Cuentos de Fantasía

El Principito y su Viaje a través del Corazón del Universo

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño muy pequeño que vivía solo en una estrellita brillante y pequeñita. A ese niño lo llamaban el Principito. Su estrellita era redonda y suave, y allí tenía una flor muy bonita, con pétalos de colores y un aroma dulce. Cada día el Principito cuidaba su flor con mucho cuidado. Le daba agua para que no tuviera sed y la protegía del viento con sus manitas suaves, porque era muy frágil. El Principito quería mucho a su flor, porque para él era lo más importante en todo el universo.

Un día, el Principito sintió mucha curiosidad. Miró las estrellas y se preguntó qué habría en otros lugares, en otros planetas. Quería conocer nuevos amigos y descubrir mundos diferentes, porque aunque su estrellita era hermosa, sentía ganas de aventuras. Así que, con su sonrisa brillando, decidió viajar por el cielo en su pequeño barco de luz.

Primero llegó a un planeta donde vivía un rey muy serio, el Rey Solitario. El rey tenía una corona grande y dorada, y se sentaba en su trono pequeño, sin nadie más que él. El Principito se acercó y le preguntó: “¿Quieres jugar conmigo?”. Pero el Rey Solitario habló con voz fuerte y dijo: “Yo soy el rey de este planeta, y debo mandar mucho. Los juegos no son para los reyes serios como yo”. El Principito sintió un poco de tristeza, porque el rey parecía muy solo y triste, sin amigos con quien compartir momentos felices.

Después, el Principito voló hasta otro planeta donde encontró a un hombre que solo contaba estrellas. Ese hombre tenía un cuaderno grande y pasaba horas y horas contando, pero nunca miraba a su alrededor para jugar o sentirse feliz. Cuando el Principito le preguntó si quería jugar, el hombre respondió: “Estoy muy ocupado contando estrellas, no tengo tiempo para juegos”. El Principito se dio cuenta de que ese hombre también estaba muy serio, sin disfrutar del cielo ni de la luz. Así que el Principito siguió su viaje, buscando alguien con quien compartir su alegría.

Más adelante, el Principito visitó un planeta donde vivía un señor que nunca jugaba. Siempre estaba trabajando con papeles y cosas aburridas. “¿Quieres jugar conmigo?”, le preguntó el Principito, pero el señor solo murmuró: “El juego no es importante, tengo muchas tareas importantes”. El Principito suspiró y decidió continuar su viaje, esperando encontrar un amigo especial.

Finalmente, el Principito llego a un planeta grande y azul llamado Tierra. Allí, entre la hierba y los árboles, conoció a un zorro con ojos brillantes y cola esponjosa. El zorro lo miró con cariño y dijo:
—Si me haces tu amigo, yo seré único para ti y tú serás único para mí.
El Principito no entendía muy bien al principio, pero decidió quedarse y jugar con el zorro. Aprendió que la amistad es algo muy especial que se siente con el corazón y que cuando haces un amigo, ese amigo se vuelve difícil de olvidar porque lo quieres mucho.

El zorro le enseñó que lo más importante no se ve con los ojos, sino con el corazón. “Solo se ve bien con el corazón,” repetía el zorro, “lo esencial es invisible para los ojos.” El Principito comenzó a entender que su flor en su estrellita era muy especial porque él la quería, y eso la hacía única y hermosa aunque solo él pudiera verla así.

Un día, mientras caminaban juntos por la Tierra, el Principito conoció a un piloto. El piloto era un hombre amable que dibujaba ovejas, un poco torpemente, pero con mucho amor. Hablando con el piloto, el Principito contó su historia de la flor y de los planetas que había visitado. Juntos hablaron sobre el amor, la amistad y los sueños, entendiendo que esos sueños son las cosas que hacen feliz a cada corazón pequeño o grande.

El Principito pensaba en su flor cada noche, cuando miraba las estrellas. Extrañaba su estrellita y su flor bonita, y entendió que la echaba mucho de menos. El zorro le dijo que cuando amas a alguien, siempre quieres cuidarlo y estar cerca de esa persona o cosa querida, aunque estés lejos. Y por eso, el Principito decidió que ya era hora de regresar a su hogar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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