En una aldea apartada, rodeada por un bosque denso y verde, vivía Irma, una niña muy buena, de cabello castaño, largo y liso, con unos ojos verdes y rasgados que reflejaban dulzura y curiosidad.
Aunque Irma a menudo se sentía tímida al conocer a alguien nuevo, siempre mostraba una sonrisa amable y sincera.
Uno de los juegos favoritos de Irma era «papas y mamas». Ella adoraba cuidar de sus muñecas como si fueran sus bebés, arrullarlos, cambiarlos y llevarlos de paseo en su pequeño carrito.
Aunque adoraba jugar sola, también le encantaba pasar tiempo con sus amigos. La hacían sentir especial, parte de algo más grande.
Un día, mientras Irma jugaba en su jardín, una mariposa de colores brillantes se posó en su mano. La mariposa, para su sorpresa, comenzó a hablar. «Irma, el bosque mágico necesita tu ayuda.»
Sin pensarlo dos veces, Irma siguió a la mariposa hacia el bosque. A medida que avanzaba, los árboles parecían susurrar su nombre. Llegó a un claro donde se encontró con animales parlantes: un zorro, un búho y un conejo.
El búho, con su voz sabia, explicó: «Nuestro hogar está en peligro. Un hechizo oscuro amenaza con robar la magia del bosque. Pero hemos oído que una niña de corazón puro puede romper el hechizo.»
Irma, sintiéndose al principio insegura, recordó todas las veces que cuidó de sus muñecas con amor y cariño. Si podía cuidar de sus bebés, ¡podía cuidar del bosque también!
Con la ayuda de sus nuevos amigos, Irma enfrentó desafíos y rompecabezas en el bosque. Usó su sentido común para resolver problemas y su dulzura para ganarse la confianza de criaturas mágicas.
Finalmente, llegaron al corazón del bosque donde una piedra brillante emitía un resplandor apagado.
Recordando las palabras del búho, Irma tocó la piedra y pensó en todas las cosas hermosas y amables que había hecho. Al hacerlo, la piedra brilló con más fuerza, y la oscuridad que amenazaba al bosque se disipó.
Los animales del bosque, agradecidos, la nombraron protectora del bosque mágico. Irma prometió visitarlos siempre y cuidar de su nuevo hogar mágico.
Conclusión:
Irma regresó a su aldea con una historia increíble que contar. Aunque algunos no creyeron su aventura, sus amigos sí. Cada vez que se sentía sola o insegura, recordaba su valentía en el bosque mágico y sabía que siempre podía confiar en sí misma.
Después de todo, no se necesita una corona para ser una heroína.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.