Había una vez, en un reino muy, muy lejano, una familia que vivía en un hermoso castillo. En ese castillo vivían Míriam, la hija mayor, Samuel, el hermano menor, Natalia, la madre, Felipe, el padre, y un amigo muy especial llamado Osiris, un búho sabio y amigable.
El castillo era grande y majestuoso, con una torre altísima que parecía tocar el cielo. Los jardines eran enormes, llenos de flores de colores y mariposas que volaban de un lado a otro. También había un estanque con peces dorados que brillaban al sol y una cabaña pequeña y acogedora al fondo del jardín.
Un día, Míriam y Samuel decidieron explorar los jardines. Se pusieron sus sombreros y salieron corriendo, riendo y jugando entre las flores. Osiris, el búho, los siguió desde las ramas de un árbol cercano, observándolos con sus grandes ojos brillantes.
«Míriam, vamos a la torre,» dijo Samuel, señalando la torre que se alzaba en el centro del castillo. Míriam asintió y juntos corrieron hacia la torre. Cuando llegaron, se encontraron con una puerta de madera con un gran candado.
«¿Cómo vamos a entrar?» preguntó Míriam, mirando el candado con curiosidad.
Osiris voló hasta la ventana de la torre y les dijo, «Niños, hay una llave escondida en algún lugar del jardín. Deben encontrarla para abrir la puerta de la torre.»
Míriam y Samuel se miraron con emoción. ¡Una aventura! Empezaron a buscar la llave por todo el jardín. Buscaron entre las flores, debajo de las piedras y en la cabaña, pero no la encontraron.
Finalmente, llegaron al estanque. Samuel se agachó para mirar entre los lirios y de repente vio algo brillante en el agua. «¡Aquí está!» gritó, sacando una llave dorada del estanque. Míriam y Samuel se abrazaron, emocionados por haber encontrado la llave.
Corrieron de vuelta a la torre y con cuidado insertaron la llave en el candado. Giraron la llave y el candado se abrió con un chasquido. Empujaron la puerta y entraron en la torre.
Dentro de la torre, encontraron una escalera de caracol que subía y subía. Decidieron subirla, aunque estaban un poco asustados. Osiris voló junto a ellos, dándoles ánimo con sus suaves ululares.
Al llegar a la cima de la torre, encontraron una habitación llena de libros y mapas. En el centro de la habitación había una mesa con un pergamino extendido. Míriam y Samuel se acercaron y vieron que el pergamino era un mapa del castillo y los jardines.
«¡Miren esto!» dijo Míriam. «Es un mapa del castillo. Tal vez nos lleve a un tesoro escondido.»
Osiris asintió con sus plumas. «Es un mapa muy antiguo. Deben seguirlo con cuidado.»
Con el mapa en la mano, Míriam y Samuel bajaron de la torre y empezaron a seguir las indicaciones. El mapa los llevó a través de los jardines, pasando por el estanque y la cabaña, hasta una parte del jardín que no habían explorado antes.
Allí, encontraron un viejo roble con un hueco en su tronco. Míriam metió la mano en el hueco y sacó un pequeño cofre de madera. Lo abrieron y encontraron dentro un tesoro de juguetes antiguos y brillantes piedras preciosas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.