En un lugar recóndito de Evania, un mundo donde la magia y los gremios de hechiceros controlaban cada aspecto de la vida cotidiana, tres jóvenes valientes se preparaban para embarcarse en una aventura que cambiaría sus vidas para siempre. Erick, Aurora y Nicolás eran parte de una pequeña comunidad en los márgenes de la gran jerarquía mágica que gobernaba desde el castillo de Zhor. En este reino, los gremios mantenían un estricto control sobre la magia, y cualquier uso fuera de sus normas era considerado anarquía, castigada severamente.
Erick, un joven valiente de cabello castaño y ojos claros, siempre había soñado con ser un caballero protector del reino. Aunque su familia no pertenecía a los gremios ni poseía la magia, él entrenaba todos los días con su espada de madera, preparándose para cualquier peligro que se presentara. Aurora, por su parte, era una joven con un don inefable. Su largo cabello dorado brillaba como los rayos del sol, y tenía la habilidad de ver destellos del futuro, un poder que guardaba en secreto, pues sabía que si los gremios se enteraban, la reclutarían a la fuerza o, peor aún, la encerrarían en las torres de Zhor.
Nicolás, el más misterioso de los tres, siempre vestía una capa verde que le cubría hasta los pies. Era hijo de un ignato, un hombre que había sido condenado al exilio por usar magia sin pertenecer a los gremios. De su padre había heredado una visión crítica hacia las reglas impuestas por la jerarquía, y sus pensamientos sobre una utopía donde todos fueran libres de practicar magia lo convertían en un rebelde silencioso. Aunque Nicolás no hablaba mucho, siempre tenía una mirada calculadora, como si estuviera planeando algo grande.
Antier, una noticia recorrió los pueblos cercanos a la capital. La reina, desesperada por un antiguo mal que amenazaba al reino, había convocado a todos los gremios para encontrar una solución. La cobertura del problema era un misterio para muchos, pues solo los más altos niveles de la jerarquía conocían los detalles. Sin embargo, en un mercado lleno de rumores, Nicolás escuchó algo que le heló la sangre: “El Corazón del Bosque Recóndito se está desmoronando”. Esta frase, aparentemente mundana, ocultaba un peligro que solo él entendía.
—El Corazón del Bosque está muriendo —le dijo Nicolás a Erick y Aurora esa misma tarde, mientras se escondían en una cabaña apartada para discutir lo que había oído—. Si eso ocurre, la magia de toda Evania desaparecerá.
Aurora miró a Nicolás con ojos llenos de preocupación. —¿Cómo lo sabes?
Nicolás extrajo un mapa viejo y descolorido de su capa. —Este mapa me lo dejó mi padre. Habla de un segmento del bosque donde el Corazón late. Si podemos llegar antes de que se apague, podríamos salvarlo y restaurar el equilibrio. Pero será peligroso. Muy peligroso.
Erick, siempre impetuoso, empuñó su espada de madera con decisión. —No podemos dejar que todo desaparezca. Tenemos que ir.
La Aventura Comienza
El camino hacia el Bosque Recóndito no era sencillo. Los tres amigos caminaron durante horas, cruzando colinas y ríos, adentrándose cada vez más en una naturaleza salvaje y desconocida. Erick, con su valentía, lideraba el grupo, mientras que Nicolás se encargaba de interpretar el mapa y guiar a sus compañeros por los senderos ocultos. Aurora, por su parte, sentía que algo inefable la atraía hacia el corazón del bosque, una sensación que le resultaba tanto esperanzadora como aterradora.
El bosque estaba lleno de criaturas mágicas que rara vez se dejaban ver por los humanos. Desde las sombras, pequeños seres luminosos los observaban con curiosidad, mientras los árboles antiguos murmuraban entre sí en lenguas olvidadas. Pero cuanto más se adentraban, más oscuro se volvía el ambiente. El aire, que al principio era fresco y vibrante, comenzó a llenarse de un calor sofocante y opresivo.
—Estamos cerca —dijo Nicolás en voz baja—. El Corazón está más allá de ese claro.
De repente, un rugido ensordecedor rompió el silencio. Del interior de la espesura, un ser gigantesco, cubierto de raíces y musgo, apareció frente a ellos. Era un Guardián del Bosque, una criatura que protegía el Corazón de aquellos que no eran dignos de acercarse.
—¡Deteneos! —gritó la criatura con una voz profunda y reverberante—. Solo aquellos que sean verdaderos de corazón pueden pasar.
Erick, sin dudarlo, dio un paso adelante. —Venimos a salvar el Corazón del Bosque. No tenemos malas intenciones.
El Guardián los miró fijamente, con sus ojos brillando como dos esmeraldas en medio de su rostro cubierto de corteza. —Cada uno de vosotros debe demostrar su valía, o el paso os será negado.
Aurora fue la primera en ser sometida a la prueba. El Guardián habló con voz solemne. —¿Qué augura tu corazón cuando ves el futuro? ¿Es el poder lo que buscas?
Aurora cerró los ojos y dejó que su poder la envolviera. Una visión efímera apareció ante ella: el bosque muriendo, Evania sin magia, y sus amigos luchando para salvar lo que quedaba. Cuando abrió los ojos, contestó con sinceridad. —No busco poder. Solo quiero proteger lo que amo.
El Guardián asintió, complacido por su respuesta. Luego, se volvió hacia Nicolás.
—Tú, el hijo del exiliado, ¿es la anarquía lo que persigues? ¿Deseas destruir el orden de este mundo?
Nicolás, con calma, respondió. —No busco anarquía, sino justicia. El poder debe ser compartido por todos, no solo por unos pocos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.