Había una vez, en un reino lejano lleno de magia y maravillas, cuatro grandes amigos que tenían un sueño en común: construir la empresa más grande y exitosa de todo el reino. Sus nombres eran Alex, Juan, Juancho y Juana, y aunque cada uno tenía habilidades muy distintas, juntos formaban un equipo increíblemente talentoso.
Alex, el líder natural del grupo, era un joven visionario con un gran sentido de la organización. Siempre llevaba consigo un pergamino lleno de planes y estrategias para hacer crecer la empresa que habían decidido llamar «Magia & Creación». Era su sueño convertir esa pequeña tienda de artefactos mágicos en un gran taller donde todos en el reino pudieran encontrar soluciones mágicas para cualquier problema.
Juan era el más energético de los cuatro, siempre estaba lleno de ideas emocionantes y no podía estar quieto. Su especialidad eran los artefactos mágicos, aquellos objetos que parecían normales pero que, al tocarlos, revelaban poderes extraordinarios. Juan pasaba días enteros inventando y mejorando los productos de la empresa.
Juancho, por su parte, era más calmado y reflexivo. Siempre llevaba sus gafas y un libro en las manos, estudiando nuevos hechizos y técnicas. Sabía todo lo que había que saber sobre la magia antigua, y gracias a sus conocimientos, la empresa siempre lograba sorprender a los clientes con innovaciones mágicas nunca vistas. Si había algo que Juancho no sabía, simplemente se sentaba a investigar hasta encontrar la respuesta.
Y luego estaba Juana, la genio de las pociones. Juana era quien daba vida a los objetos y a las ideas con sus mezclas mágicas. Tenía una paciencia infinita y una gran habilidad para crear el equilibrio perfecto entre ingredientes. Podía crear desde pociones curativas hasta líquidos que hacían que los objetos volaran. Su mesa de trabajo siempre estaba llena de frascos de colores brillantes, burbujeando y emitiendo ligeras luces.
Al principio, la empresa de los cuatro amigos era pequeña. Solo tenían un pequeño taller en una esquina del mercado del reino, donde vendían sus artefactos y pociones. Aunque muchos pasaban por allí curiosos, no eran muchos los que compraban, ya que preferían ir a tiendas más grandes y conocidas.
«Necesitamos una gran idea para que la gente nos conozca,» dijo Alex una tarde mientras miraba su pergamino lleno de anotaciones. «Algo que haga que todos en el reino quieran venir aquí.»
«¡Claro que sí!» exclamó Juan, saltando de su silla. «Podemos inventar un artefacto que todos quieran usar, algo tan increíble que no puedan ignorarnos.»
«Pero, ¿qué podría ser eso?» preguntó Juana mientras mezclaba algunos ingredientes para una nueva poción. «Ya hemos probado pociones para volar, objetos que se mueven solos, ¡pero parece que nada impresiona lo suficiente!»
Juancho, que estaba leyendo un libro sobre magia ancestral, levantó la vista. «Tal vez lo que necesitamos no es solo un objeto mágico, sino algo que ayude a las personas en su vida diaria, algo que mejore su bienestar de una forma que nadie haya imaginado antes.»
Los cuatro amigos se miraron, y poco a poco comenzaron a tener una idea. Decidieron que la magia que querían ofrecer debía ser práctica, útil para todos, y que hiciera de la vida algo más fácil y alegre. Con esa idea en mente, se pusieron manos a la obra.
Juan comenzó a diseñar un artefacto especial, una esfera mágica que podía proyectar imágenes y sonidos para enseñar a la gente cómo hacer cosas nuevas. Juana trabajó en una poción que, al beberla, daba energía y bienestar a quienes la tomaban, haciéndolos sentir felices y renovados. Juancho estudió un antiguo hechizo que permitía que los objetos mágicos de la tienda se comunicaran con los clientes, ayudándolos a elegir lo que más necesitaban.
Mientras tanto, Alex se encargó de preparar un gran evento para mostrarle al reino todas las novedades que «Magia & Creación» estaba preparando. Sabía que, si lograban atraer suficiente atención, su pequeña empresa podría crecer rápidamente.
El día del gran evento llegó, y el taller estaba lleno de personas curiosas. Algunos habían oído hablar de las pociones de Juana, otros estaban intrigados por los artefactos de Juan, y muchos simplemente querían ver qué era lo que los cuatro amigos habían preparado. La tienda estaba decorada con luces mágicas que parpadeaban de colores, y una suave melodía se escuchaba en el aire, creada por uno de los artefactos de Juan.
Alex tomó la palabra frente a la multitud. «Bienvenidos a ‘Magia & Creación’. Hoy les mostraremos cómo la magia puede hacer sus vidas más fáciles y felices. ¡Prepárense para la sorpresa!»
Primero, Juan mostró su esfera mágica. La gente quedó maravillada cuando la esfera proyectó una imagen que les enseñaba, paso a paso, cómo hacer trabajos difíciles de manera sencilla. Era como tener a un maestro personal en la palma de la mano. Luego, Juana ofreció su poción especial a algunos voluntarios, quienes, al beberla, sintieron una increíble energía y bienestar que los llenó de alegría.
Juancho demostró cómo, con su hechizo, los objetos mágicos de la tienda podían hablar con las personas, ayudándolas a encontrar justo lo que necesitaban. La multitud quedó asombrada y emocionada. Pronto, todos querían llevarse algo de la tienda, y «Magia & Creación» comenzó a llenarse de pedidos y de nuevos clientes.
Gracias al esfuerzo y las ideas de los cuatro amigos, su pequeña empresa comenzó a crecer rápidamente. Se hicieron conocidos en todo el reino, y la gente acudía desde lugares lejanos para comprar sus artefactos y pociones. Pero lo más importante de todo era que nunca dejaron de trabajar juntos como un equipo.
Cada uno tenía un papel importante: Alex organizaba las ideas y mantenía todo en orden, Juan creaba inventos increíbles, Juana mezclaba pociones que cambiaban vidas, y Juancho aportaba su sabiduría mágica. Juntos, se apoyaban y se aseguraban de que su empresa siguiera creciendo.
Con el tiempo, «Magia & Creación» se convirtió en una de las empresas más grandes y exitosas del reino, no por el poder de su magia, sino por el poder de la amistad y el trabajo en equipo.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.