Cuentos de Fantasía

Gotas de Vida: Un Río de Esperanza

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y frondosos bosques, vivían dos grandes amigos: Pucca y Garu. Pucca era una niña llena de energía y alegría, con un corazón tan grande como su risa. Tenía una habilidad especial para hacer reír a todos los que la rodeaban. Garu, por otro lado, era más reservado, pero su mirada profunda y su valentía lo hacían un compañero invaluable. Juntos, compartían muchas aventuras, pero ninguna de ellas se compararía con lo que les esperaba esa mañana.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano, Pucca y Garu escucharon un murmullo extraño que provenía de detrás de unos arbustos. Curiosos, se acercaron sigilosamente y descubrieron a una pequeña criatura cubierta de escamas brillantes, que temblaba y parecía estar muy asustada. Tenía la forma de un pez, pero sus alas de mariposa lo hacían ver aún más mágico. “Hola, soy Lúmina”, dijo la criatura con una voz suave. “He estado buscando ayuda. Es un asunto muy urgente”.

Pucca, siempre lista para ayudar, se acercó a Lúmina. “¿Qué sucede?”, preguntó con empatía. Garu, aunque un poco más cauteloso, también mostró interés por la historia que Lúmina tenía que contar.

“En el corazón del bosque hay un río mágico que se ha secado. Sin él, la vida en este lugar está en peligro. Necesitamos ir al río y encontrar la manera de devolverle el agua. Si no lo hacemos, todas las criaturas del bosque sufrirán”, explicó Lúmina, sus alas parpadeando nerviosamente con cada palabra.

Sin dudarlo, Pucca y Garu aceptaron ayudarla. Los tres emprendieron un viaje a través del bosque, encontrando flores brillantes y árboles que parecían susurrar secretos antiguos. A medida que avanzaban, Lúmina les contó más acerca del río. “El agua del río era mantenida por un antiguo guardián llamado Tlaloc. Pero un día, un grupo de humanos llegó al bosque, taló árboles y ensució el agua, provocando que Tlaloc se enfermará y se retirará a una cueva”, explicó Lúmina.

“¿Qué podemos hacer para ayudar a Tlaloc?”, preguntó Garu, su mirada firme y decidida.

“No lo sé”, respondió Lúmina con tristeza, “pero creo que debemos encontrarlo y convencerlo de que regrese al río. Tal vez, si muestra su poder nuevamente, el agua comenzará a fluir”.

Al llegar a la cueva, un aire de misterio envolvía el lugar. Tlaloc era un ser formidable; su figura imponente estaba rodeada de nubes de colores, y su voz resonaba como el trueno. “¿Qué hacen aquí, criaturas de la tierra?”, preguntó Tlaloc, su mirada fija en ellos.

Lúmina, temblando, dio un paso al frente y dijo: “Hemos venido a pedirte que regreses al río. El bosque está en peligro, y todos los seres que viven aquí te necesitan. Sin tu agua, la vida se marchitará”.

El guardián miró a Lúmina y luego a Pucca y Garu. “Los humanos no me han tratado bien. He visto cómo destruyen lo que no les pertenece, cómo cierran sus corazones al dolor ajeno. ¿Por qué debería ayudarles?” Su voz era fuerte y su renuencia evidente.

Pucca, sintiendo su compasión, decidió intervenir. “Entiendo tus sentimientos, Tlaloc. Pero no todos los humanos son iguales. Puede que haya quienes no aprecian la belleza de la naturaleza, pero muchos de nosotros sí lo hacemos. Queremos aprender, queremos cuidar de este bosque y de su magia. Nos gustaría que nos enseñaras cómo hacerlo”.

Garu, aunque en silencio, asintió en apoyo a su amiga. Tlaloc observó a los tres, notando la sinceridad en sus eyes. “Si quieren ayudar, deben demostrarlo”, respondió, su tono algo menos severo. “Deberán limpiar el río de la suciedad que los humanos han dejado atrás. Solo cuando el río esté limpio de nuevo, yo decidiré si regreso o no”.

Sin dudarlo, Pucca, Garu y Lúmina se pusieron a la tarea. Reunieron ramas, hojas y cualquier basura que pudieron encontrar a lo largo del camino hasta el río. Bajo el sol brillante, los tres trabajaron arduamente, riendo y disfrutando de la compañía. Cada vez que encontraban una envoltura de plástico o un trozo de vidrio, compartían historias sobre su infancia y cómo esperaban que el bosque volviera a ser un lugar lleno de alegría.

Pasaron la semana limpiando y cuidando del río. Poco a poco, el agua comenzó a brillar de nuevo, y el sonido suave de sus corrientes llenó el aire. Tlaloc observaba desde su cueva, atento a los esfuerzos de sus nuevos amigos. Poco a poco, sintió que su corazón se abría, reconociendo la dedicación y el amor que Pucca, Garu y Lúmina ponían en su labor.

Cuando finalmente terminaron, el río brillaba como nunca antes. El agua era clara y fresca, y los colores de las flores parecían más vivos. Lúmina, llena de esperanza, se dirigió a Tlaloc. “Por favor, vuelve al río. Lo hemos limpiado, y queremos cuidarlo por siempre”.

Tlaloc salió de su cueva, y por primera vez, una sonrisa se dibujó en su enigmático rostro. “Lo han hecho bien, pequeños guardianes de la tierra. Su esfuerzo y amor son verdaderamente admirables. Regresaré al río y prometo cuidarlo, pero necesitaré su ayuda siempre. Juntos, podemos asegurar un futuro brillante para este bosque”.

Desde aquel día, Tlaloc volvió a fluir el agua del río, y el bosque resplandeció de nuevo. Pucca, Garu y Lúmina aprendieron el poder del trabajo en equipo y la importancia de cuidar la naturaleza. Cada vez que el río cantaba, recordaban aquella aventura mágica y cómo, con amor y esfuerzo, pudieron devolver la vida a su hogar.

Así, el bosque se convirtió en un lugar lleno de risas y esperanza, donde las criaturas prosperaban, mostrando que una sola acción puede cambiar el destino de muchos, siempre que haya un corazón dispuesto a ayudar. Y desde entonces, la amistad entre Pucca, Garu, Lúmina y Tlaloc se fortaleció, convirtiéndose en un símbolo de unidad y coraje en la lucha por la protección del mundo maravilloso que los rodeaba.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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