En un reino muy lejano, donde los bosques brillaban con destellos mágicos y los ríos cantaban melodías antiguas, vivía un príncipe como ninguno otro. Su nombre era Félix, pero todos los que lo amaban lo llamaban Lixie. Félix era conocido en todo el reino por su belleza delicada y su corazón puro. Su cabello rubio caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su rostro siempre parecía irradiar una luz interna, como si el sol mismo lo hubiera bendecido. Su carácter amable y su risa contagiosa hacían que cualquiera que lo conociera lo adorara al instante.
Sin embargo, a pesar de su naturaleza gentil, Félix no estaba solo. Había alguien que lo protegía y lo amaba más que a nada en el mundo: el valiente príncipe Changbin. Él era todo lo opuesto a Félix en apariencia; con su cabello oscuro y su porte imponente, era el defensor del reino y el más hábil guerrero. Pero dentro de su duro exterior, su corazón latía solo por Félix, a quien consideraba su mayor tesoro. Changbin y Félix compartían un amor profundo y sincero, el tipo de amor que solo se encuentra en las historias más hermosas.
Los días en el reino pasaban tranquilos, y la noticia del inminente matrimonio entre Félix y Changbin llenaba de alegría a todos. Sin embargo, no todos en el reino compartían esa felicidad. En una torre oscura, alejada del bullicio del castillo, vivía otro príncipe, un hombre con un corazón atormentado por los celos y la amargura. Su nombre era Hyunjin, un príncipe dotado con el conocimiento de las artes oscuras.
Hyunjin había estado enamorado de Félix desde la primera vez que lo vio, y su amor había crecido hasta convertirse en una obsesión. Aunque Félix y Hyunjin compartieron algunas palabras en el pasado, el corazón de Félix siempre había pertenecido a Changbin. Hyunjin, incapaz de soportar la idea de perder a Félix, comenzó a sumergirse en la magia oscura, buscando desesperadamente una manera de hacer suyo al príncipe. Y cuando se enteró de que Félix y Changbin planeaban casarse, su mente se llenó de pensamientos oscuros.
Una noche, cuando el reino dormía bajo la luz de la luna, Hyunjin decidió que no podía esperar más. Con sus ojos brillando con un destello peligroso, trazó un plan para separar a Félix y Changbin para siempre. «Si no puedo tenerte, Lixie, entonces nadie más lo hará», susurró para sí mismo mientras comenzaba a conjurar un hechizo poderoso.
Al día siguiente, mientras Félix y Changbin paseaban por los jardines del castillo, Hyunjin apareció inesperadamente. «Félix, querido», dijo con voz suave pero cargada de emoción contenida, «debo hablar contigo en privado. Es importante». Félix, que siempre había sido amable con todos, aceptó sin pensarlo. Sin embargo, Changbin sintió algo extraño en la voz de Hyunjin, pero decidió no intervenir, confiando en el juicio de Félix.
Hyunjin llevó a Félix a una pequeña arboleda, lejos de oídos indiscretos. Una vez allí, se volvió hacia él, sus ojos llenos de tristeza y desesperación. «Lixie, ¿por qué debes casarte con Changbin? ¿No ves que yo te amo? Haría cualquier cosa por ti», declaró Hyunjin, su voz temblando de emoción.
Félix lo miró con compasión, pero su respuesta fue firme. «Hyunjin, eres un amigo querido, pero mi corazón pertenece a Changbin. Él es el amor de mi vida, y nada puede cambiar eso». Estas palabras rompieron el corazón de Hyunjin, quien, en su desesperación, decidió que debía actuar de inmediato.
Sin previo aviso, Hyunjin levantó las manos y lanzó un hechizo oscuro. Una nube de sombra envolvió a Félix, haciéndolo caer al suelo, inconsciente. «Lo siento, Lixie», susurró Hyunjin mientras lo tomaba en brazos. «Pero esto es por tu propio bien. Pronto entenderás que solo yo puedo amarte como mereces».
Hyunjin llevó a Félix a su torre, donde lo mantuvo prisionero bajo un encantamiento. Mientras tanto, en el castillo, Changbin se dio cuenta de que algo andaba mal cuando Félix no regresó. Su corazón se llenó de pánico, y rápidamente reunió a sus guardias para buscar a su amado.
Durante días, Changbin buscó incansablemente, recorriendo cada rincón del reino. Pero fue en vano; no había rastro de Félix ni de Hyunjin. Sin embargo, Changbin no se dio por vencido. Sabía que Hyunjin debía haber utilizado la magia para ocultar a Félix, así que decidió buscar la ayuda de la única persona que podría conocer las artes oscuras mejor que Hyunjin: una vieja bruja que vivía en los límites del reino.
