Cuentos de Fantasía

Haciendo Nuevos Amigos en el Parque

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de alegría, un parque muy especial donde los niños se reunían para jugar y hacer nuevos amigos. Este parque tenía columpios, toboganes y muchos árboles que daban sombra en los días soleados. Un día, el sol brillaba intensamente y el cielo estaba azul, perfecto para una gran aventura.

Luis, un niño de cinco años con el cabello castaño y una camiseta verde, estaba emocionado por ir al parque. Su mamá le había dicho que podría conocer a nuevos amigos. Luis se subió a su bicicleta y pedaleó hasta el parque, donde ya podía escuchar las risas de otros niños.

Al llegar, Luis vio a Sofía, una niña de cuatro años con cabello rubio y un vestido rosa. Sofía estaba jugando en el arenero, construyendo un gran castillo de arena. Luis se acercó y le dijo:

—¡Hola! Me llamo Luis. ¿Puedo ayudarte a construir tu castillo?

Sofía levantó la vista y sonrió ampliamente.

—¡Claro que sí! —respondió—. Me llamo Sofía. ¡Vamos a hacerlo el castillo más grande de todos!

Mientras trabajaban juntos, otro niño se acercó. Era Carlos, un niño de cinco años con cabello negro y una camiseta azul. Carlos llevaba una pelota bajo el brazo y miraba con curiosidad el castillo de arena.

—¡Hola! Soy Carlos. ¿Puedo jugar con ustedes? —preguntó.

Luis y Sofía asintieron con entusiasmo.

—¡Claro que sí, Carlos! —dijo Sofía—. Puedes ayudarnos con las torres.

Los tres niños comenzaron a trabajar juntos, riendo y divirtiéndose mientras construían el castillo más increíble que habían visto. Poco después, una niña con cabello rojo y un vestido amarillo se acercó corriendo. Era Mónica, una niña de cuatro años, y parecía muy emocionada.

—¡Hola! Me llamo Mónica. ¿Qué están haciendo? —preguntó.

—Estamos construyendo un castillo de arena —respondió Luis—. ¿Quieres unirte a nosotros?

—¡Sí! —exclamó Mónica—. ¡Me encantan los castillos de arena!

Los cuatro niños trabajaron juntos, añadiendo detalles y decoraciones al castillo. Luis hizo las murallas, Sofía hizo las torres, Carlos hizo un puente levadizo y Mónica añadió conchitas y piedras para decorar.

Cuando terminaron, se sentaron alrededor del castillo, admirando su trabajo.

—¡Es el mejor castillo de arena del mundo! —dijo Sofía.

—¡Sí, lo es! —agregó Carlos—. ¡Somos un gran equipo!

Luis, Sofía, Mónica y Carlos se levantaron y decidieron explorar el parque juntos. Corrieron hacia los columpios y comenzaron a balancearse alto en el aire. Las risas de los niños llenaron el parque, y todos los demás niños se detuvieron a mirar su alegría.

Luego, fueron al tobogán y se deslizaron uno tras otro, gritando de emoción. El parque era un lugar lleno de magia y diversión, y los cuatro amigos no podían estar más felices.

Después de un rato, decidieron sentarse bajo un gran árbol y compartir sus meriendas. Luis tenía galletas, Sofía tenía manzanas, Carlos tenía zanahorias y Mónica tenía uvas. Compartieron su comida, riendo y hablando sobre sus cosas favoritas.

—Me encantan los dinosaurios —dijo Luis—. ¿Y a ustedes?

—A mí me gustan las mariposas —dijo Sofía.

—A mí me gustan los robots —dijo Carlos.

—Y a mí me gustan los unicornios —dijo Mónica.

Mientras hablaban, un perrito pequeño se acercó corriendo y comenzó a mover la cola. Los niños se rieron y acariciaron al perrito, que parecía muy feliz de tener nuevos amigos también.

—¿De quién será este perrito? —preguntó Luis.

—No lo sé, pero parece que le gustamos —respondió Mónica, riendo.

Decidieron nombrar al perrito «Chispa» porque era muy rápido y juguetón. Chispa los siguió mientras exploraban más del parque, corriendo y jugando con ellos.

De repente, Luis tuvo una idea.

—¡Vamos a buscar un tesoro! —exclamó.

—¡Sí! —gritaron los demás—. ¡Una búsqueda del tesoro!

Los niños comenzaron a buscar pistas alrededor del parque. Encontraron una pluma brillante, una roca con una forma divertida y una hoja que parecía un corazón. Chispa también ayudó, encontrando una vieja llave oxidada.

—¡Miren lo que encontré! —dijo Carlos, mostrando la llave—. ¿Creen que abre algo?

—Tal vez —dijo Sofía—. ¡Vamos a buscar!

Siguieron buscando hasta que encontraron un viejo baúl escondido detrás de unos arbustos. Luis puso la llave en la cerradura y la giró. ¡Encajaba perfectamente! Abrieron el baúl y dentro encontraron juguetes antiguos, libros y una nota que decía: «Para aquellos que encuentran este tesoro, compartan la alegría con todos».

Los niños miraron los juguetes y los libros con ojos brillantes. Decidieron compartir el tesoro con todos los niños en el parque. Repartieron los juguetes y los libros, haciendo que todos se sintieran felices y emocionados.

El día comenzó a llegar a su fin, y los padres de los niños comenzaron a llamarlos para regresar a casa. Luis, Sofía, Mónica y Carlos se despidieron de sus nuevos amigos y de Chispa, prometiendo regresar al parque al día siguiente para más aventuras.

—Fue el mejor día de todos —dijo Luis, sonriendo.

—Sí, lo fue —agregó Sofía—. ¡Hicimos nuevos amigos y encontramos un tesoro!

—No puedo esperar para volver mañana —dijo Carlos.

—Yo tampoco —dijo Mónica—. ¡Hasta mañana, amigos!

Los cuatro amigos se fueron a casa, llevando consigo los recuerdos de un día lleno de diversión, risas y amistad en el parque mágico. Y así, cada vez que volvían al parque, sabían que siempre habría nuevas aventuras y amigos esperando por ellos.

Fin.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario