colaboración eran la clave para resolver cualquier problema. La experiencia les enseñó que, aunque la magia podía ser impredecible, la verdadera magia estaba en el amor y la unión entre hermanos.

“Siempre que estemos juntos, no importa lo que suceda, podemos lograrlo,” dijo Hayden mientras cerraban la tienda al caer la noche. Ryder asintió, satisfecho. “¡Y siempre habrá nuevas aventuras por descubrir!”

Así, con el brillo de la luna iluminando su camino, los gemelos Scamander regresaron a casa, listos para enfrentar cualquier nueva aventura que les esperara en el futuro.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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