Cuentos de Fantasía

La Princesa y el Unicornio de la Luz Celestial

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un reino alejado entre montañas llenas de árboles centenarios y ríos que parecían cantar al fluir, vivía una joven princesa llamada Nahomi. Desde pequeña, Nahomi había soñado con aventuras más allá de los límites del castillo. Era una niña valiente y curiosa, siempre dispuesta a explorar, aunque sabiendo que su deber como princesa la mantenía atada a ciertas obligaciones.

Nahomi pasaba sus días en el jardín real, donde las flores brillaban como joyas y los pájaros pintaban el aire con sus dulces melodías. A menudo se sentaba en su lugar favorito, un columpio de madera bajo un sauce llorón, imaginando historias fantásticas sobre criaturas mágicas y reinos lejanos. Pero había algo más que la inquietaba: un misterioso bosque que se extendía detrás del castillo, siempre envuelto en un ligero velo de neblina. Los ancianos del pueblo decían que era un bosque encantado, lleno de seres extraordinarios y secretos por descubrir.

Un día, mientras paseaba por los jardines, Nahomi notó que un destello de luz brillaba entre los árboles del bosque. Intrigada, decidió acercarse. Sin pensarlo dos veces, se alejó de su entorno familiar y comenzó a caminar hacia la misteriosa luz. Cada paso que daba parecía hacerle latir el corazón con más fuerza, como si el bosque mismo le llamara.

Al entrar en el bosque, el aire se volvió fresco y fragante. Ramas de colores brillantes se entrelazaban sobre su cabeza, y el suelo estaba cubierto de un suave lecho de musgo. A medida que avanzaba, la luz se volvía más intensa, iluminando todo a su alrededor con un brillo cálido. Finalmente, Nahomi llegó a un claro donde la luz se concentraba en un hermoso unicornio, cuya piel resplandecía como la luna llena y cuya cornamenta era de un dorado brillante. Sus ojos, suaves y profundos, miraban a la princesa con inteligencia y tristeza.

Nahomi se quedó maravillada ante la criatura que siempre había considerado un simple mito. Se acercó lentamente, con respeto. «Hola, hermoso unicornio,» dijo con voz temblorosa, «¿por qué brillas de una manera tan increíble?»

El unicornio sonrió, mostrando una dentadura perfecta. «Soy el Unicornio de la Luz Celestial. Cada mil años, se me concede la oportunidad de conceder un deseo a una persona de corazón valiente y puro. Pero me encuentro en problemas, y necesito tu ayuda, princesa.»

«¿En problemas?» preguntó Nahomi, su curiosidad superando su asombro. «¿Qué puedo hacer yo para ayudarte?»

«Una sombra oscura se cierne sobre este bosque, creada por un malvado hechicero que desea robar mi luz para sí mismo. Sin mi luz, el bosque perderá su magia y desaparecerá. Necesito a alguien que me ayude a encontrar la Flor de la Esperanza, oculta en la cima de la Montaña Susurrante. Solo esa flor puede devolverme mis poderes y salvar este mundo.»

Nahomi no dudó. Por un momento, pensó en sus responsabilidades de princesa, pero el deseo de aventurarse y ayudar al unicornio le llenó el corazón de valor. «Voy contigo,» decidió de inmediato. «No me importa los peligros que tengamos que enfrentar. ¡Dame tu luz y juntos lo haremos!»

«Así se habla,» dijo el unicornio. Con un suave toque de su cornamenta, iluminó el claro y, de repente, Nahomi se sintió envuelta en una energía brillante. «Por tu valentía, te concederé un poco de mi luz. Te protegerá en el camino.»

Un destello envolvió a Nahomi, dejándola más segura y decidida. Juntos, partieron hacia la Montaña Susurrante, un lugar que había escuchado que estaba lleno de maravillas, pero también de peligros.

Al llegar al pie de la montaña, Nahomi se dio cuenta de que era un camino empinado y rocoso. «¿Cómo llegaremos a la cima?» preguntó, mirando hacia arriba.

El unicornio meditó un momento. «Debemos encontrar el secreto de la montaña. Habrá desafíos, pero recuerda, siempre hay magia en la amistad. Necesitaremos la ayuda de un amigo para atravesar este paisaje.»

Al avanzar, empezaron a sentir susurros a su alrededor. Las rocas parecían murmurar palabras antiguas, y el viento cargaba consigo ecos de risas. De repente, una pequeña figura se asomó detrás de un arbusto; era un zorro de pelaje dorado, con ojos astutos.

«Hola, viajeros,» dijo el zorro, moviendo su cola. «¿Buscan la Flor de la Esperanza?»

«Sí,» respondió Nahomi rápidamente. «¿Puedes ayudarnos?»

«Quizás,» dijo el zorro con una sonrisa pícara. «Pero deberán demostrarme que son dignos. Tendrán que responder a un acertijo.»

Ambos asintieron, listos para el desafío. El zorro se acomodó, alisando su pelaje. «Aquí va: ¿Qué es lo que nunca se puede tocar, pero siempre se siente? ¿Qué es lo que crece más rápido que un árbol, pero nunca tiene raíces?»

Nahomi frunció el ceño, pensando con todas sus fuerzas. El unicornio permanecía a su lado, observando y confiando en ella. Después de unos momentos, la respuesta surgió en su mente como un destello. «¡Es la esperanza!» exclamó.

