En el pequeño pueblo de Villamágica, escondido entre colinas cubiertas de un verde intenso y atravesado por un río que brillaba bajo el sol como si fluyera purpurina, había una escuela muy especial. Esta no era una escuela común, porque en ella, en lugar de cuadernos y lápices, se usaban varitas mágicas y libros encantados. En esta escuela estudiaban Elena, Daniela, Alba y Pepe, cuatro amigos que amaban la magia más que nada en el mundo.
Elena, con su larga cabellera ondulada y un vestido púrpura que siempre parecía tener vida propia, era la más aventurera del grupo. Daniela, de cabello corto y vestido amarillo, era la más inteligente y siempre tenía una respuesta para todo. Alba, con sus rizos rojos y vestido verde, era la más creativa y soñadora. Pepe, con su pelo negro y túnica azul, era el más gracioso y siempre hacía reír a todos.
Un día, la maestra de magia, la señora Luz, les propuso un desafío muy especial. «Hoy», comenzó con una voz que parecía un suave murmullo de viento, «vamos a crear algo único con magia. Quiero que cada uno de ustedes piense en algo que desearían ver en el mundo y lo creen usando sus varitas y su imaginación.»
Los ojos de los niños brillaron con emoción. Se pusieron en círculo alrededor de la gran mesa del aula, que estaba cubierta de libros antiguos y frascos con ingredientes misteriosos. Elena fue la primera en empezar. Agitó su varita y pronunció unas palabras mágicas. De la punta de su varita surgieron chispas de colores que se unieron en el aire formando una hermosa mariposa que revoloteaba por el aula.
Daniela, no queriendo quedarse atrás, agitó su varita y creó una serie de pequeñas luces danzantes que iluminaron el aula con colores del arcoíris. Alba, con una sonrisa soñadora, movió su varita y delante de ella apareció una pequeña cascada que flotaba en el aire, con agua que parecía hecha de purpurina líquida.
Pepe, decidido a hacer reír a sus amigos, agitó su varita y creó un pequeño dragón que echaba humo por las narices, pero en lugar de fuego, soltaba burbujas perfumadas que hacían cosquillas cuando estallaban.
La señora Luz aplaudió con entusiasmo. «¡Muy bien, niños! Han demostrado que con imaginación y un poco de magia, pueden crear cosas maravillosas. Pero ahora, quiero que trabajen juntos y combinen sus creaciones.»
Los cuatro amigos se miraron, emocionados con la idea. Comenzaron a hablar y planear cómo combinarían sus mágicas creaciones. Después de unos minutos, unieron sus varitas y, al unísono, pronunciaron un hechizo.
Del centro de la mesa, donde las varitas se unían, surgió una luz brillante que poco a poco tomó forma. La mariposa de Elena comenzó a volar alrededor de la cascada de Alba, las luces de Daniela iluminaban el agua brillante, y el dragón de Pepe soplaban burbujas que se mezclaban con el agua y volaban por el aula.
Cuando el hechizo se completó, en medio del aula había un pequeño mundo mágico flotante, un microcosmos donde una mariposa mágica volaba entre cascadas de purpurina y luces arcoíris, todo vigilado por un dragón juguetón que soltaba burbujas risueñas.
La señora Luz, con lágrimas en los ojos por la belleza de lo que sus estudiantes habían creado juntos, les dijo: «Esto es lo que sucede cuando unimos nuestras fuerzas y trabajamos juntos. No solo creamos magia, creamos maravillas.»
Elena, Daniela, Alba y Pepe se tomaron de las manos, mirando su creación con orgullo. Sabían que ese día no solo habían aprendido sobre magia, sino también sobre la importancia de la amistad y la colaboración.
Y así, con corazones llenos de alegría y ojos brillantes de imaginación, continuaron aprendiendo y creciendo en la escuela más mágica de Villamágica, donde cada día era una aventura y cada lección un descubrimiento.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.