Cuentos de Ciencia Ficción

El Portal Mágico

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y praderas, vivían dos niños llenos de curiosidad y espíritu aventurero. Tony, un niño de 8 años con cabello castaño y ojos brillantes, siempre estaba en busca de la próxima gran aventura. Su hermanita, Leía, de 6 años, con cabello rubio y una sonrisa contagiosa, era su inseparable compañera en todas sus travesuras. Juntos, exploraban cada rincón del bosque cercano a su hogar, imaginando historias fantásticas y buscando criaturas mágicas.

Un día, mientras paseaban por el bosque, algo extraño capturó su atención. Entre los árboles, un resplandor inusual parecía emanar del suelo. Intrigados, se acercaron y descubrieron un portal brillante, algo que nunca antes habían visto. Tony, con su naturaleza valiente, dio el primer paso hacia el portal, seguido de cerca por Leía. Al atravesarlo, una sensación de vértigo los envolvió y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en un lugar completamente diferente.

El mundo al otro lado del portal era un espectáculo para los sentidos. Los colores eran más brillantes, el aire estaba lleno de un dulce aroma floral, y las criaturas que lo habitaban parecían sacadas de un libro de cuentos. Un hada amistosa, con alas resplandecientes y una sonrisa cálida, se acercó a los niños. «Bienvenidos al Reino de los Sueños», dijo con una voz melodiosa. «Aquí, los sueños se hacen realidad y las aventuras nunca terminan».

Tony y Leía estaban maravillados. No podían creer lo que veían. Decidieron explorar este nuevo mundo, guiados por el hada. Pronto, se encontraron con un majestuoso castillo, donde conocieron al Príncipe Felipe. Montado en su noble caballo blanco, el príncipe les contó sobre un grave problema que enfrentaba el reino. La malvada hechicera Morgana había secuestrado a la Princesa Aurora y estaba intentando apoderarse del trono.

«Necesitamos su ayuda», dijo el Príncipe Felipe. «Sólo con valentía y determinación podremos salvar a la princesa y devolver la paz a nuestro reino». Sin dudarlo, Tony y Leía aceptaron el desafío. Aunque eran pequeños, su valentía y espíritu aventurero eran más grandes que cualquier obstáculo.

El hada les entregó un mapa mágico que mostraba el camino hacia la torre donde Morgana mantenía cautiva a la princesa. La travesía no sería fácil. En su camino, encontraron bosques encantados llenos de criaturas mágicas, ríos de lava ardiente y montañas escarpadas. Cada desafío que enfrentaban los hacía más fuertes y decididos.

En uno de esos desafíos, tuvieron que cruzar un puente colgante que se balanceaba peligrosamente sobre un abismo sin fondo. Tony, con su valentía, avanzó primero, asegurándose de que el puente era seguro para su hermanita. Leía, aunque asustada, confió en su hermano y cruzó el puente con él. Juntos, lograron atravesar el peligroso obstáculo.

Más adelante, se encontraron con un dragón que custodiaba la entrada a una cueva secreta. El dragón, imponente y temible, exigía una prueba de valor para permitirles el paso. Tony, recordando una historia que había escuchado de su abuelo, supo que el dragón respetaba la valentía y la honestidad. Se acercó al dragón y, con voz firme, le explicó su misión. El dragón, impresionado por su coraje, les permitió pasar y les dio una escama mágica como señal de buena suerte.

Finalmente, llegaron a la torre de Morgana. La hechicera, con su risa malvada, intentó detenerlos con sus hechizos oscuros. Pero Tony y Leía, con la ayuda del mapa mágico y la escama del dragón, lograron superar cada uno de los obstáculos que Morgana les puso. Con ingenio y trabajo en equipo, desarmaron las trampas y llegaron hasta la sala donde Aurora estaba cautiva.

La princesa, al ver a sus pequeños salvadores, sintió una gran esperanza. Con valentía, Tony enfrentó a Morgana, distrayéndola lo suficiente para que Leía pudiera liberar a Aurora. Juntas, las tres corrieron hacia la salida mientras el castillo comenzaba a desmoronarse bajo los hechizos desatados por la furiosa hechicera. Las paredes temblaban y el suelo se agrietaba, pero los niños y la princesa no se detuvieron.

Cuando llegaron al puente levadizo, Tony giró la cabeza y vio a Morgana preparándose para lanzar un último y devastador hechizo. Sin pensarlo dos veces, Tony se volvió y, con toda la fuerza que pudo reunir, lanzó una piedra contra la bruja. La piedra golpeó justo en la mano de Morgana, haciendo que su hechizo se desviara y explotara en el techo, haciendo que grandes pedazos de roca cayeran entre ellos.

—¡Rápido, sigamos! —gritó Aurora, tirando de Tony y Leía.

Corrieron hasta los límites del castillo, donde el Príncipe Felipe los esperaba con su caballo blanco. La princesa Aurora montó rápidamente y, con ayuda del príncipe, subieron a Tony y Leía también. El caballo, guiado por Felipe, galopó a toda velocidad alejándose del castillo en ruinas. Desde la distancia, vieron cómo la estructura colapsaba completamente, quedando solo una nube de polvo y escombros.

A salvo, en una colina cercana, los niños y el príncipe ayudaron a la princesa Aurora a bajar del caballo. Ella se arrodilló frente a Tony y Leía, sus ojos llenos de gratitud y lágrimas de alegría.

—Gracias, valientes héroes —dijo Aurora con una voz suave—. Han salvado no solo mi vida, sino todo el reino mágico.

Felipe se unió a ellos y, con una sonrisa cálida, dijo:

—Han demostrado un coraje y una nobleza extraordinarios. El reino siempre les estará en deuda.

Los habitantes del reino, al enterarse de la noticia, se reunieron alrededor de los niños y la princesa, celebrando la victoria sobre Morgana. Hubo danzas, cantos y banquetes en honor a Tony y Leía, quienes se sentían abrumados pero felices de haber ayudado.

Durante la celebración, el hada amistosa que los había recibido inicialmente apareció nuevamente. Con una sonrisa, se dirigió a Tony y Leía.

—Ahora deben regresar a su hogar, pequeños héroes. Pero recuerden, siempre serán bienvenidos aquí, en el reino mágico, donde los sueños se hacen realidad.

Tony y Leía asintieron, sabiendo que su aventura llegaba a su fin. Con la ayuda del hada, encontraron el portal por el que habían llegado. Antes de cruzarlo, Tony miró a Leía y dijo:

—Nunca olvidaremos esto, ¿verdad?

—Jamás —respondió Leía, sonriendo.

Con un último adiós a sus nuevos amigos, los niños cruzaron el portal y regresaron al bosque cercano a su casa. Al salir del portal, este desapareció, dejando solo un leve rastro de luz que pronto se desvaneció.

Los hermanos caminaron de regreso a su casa, sintiéndose diferentes, más fuertes y más sabios. Sabían que habían vivido algo extraordinario y que, aunque no pudieran volver a ese lugar mágico fácilmente, siempre llevarían consigo las enseñanzas y recuerdos de su aventura.

Cuando llegaron a casa, su madre los recibió con una sonrisa y un abrazo cálido.

—¿Qué tal su día de exploración? —preguntó ella.

Tony y Leía se miraron, compartiendo un secreto que solo ellos conocían.

—Fue increíble, mamá —dijo Tony—. Encontramos un lugar mágico y tuvimos la aventura más emocionante de nuestras vidas.

Su madre rió, pensando que sus hijos tenían una gran imaginación.

Esa noche, mientras se acomodaban en sus camas, Tony y Leía hablaron en voz baja sobre todo lo que habían vivido.

—¿Crees que algún día volveremos a ver a Aurora, Felipe y el hada? —preguntó Leía.

—No lo sé —respondió Tony—. Pero estoy seguro de que, pase lo que pase, siempre llevaremos con nosotros un poco de la magia de ese lugar.

Y así, los dos hermanos se durmieron, soñando con futuros llenos de aventuras y con la certeza de que, mientras mantuvieran viva la magia en sus corazones, siempre serían capaces de enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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