Changbin cabalgó día y noche hasta llegar a la morada de la bruja. «Por favor, ayúdame», suplicó. «Hyunjin ha raptado a Félix y lo ha ocultado con su magia. Necesito encontrarlo antes de que sea demasiado tarde».
La bruja, que tenía un conocimiento profundo de las emociones humanas, miró a Changbin con comprensión. «Tu amor por Félix es verdadero, y eso puede ser tu mayor arma contra la magia de Hyunjin», dijo con voz áspera. «Pero necesitarás algo más para romper el hechizo. Toma esta poción; está hecha de las lágrimas de aquellos que han amado profundamente y perdido. Solo viértela sobre Félix cuando lo encuentres, y su mente será liberada».
Con la poción en mano, Changbin regresó al castillo, decidido a encontrar a Félix y salvarlo de las garras de Hyunjin. Sabía que el tiempo era esencial; cada día que pasaba, el hechizo de Hyunjin se volvía más fuerte.
Mientras tanto, en la torre, Félix luchaba contra el encantamiento. Aunque su cuerpo estaba prisionero, su mente y su corazón no dejaban de pensar en Changbin. Sabía que Changbin vendría por él, pero no sabía cuánto tiempo más podría resistir la magia de Hyunjin.
Finalmente, después de días de búsqueda, Changbin llegó a la torre de Hyunjin. Con la espada en mano y el corazón lleno de determinación, subió las escaleras y llegó a la cámara donde Hyunjin mantenía a Félix prisionero. Hyunjin, al ver a Changbin, sintió una mezcla de miedo y odio.
«No te atrevas a acercarte, Changbin», advirtió Hyunjin, sus manos listas para lanzar otro hechizo. «Félix me pertenece ahora. Es solo cuestión de tiempo antes de que me ame como yo lo amo».
Pero Changbin no estaba dispuesto a retroceder. «Félix nunca te pertenecerá, Hyunjin», declaró con firmeza. «El amor verdadero no se obtiene por la fuerza ni por la magia. Lo que estás haciendo es solo una ilusión».
Con esas palabras, Changbin lanzó la poción sobre Félix, que yacía inconsciente en un lecho de seda. La poción chisporroteó cuando tocó la piel de Félix, y el hechizo de Hyunjin comenzó a desvanecerse. Los ojos de Félix se abrieron lentamente, y al ver a Changbin a su lado, una lágrima de alivio rodó por su mejilla.
«Changbin…», susurró Félix, aún débil por el encantamiento. «Sabía que vendrías por mí».
Changbin lo tomó en sus brazos, abrazándolo con fuerza. «Siempre estaré contigo, Lixie. Nadie podrá separarnos».
Hyunjin, al ver que su hechizo se rompía, sintió una oleada de desesperación y furia. «¡No, esto no puede terminar así!» gritó, lanzando un último hechizo hacia Changbin. Pero en su estado emocional, el hechizo salió mal, y una explosión de energía oscura llenó la habitación.
Cuando el humo se disipó, Hyunjin estaba de pie en el centro de la habitación, con su magia agotada y su corazón roto. Sabía que había perdido, no solo a Félix, sino también su propia humanidad en el proceso. Con lágrimas en los ojos, Hyunjin cayó de rodillas.
«Lo siento… lo siento mucho, Félix», dijo, su voz llena de remordimiento. «Nunca debí intentar obligarte a amarme. Solo quería que sintieras por mí lo que sientes por Changbin, pero ahora veo que el amor no funciona así».
Félix, a pesar de todo lo que había sucedido, sintió compasión por Hyunjin. «El amor no puede ser forzado, Hyunjin», dijo suavemente. «Espero que algún día encuentres a alguien que te ame de verdad, pero debes dejarme ir».
Hyunjin asintió, con lágrimas corriendo por sus mejillas. Sabía que debía dejar atrás su obsesión y seguir adelante. Con un último suspiro, se levantó y se marchó, dejando a Félix y a Changbin libres para ser felices.
Félix y Changbin regresaron al castillo, donde finalmente pudieron celebrar su boda rodeados de sus seres queridos. El reino entero festejó su unión, sabiendo que el amor verdadero había triunfado sobre la oscuridad. Changbin juró proteger a Félix por el resto de sus días, y Félix, en su corazón, sabía que siempre estaría a salvo con Changbin a su lado.
En cuanto a Hyunjin, nadie volvió a saber de él en el reino. Algunos decían que había abandonado la magia oscura y que vivía una vida tranquila en algún lugar lejano, mientras otros creían que continuaba buscando su redención. Lo que sí es seguro es que Hyunjin había aprendido una valiosa lección sobre el amor y el poder destructivo de los celos.
Y así, en el reino donde los bosques brillaban con destellos mágicos y los ríos cantaban melodías antiguas, la historia de los tres príncipes se convirtió en una leyenda que se contaba a las futuras generaciones, una historia sobre el amor verdadero, el perdón y la redención.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.