Cuentos de Fantasía

El Silencio del Cielo Congelado en el Abismo de Kuiper

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un rincón olvidado del universo, más allá del brillo de las estrellas, se encontraba un lugar misterioso conocido como el Abismo de Kuiper. Este abismo no era como cualquier otro: estaba envuelto en un profundo silencio y cubierto por un hielo brillante que reflejaba la luz como si fueran miles de espejos. En este mundo helado, vivía una pequeña criatura llamada Tierra, un simpático gusanito de color verde que soñaba con aventuras más allá de su hogar.

Tierra siempre había sido curioso. Pasaba sus días explorando el paisaje helado, arrastrándose entre los cristales de hielo que se alzaban como torres en el vasto desierto blanco. Desde allí, observaba el cielo en busca de respuestas. «¿Qué hay más allá de este silencio helado?», se preguntaba a menudo. Aunque el abismo era hermoso, cada día sentía que algo faltaba, como si en lo más profundo de su ser anhelara escuchar historias de la vida más allá del hielo.

Un día, mientras seguía un camino nuevo que estaba cubierto con una suave capa de nieve, Tierra se encontró con una extraña figura en el hielo. Era una esfera brillante que flotaba suavemente, emitiendo un suave destello azul. Intrigado, Tierra se acercó con cautela. La esfera, al notarlo, comenzó a hablar con una voz melodiosa que sonaba como el canto de un río. «Hola, pequeño amigo. Soy Lumina, el espíritu del cielo», dijo la esfera.

Tierra, con los ojos llenos de asombro, preguntó: «¿Qué haces aquí, Lumina? ¿De dónde vienes?». Lumina sonrió y dijo: «Vengo del cielo estrellado, de un sol que nunca se pone y de mundos llenos de maravillas. Pero me encontré con este abismo helado y me quedé atrapada. Necesito tu ayuda para regresar a casa».

El gusanito sintió un cosquilleo de emoción en su interior. «¡Por supuesto que te ayudaré!», exclamó. En su corazón, sabía que esta sería la aventura que había estado esperando. Lumina le explicó que para liberarse del Abismo de Kuiper, necesitaban encontrar tres llaves mágicas que estaban escondidas en los rincones más lejanos de este mundo helado: la Llave del Viento Susurrante, la Llave de la Tierra Temblorosa y la Llave del Mar de Estrellas.

Con una sonrisa en su rostro, Tierra se preparó para la aventura a su lado, sabiendo que con Lumina a su lado, podían enfrentar cualquier desafío. La primera parada era en los Glaciares Susurrantes, donde se decía que la Llave del Viento Susurrante habitaba. Tierra y Lumina se deslizaban de un lado a otro, esquivando los enormes bloques de hielo que crujían como una melodía.

Mientras avanzaban, comenzaron a escuchar un suave murmullo que crecía con cada paso. Era el viento, que danzaba entre las grietas del hielo, contando historias antiguas de los que habían estado allí antes. Tierra se detuvo y cerró los ojos, escuchando atentamente. De repente, una suave brisa sopló, formando figuras de hielo en el aire. Con un poco de ánimo, Tierra gritó: «¡Viento, amigo! Necesitamos la Llave del Viento Susurrante. ¿Cómo podemos conseguirla?».

Un susurro resonó entre los cristales. «Para obtener la llave, debes responder a mi acertijo: ¿Qué vuela sin alas, y llora sin ojos?». Tierra frunció el ceño, pensando intensamente. Al cabo de un ratito, su mente iluminó una respuesta. «¡Es la nube!», exclamó con una sonrisa triunfante. Al escuchar la respuesta correcta, un remolino de viento sopló hacia ellos, revelando la primera llave brillante, que se elevó del suelo para aterrizar suavemente en sus patas.

Con su primer logro, Tierra y Lumina continuaron su viaje hacia la Montaña Temblorosa donde se supone que se encontraba la Llave de la Tierra Temblorosa. Al llegar a la montaña, observaron que estaba cubierta de un espeso manto de nieve y bloqueos de hielo resbaladizos. Tierra se dio cuenta de que la montaña parecía temblar. «¿Por qué tiembla así?», preguntó.

Lumina explicó que la montaña estaba viva y tenía sentimientos. «Quizás esté triste. Deberíamos hablar con ella». Así, Tierra, con toda su valentía, gritó: «¡Oh, montaña! No tengas miedo, estamos aquí para buscar la Llave de la Tierra Temblorosa. ¿Podemos ayudarte?». La montaña dejó escapar un suave susurro que resonó en todo su alrededor. «Solo tengo una tristeza: fui olvidada por los viajeros. Mi historia es solitaria. Si me cuentas una historia de amistad, te daré la llave».

Sin pensar dos veces, Tierra comenzó a contarle a la montaña sobre su relación con Lumina, cómo se habían encontrado, cómo se ayudaban mutuamente y cómo se habían hecho grandes amigos. Mientras hablaba, la montaña temblaba más suavemente, sintiendo la calidez de la historia. Cuando Tierra terminó de narrar, la montaña soltó un profundo suspiro, y de su interior, la Llave de la Tierra Temblorosa se hizo visible, brillando con un resplandor cálido.

Mientras tenían en su poder dos de las tres llaves, siguieron hacia el último lugar: el Mar de Estrellas, un lago helado que reflejaba el cielo como un espejo. Allí tendrían que encontrar la última llave. Al llegar, la superficie del lago brillaba intensamente, y justo en el centro, una delicada figura danzaba: era una estrella de hielo que había perdido su brillo.

«¡Ayudame, por favor!», suplicó la estrella. «Sin mi brillo, no puedo iluminar el camino de los viajeros. Necesito el calor de la amistad, pero estoy atrapada en esta tristeza». Tierra se acercó a la estrella y, con ternura, le habló sobre la importancia de la amistad y cómo él y Lumina habían descubierto el valor de apoyarse mutuamente.

La estrella escuchó cada palabra, y así, sintiéndose reconfortada, comenzó a brillar nuevamente. La luz llenó el aire, y en ese momento, la última llave, la Llave del Mar de Estrellas, apareció. Tierra la tomó con alegría, sabiendo que habían completado su misión.

Con las tres llaves en su poder, Lumina empezó a brillar intensamente. «Gracias, Tierra. Ahora puedo regresar a casa. Pero no olvides que siempre serás mi amigo». Lumina se elevó hacia el cielo, llevándose consigo las llaves, dejando a Tierra con una sensación de felicidad y de misión cumplida.

El silencio del Abismo de Kuiper ya no era tan grande, y aunque el gusanito sabía que el universo era vasto e incierto, tenía el corazón lleno de aventuras y la certeza de que la amistad siempre brilla, incluso en los lugares más fríos y silenciosos. Así, Tierra continuó explorando su hogar, pero esta vez con historias y sueños por contar, asegurándose de que el eco de su aventura jamás se olvidara.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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