Cuentos de Fantasía

Isabella y Emma en el Castillo Mágico

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de flores y árboles, una niña llamada Isabella. Isabella tenía 5 años y era conocida por su cabello lacio y sus ojos curiosos. Le encantaba explorar el mundo que la rodeaba y descubrir nuevos lugares. Su mamá, Lucrecia, decidió que Isabella debería ir al mismo jardín de infantes que su prima Emma, que tenía 4 años. Emma era una niña muy alegre con ojos grandes y brillantes, siempre llenos de emoción y alegría.

Isabella y Emma se volvieron inseparables desde el primer día en el jardín. Les encantaba jugar juntas, correr por los prados y crear historias de fantasía con sus juguetes. A menudo, después del jardín, visitaban a sus abuelos, donde se divertían escuchando cuentos y comiendo galletas caseras.

Un día, después de salir del jardín, Isabella y Emma decidieron ir a la plaza del pueblo. La plaza estaba llena de vida, con niños jugando, personas paseando y el sol brillando cálidamente. Mientras corrían y reían, algo curioso llamó su atención. Un viejo y gran árbol en el centro de la plaza parecía tener una puerta secreta en su tronco. Las niñas, intrigadas, se acercaron al árbol y tocaron la puerta con sus pequeñas manos.

Para su sorpresa, la puerta se abrió lentamente, revelando un pasadizo oscuro. Sin pensarlo dos veces, Isabella y Emma entraron, llenas de emoción y aventura. El pasadizo las llevó a un mundo completamente diferente. Delante de ellas se erguía un castillo hermoso, con torres altas y luces brillantes que parecían bailar en el aire. El castillo estaba rodeado de jardines llenos de flores de todos los colores y fuentes que emitían melodías suaves.

«¡Es un castillo de verdad!», exclamó Isabella con los ojos abiertos de par en par. Emma asintió, maravillada, y juntas comenzaron a caminar hacia la gran puerta del castillo.

Al entrar, se encontraron con una sala enorme llena de ropa, zapatos y maquillaje de todos los estilos y colores. Había vestidos largos y brillantes, zapatos con lazos y adornos, y peines con piedras preciosas. Las niñas no podían creer lo que veían.

De repente, una voz suave y amable resonó en la sala. «¡Bienvenidas, Isabella y Emma! Hoy es un día muy especial. Esta noche habrá una gran fiesta en el castillo, y todos esperan que ustedes dos se preparen y asistan».

Isabella y Emma se miraron emocionadas. Nunca antes habían asistido a una fiesta en un castillo. Comenzaron a elegir sus vestidos favoritos, probándose diferentes atuendos y riendo mientras se ayudaban mutuamente con los zapatos y los peinados. Isabella eligió un vestido colorido con muchos volantes, mientras que Emma optó por un vestido brillante que la hacía parecer una princesa de cuento.

Después de prepararse, apareció un carruaje hermoso tirado por caballos blancos. Las niñas subieron al carruaje, que las llevó por un camino de luces y flores hasta la entrada del castillo. La fiesta ya había comenzado, y las puertas se abrieron para recibirlas con una melodía encantadora.

Dentro del castillo, el salón de baile estaba decorado con luces brillantes, cintas de colores y mesas llenas de deliciosos postres. Había música, risas y gente bailando por todas partes. Isabella y Emma se sintieron como verdaderas princesas mientras se unían a la fiesta.

Bailaron y jugaron toda la noche, haciendo nuevos amigos y disfrutando de cada momento. La voz amable que las había recibido les explicó que el castillo era mágico y que cada niño que lo visitaba tenía la oportunidad de vivir una noche de ensueño, donde los deseos se hacían realidad.

Isabella y Emma no podían estar más felices. Sabían que este era un día que recordarían para siempre. La fiesta continuó hasta que el cielo comenzó a llenarse de estrellas brillantes. Entonces, el carruaje volvió a aparecer para llevarlas de regreso a la plaza.

Al salir del castillo, la voz suave les dijo: «Siempre serán bienvenidas en el castillo mágico. Solo recuerden el camino y podrán regresar cuando lo deseen».

Isabella y Emma asintieron, agradecidas, y subieron al carruaje. Mientras viajaban de regreso, se quedaron dormidas, soñando con todas las maravillas que habían visto y vivido.

Cuando despertaron, estaban de vuelta en la plaza, justo delante del gran árbol con la puerta secreta. Las niñas se miraron y sonrieron, sabiendo que habían compartido una aventura mágica que las había unido aún más.

Corrieron de vuelta a casa, emocionadas por contarle a sus familias todo lo que había sucedido. Y aunque algunos podrían no creer su historia, ellas sabían que siempre tendrían ese recuerdo especial y la promesa de más aventuras en el castillo mágico.

Desde ese día, Isabella y Emma visitaban la plaza con frecuencia, esperando encontrar la puerta secreta abierta de nuevo. Y cada vez que lo hacían, sabían que otra noche de magia y sueños las esperaba en el castillo.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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