Cuentos de Fantasía

La Aventura de los Pequeños Exploradores y sus Amigos Peludos

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Logan que era muy inquieto y curioso. Logan vivía en un pequeño pueblo rodeado de árboles gigantes, flores de colores y animalitos de todos los tamaños. A Logan le encantaba jugar con sus amigos, andar en bici y pasar tiempo con los animales que encontraba en el camino. Cada día era una aventura nueva para él, porque su imaginación no tenía límites.

Una mañana soleada, Logan se levantó muy temprano. El sol brillaba con fuerza y el cielo estaba tan azul que parecía pintado. Logan agarró su bicicleta roja, que tenía una campanita que hacía «ding-ding» cada vez que la tocaba, y se preparó para salir a explorar. “Hoy va a ser un día especial”, pensó sonriente, mientras se colocaba su casco amarillo.

Mientras pedaleaba por el parque, Logan vio a sus amigos acercándose. Allí estaba Ana, que siempre llevaba una gorra de colores y una mochila llena de sorpresas, y también estaba Tomás, que había aprendido a montar en bici solo hace poco y estaba muy orgulloso. “¡Vamos a explorar el bosque encantado!”, dijo Logan con emoción. Todos estuvieron de acuerdo, porque el bosque era un lugar mágico donde, según contaban los mayores, vivían animales fantásticos y criaturas encantadoras.

Los tres amigos entraron al bosque y, poco a poco, el sol se colaba entre las ramas creando dibujos de luz en el suelo. Logan miraba todo con atención, sus ojos brillaban mientras buscaba algo nuevo para descubrir. De repente, escucharon un ruido suave, como un suspiro. “¿Qué fue eso?” preguntó Ana, un poco nerviosa pero también curiosa.

De entre los arbustos apareció un pequeño zorro con un pelaje tan suave y brillante que parecía hecho de luz dorada. El zorro los miró con ojos grandes y amigables, y sin miedo se acercó hasta Logan. “¡Hola, amiguito!”, dijo Logan muy feliz. El zorro movió su cola y parecía invitar a los niños a seguirlo. “¿Quieren ver algo mágico?”, preguntó el zorro como si pudiera hablar. Ana y Tomás quedaron sorprendidos, pero enseguida siguieron a Logan y al zorro, quienes habían comenzado a caminar entre los árboles.

Mientras avanzaban, el bosque se fue volviendo más brillante y colorido. Las flores eran más grandes y tenían colores que nunca habían visto. Allí, entre las hojas danzantes, apareció una pequeña hada con alas brillantes como el arcoíris. “¡Bienvenidos, pequeños exploradores!”, dijo el hada con una voz dulce y melodiosa. “Yo soy Lila y cuidaré que esta aventura sea especial para ustedes”.

Lila les contó que en el bosque encantado vivían muchos animales y criaturas que sólo mostraban su magia a los niños valientes y amables, como ellos. “Si quieren, pueden conocer a mis amigos”, añadió el hada mientras agitaba sus manitas formando chispitas que volaron en el aire causando que el ambiente se sintiera aún más mágico.

Primero llegaron a un claro donde encontraron una familia de conejos que brincaban felices. Uno de ellos se acercó a Ana, que se agachó para acariciarlo suavemente. “¡Son tan suaves!”, exclamó ella sonriendo. Tomás se quedó maravillado al ver cómo unos pajaritos cantaban una canción que parecía contar un cuento antiguo del bosque.

Al seguir caminando, llegaron a un pequeño lago donde vivía un sapo que usaba una corona pequeñita y dorada. “Yo soy el Rey Sapo y guardo un secreto muy especial”, dijo el sapo con un tono divertido. Logan, Ana y Tomás se sentaron a su lado, atentos y expectantes. El Rey Sapo les explicó que el bosque tenía un lugar secreto llamado “El Jardín de los Deseos”, donde se podían hacer pedidos para ayudar a la naturaleza y a todos los animales.

“¿Quieren ver el jardín?”, preguntó el sapo. Los niños dijeron que sí con muchas ganas. El zorro, el hada Lila y el Rey Sapo los guiaron por un sendero oculto entre plantas luminosas hasta llegar a un lugar maravilloso. En el Jardín de los Deseos había flores que brillaban en la oscuridad, mariposas tan grandes como las manos de Logan que parecían cuadros que se movían, y un árbol gigante cuyas ramas tocaban las nubes.

Allí, cada niño tuvo la oportunidad de pedir un deseo para cuidar el bosque y a sus amigos peludos. Logan deseó que todos los animales estuvieran siempre felices y protegidos. Ana pidió que las flores del bosque pudieran cantar para alegrar los días de quienes las visitaran. Tomás soñó con que cada niño del pueblo pudiera venir a jugar y aprender sobre la magia del bosque.

El hada Lila tocó con una varita mágica las flores y el árbol gigante, y dijo que los deseos de los niños serían cuidados y cumplirían con el tiempo, porque eran deseos hechos con amor y bondad. Los tres amigos se abrazaron felices, sintiendo la magia en el aire y en sus corazones.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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