Cuentos de Fantasía

La Luz de Catalina

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un rincón olvidado del mapa, donde los mapas dejan de ser útiles y las brújulas giran sin sentido, se encontraba el bosque encantado de Miralunas. Este lugar, conocido solo por aquellos que creían en lo imposible, era el hogar de Catalina, una niña con cabellos de oro y ojos como dos trocitos de cielo.

Catalina no era una niña común. Desde muy pequeña, descubrió que podía hablar con los animales y las plantas, que le contaban historias de otros tiempos y otros mundos. Su mejor amigo era un viejo roble llamado Artemio, cuyas hojas susurraban secretos del viento y las estrellas.

Un día, mientras exploraba una parte desconocida del bosque, Catalina encontró una esfera de cristal enterrada bajo las raíces de Artemio. Al tocarla, la esfera comenzó a brillar con luz propia, iluminando todo el bosque con una luz cálida y acogedora.

«Es la Esfera de Luanaris», explicó Artemio con voz temblorosa. «Dentro de ella reside la luz de la luna de las mil noches. Quien la posea podrá cambiar la noche por el día y traer esperanza en tiempos de oscuridad».

Maravillada por el poder de la esfera, Catalina decidió que debía usarla para hacer el bien. Pero, como en toda historia de magia y poder, la tentación de usar la esfera para deseos personales siempre estaba presente.

Con el tiempo, la noticia de la esfera se esparció por los rincones más remotos, atrayendo a criaturas de buena y mala fe. Catalina tuvo que aprender a discernir entre aquellos que buscaban la luz para ayudar a otros y aquellos que deseaban usarla para sus fines egoístas.

Una noche, un enjambre de sombras descendió sobre Miralunas, intentando robar la esfera. Catalina, con la ayuda de Artemio y todos sus amigos del bosque, defendió su hogar con valentía. Las sombras eran astutas y numerosas, pero la luz de la esfera era poderosa.

«Catalina, debes usar la esfera para enviar a estas sombras de vuelta a la nada», dijo Artemio. Con el corazón palpitante y el destino de su hogar en sus manos, Catalina levantó la esfera hacia el cielo nocturno. Un rayo de luz lunar penetró la oscuridad, y las sombras se disolvieron como niebla al sol.

Desde aquel día, Catalina fue conocida no solo como la guardiana de la esfera, sino también como la portadora de la luz. Aprendió que el verdadero poder no reside en la magia que poseemos, sino en cómo elegimos usarla.

Años más tarde, Catalina, ya una mujer sabia y respetada, decidió que era hora de pasar la esfera a alguien nuevo. Escogió a una joven del pueblo cercano, enseñándole todo sobre el bosque, los animales, las plantas y, lo más importante, sobre la responsabilidad de portar la luz.

«Usa este don para iluminar el mundo, nunca para oscurecerlo», fueron sus últimas palabras antes de retirarse a lo más profundo de Miralunas, donde siguió siendo una leyenda viviente, una historia contada para recordar la bondad y la valentía.

Y así, la luz de Catalina, como un faro en la noche, continuó guiando a generaciones, recordándoles que incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay esperanza si estamos dispuestos a buscar la luz.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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