El zorro aplaudió emocionado. «¡Correcto! Ustedes son dignos. Sigan adelante, pero tengan cuidado: la montaña guarda secretos, y hay otros que buscarán la flor antes que ustedes.»

Con una nueva chispa de alegría, Nahomi y el unicornio continuaron su ascenso. A medida que subían, el paisaje se volvía más hermoso y más extraño. Flores luminescentes brotaban entre las piedras, y pequeños pájaros de colores vibrantes cantaban melodías encantadoras.

Sin embargo, después de un rato, un oscuro silencio cayó sobre ellos. De pronto, un estruendo resonó en la montaña, y una figura emergió: un gigante de sombras, con ojos rojos como brasas ardientes. «¿Quiénes osan entrar en mi dominio?» bramó.

Nahomi se sintió temerosa, pero recordó la luz del unicornio que la protegía. «No buscamos pelea,» dijo con valentía. «Solo queremos conseguir la Flor de la Esperanza para ayudar al Unicornio de la Luz Celestial.»

El gigante rió de manera burlona. «¡La flor es mía! ¡Nadie la tomará! ¡Desaparezcan antes de que llame a los vientos oscuros!»

Nahomi se dio cuenta de que debían pensar rápido. «Si nos dejas pasar, te prometo que regresaré algún día y te llevaré un regalo,» ofreció, intentando apelar a su curiosidad.

El gigante frunció el ceño, dudando. «¿Qué regalo podría hacerme una simple princesa?»

«Traeré algo que has creído perdido, un eco de alegría. Alguna risa de un niño, algo que hará revivir tus días de luz,» dijo Nahomi, esperando que sus palabras fueran suficientes.

El gigante, intrigado, bajó su mirada. «Está bien. Me quedaré aquí esperando. Pero si regresan, no se olviden de prometerme que volverán con alegría.»

Nahomi y el unicornio aprovecharon la oportunidad y corrieron hacia la cima de la montaña. Justo cuando llegaron a la cima, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de naranjas y violetas. Allí, en el centro del claro, brillaba la Flor de la Esperanza, con pétalos que irradiaban todos colores del arcoíris.

Nahomi la miró con admiración. «¡Lo logramos!» exclamó, acercándose cuidadosamente a la flor. Justo cuando fue a recogerla, un fuerte viento azotó el claro. Una sombra se abalanzó sobre ellos: el hechicero malvado había llegado.

«¡No tocarás esa flor!» gritó con voz temblorosa de poder. «¡Con su esencia, mi dominio será eterno!»

«¡Tú no puedes tener esta luz!» respondió Nahomi, sosteniendo la flor frente a ella. «Es un símbolo de esperanza, y tú no puedes extinguirla.»

El hechicero rió, pero en su risa había un dejo de frustración. «Contigo o sin ti, la luz será mía.» Con un gesto de su mano, convirtió el viento en oscuridad, intentando atraparlos.

Pero Nahomi, sosteniendo la flor, recordó la promesa que había hecho al gigante y el deseo de ayudar a la criatura mágica. «¡Unicornio, necesitamos tu luz!» Mientras las sombras se acercaban, la magia del unicornio brilló más intensamente. Se creó una esfera de luz brillante que dispersó la oscuridad del hechicero.

Un intenso resplandor llenó el claro, y la figura del unicornio se hizo más grande y brillante. Con un único movimiento, envió la luz hacia el hechicero, quien retrocedió, incapaz de soportar su luz pura. Con un grito de furia, se desvaneció entre las sombras, dejando sólo un eco de su risa amarga.

Al ver que el peligro había pasado, el unicornio se acercó a Nahomi. «Has demostrado un gran valor y un corazón brillante. La Flor de la Esperanza es tuya. Su magia te pertenecerá siempre.»

Nahomi tomó la flor con manos temblorosas, sintiendo su poder vibrante. «Gracias, querido unicornio. No podría haberlo hecho sin tu luz.»

Al regresar al castillo, Nahomi supo que su vida nunca volvería a ser la misma. La experiencia vivida en la montaña no solo había fortalecido su espíritu, sino que también le había enseñado el valor de la esperanza y la amistad. Mientras caminaba hacia el jardín real, sintió que una parte de la luz del unicornio siempre residiría en su corazón.

Con el tiempo, la princesa cumplió su promesa al gigante y regresó a la montaña con historias de risas infantiles y eventos alegres. Se había convertido en una figura respetada en su reino, conocido por su bondad y su deseo de ayudar a los demás.

El bosque se llenó nuevamente de vida, no solo gracias al unicornio, sino también a la princesa que había elegido el camino del valor y la esperanza. Nahomi entendió que, aunque los peligros siempre existirían, la magia de la amistad y la luz del amor podían vencer cualquier sombra.

Y así, el reino prosperó bajo la luz de la esperanza, con Nahomi guiando el camino hacia un futuro brillante, un futuro donde la luz era siempre más fuerte que la oscuridad. Y en cada cuento que contaba, la leyenda del unicornio de la Luz Celestial y la princesa valiente se convirtió en una fuente de inspiración para todos.

Al final, Nahomi aprendió que el verdadero poder no reside solo en la magia, sino en el amor y la bondad que compartimos, dejando una luz que perdura a través de las generaciones.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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