Cuentos de Fantasía

Sofía y los Seis Portales Mágicos

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un rincón oculto del mundo, un lugar donde la magia no solo existía, sino que florecía como las flores en primavera. Este lugar era conocido como Hit Entertainment Mágico, un reino donde las series de televisión infantil cobraban vida y donde los sueños de los niños se hacían realidad. En medio de este mundo lleno de fantasía, existía un pequeño gran club mágico, un lugar donde solo los más especiales podían entrar, aquellos con corazones llenos de esperanza y mentes abiertas a la aventura.

Un día, el consejo de sabios del club decidió nombrar a un nuevo aprendiz. Este aprendiz era una niña llamada Sofía, de solo ocho años. Sofía era una niña como muchas otras, con un corazón puro y una curiosidad insaciable. Tenía el cabello largo y castaño, y siempre llevaba un sencillo vestido que parecía tener un toque mágico, ya que brillaba ligeramente cuando estaba feliz.

Todos los días, Sofía visitaba un hermoso jardín encantado dentro del club. Este jardín era su lugar favorito, pues estaba lleno de flores de todos los colores, plantas exóticas, y pequeñas criaturas de luz llamadas hadas. Las hadas vivían en el jardín y ayudaban a cuidarlo, cantando dulces melodías que hacían que las flores crecieran aún más hermosas. Era el lugar perfecto para practicar su magia, y Sofía pasaba horas allí, aprendiendo a conjurar pequeños hechizos con la ayuda de las hadas.

Un día, mientras paseaba por el salón del portal, un lugar misterioso dentro del club que estaba lleno de puertas hacia otros mundos, Sofía notó algo que nunca había visto antes. Había seis portales mágicos que brillaban intensamente con colores diferentes: rojo, azul, verde, amarillo, rosa y púrpura. Los portales parecían llamarla, invitándola a descubrir los secretos que guardaban.

Con un ligero temblor de emoción, Sofía se acercó al primer portal, el que brillaba en un cálido color rojo. Se detuvo por un momento, preguntándose qué aventuras le esperaban al otro lado. Decidida a descubrirlo, dio un paso adelante y fue absorbida por la luz del portal.

Cuando abrió los ojos, Sofía se encontró en un lugar familiar pero distinto. Estaba en un amplio campo verde, rodeada de una cálida luz solar. Y allí, en medio del campo, vio a un grupo de amigos: Barney y sus amigos, todos cantando y riendo juntos. Barney, el dinosaurio púrpura, era conocido por su amor por la música y la amistad. Al ver a Sofía, Barney la saludó con su habitual alegría.

—¡Hola, Sofía! —exclamó Barney, acercándose a ella—. ¡Qué bueno verte! Estamos a punto de empezar una nueva aventura. ¿Te gustaría unirte a nosotros?

Sofía asintió emocionada. Barney y sus amigos la guiaron a través de un bosque cercano, donde debían encontrar el primer cristal mágico, escondido en algún lugar entre los árboles. Mientras caminaban, cantaban canciones divertidas que hacían que el tiempo pasara volando.

Finalmente, llegaron a un claro donde había un gran árbol antiguo. En su base, cubierto de musgo y flores, brillaba un cristal rojo. Sofía se acercó y, con la ayuda de Barney, lo recogió cuidadosamente.

—Este cristal es especial —dijo Barney—. Representa la amistad y el amor que compartimos. Cuídalo bien, Sofía.

Con el primer cristal en sus manos, Sofía agradeció a Barney y sus amigos, y regresó al salón del portal, lista para continuar su aventura.

El siguiente portal que eligió fue el que brillaba en un suave color rosa. Al atravesarlo, Sofía se encontró en una elegante sala de ballet, llena de luz y música. Allí, en el centro del escenario, estaba Angelina Ballerina, una ratoncita que era la mejor bailarina de todo el reino.

Angelina se acercó a Sofía con gracia y le sonrió.

—¡Bienvenida, Sofía! —dijo Angelina, con una voz suave y melodiosa—. Estoy practicando un nuevo baile para el gran espectáculo de esta noche. Pero antes de que empiece, hay algo que debemos encontrar juntas.

Angelina le explicó a Sofía que el cristal rosa, el cual representaba la gracia y la belleza, estaba escondido en algún lugar del teatro. Juntas, comenzaron a buscarlo, revisando entre los escenarios y las decoraciones.

Finalmente, detrás de un gran telón, Sofía encontró el cristal rosa, brillando con una luz suave. Angelina la felicitó y le dio un abrazo.

—Recuerda, Sofía —dijo Angelina—, la belleza no solo está en cómo nos vemos, sino en cómo tratamos a los demás.

Sofía agradeció a Angelina y, con el cristal rosa en sus manos, regresó al salón del portal.

El siguiente portal que eligió fue el que brillaba en un vibrante color azul. Al atravesarlo, Sofía se encontró en un bullicioso pueblo, donde los bomberos estaban siempre listos para ayudar. Allí conoció a Sam el Bombero, un héroe local que siempre estaba dispuesto a salvar el día.

Sam sonrió al ver a Sofía y la invitó a unirse a él en una misión especial.

—¡Hola, Sofía! —dijo Sam—. Hay un cristal azul escondido en algún lugar de este pueblo, y representa el valor y la responsabilidad. ¡Vamos a encontrarlo juntos!

Juntos, Sofía y Sam buscaron por todo el pueblo, ayudando a los residentes en el camino. Finalmente, en la estación de bomberos, encontraron el cristal azul, escondido en una caja de herramientas.

—Este cristal nos recuerda que siempre debemos ser valientes y responsables, sin importar lo que pase —dijo Sam, entregando el cristal a Sofía.

Sofía agradeció a Sam y, con el cristal azul en sus manos, regresó al salón del portal.

El cuarto portal que eligió fue el que brillaba en un brillante color amarillo. Al atravesarlo, Sofía se encontró en un paisaje nevado, donde todo estaba cubierto de blanco. Allí conoció a Pingu, un pingüino travieso que siempre estaba metido en alguna travesura.

Pingu saludó a Sofía con un alegre chillido y la invitó a deslizarse con él por las colinas de nieve.

—¡Vamos, Sofía! —dijo Pingu—. ¡El cristal amarillo está escondido en algún lugar aquí en el hielo!

Juntos, Sofía y Pingu se deslizaron por las colinas, riendo y jugando en la nieve. Finalmente, en una cueva de hielo, encontraron el cristal amarillo, brillando como un rayo de sol.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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