Había una vez, en un bosque encantado, tres amigas muy unidas: Cande, Jazmín y Agustina. Cande era una niña alegre con cabello rizado y un brillo especial en sus ojos. Siempre llevaba una tiara brillante en su cabeza, porque soñaba con ser una princesa. Jazmín, con su cabello largo y adornado con flores, amaba la naturaleza y pasaba horas cuidando de las plantas y los animales del bosque. Agustina, que era un poco más bajita, tenía grandes ojos detrás de unas gafas redondas. Era muy curiosa y siempre estaba inventando cosas nuevas.
Un día, mientras jugaban en un claro del bosque, encontraron un libro antiguo y polvoriento. «¡Miren esto!» exclamó Agustina, emocionada. «Parece un libro de hechizos.»
«¿De verdad? ¿Qué dice?» preguntó Cande, acercándose con curiosidad.
«Vamos a abrirlo», sugirió Jazmín, emocionada. Las tres amigas se reunieron alrededor del libro y comenzaron a pasar las páginas.
De repente, una página se iluminó y una voz suave y melodiosa salió del libro. «¡Bienvenidas, pequeñas aventureras! Soy la Hada de los Sueños. He estado esperando a que encontraran este libro. Ustedes tienen el poder de hacer magia.»
«¿Nosotras? ¡No podemos hacer magia!» dijo Cande, asombrada.
«¡Oh, claro que sí! Si usan su imaginación y su amistad, podrán hacer cosas maravillosas», respondió la Hada de los Sueños.
Las tres amigas se miraron emocionadas. «¿Qué tipo de magia podemos hacer?» preguntó Jazmín.
«Pueden elegir un deseo para que se haga realidad. Pero recuerden, deben hacerlo juntas, porque la magia de la amistad es la más poderosa de todas», explicó la hada.
Cande pensó por un momento y dijo: «Quiero que este bosque sea aún más hermoso. Quiero que haya flores de todos los colores.»
«Yo quiero que los animales del bosque puedan hablar», añadió Jazmín. «Así podremos jugar y comunicarnos con ellos.»
«Y yo quiero que podamos volar como las aves», terminó Agustina, con una gran sonrisa.
«¡Perfecto! Ahora cierren los ojos y piensen en sus deseos», dijo la Hada de los Sueños.
Las tres amigas cerraron los ojos y, juntas, comenzaron a pensar en lo que deseaban. De repente, una luz brillante las envolvió y sintieron una oleada de energía recorriendo sus cuerpos.
Cuando abrieron los ojos, el bosque había cambiado. Las flores de todos los colores brotaban por doquier, llenando el aire con su dulce fragancia. Los animales del bosque se acercaron a ellas, hablando y riendo. «¡Hola, amigas! Gracias por hacer esto posible», dijeron los animales.
Cande, Jazmín y Agustina estaban asombradas. «¡Esto es increíble!» gritó Cande.
«¡Nunca había visto tantas flores!» exclamó Jazmín, acariciando una flor azul.
«Y podemos volar», dijo Agustina, mirando hacia arriba. De repente, comenzaron a elevarse del suelo, flotando como si tuvieran alas.
«¡Miren! ¡Estamos volando!» gritaron al unísono, riendo de felicidad.
Así, las tres amigas volaron por todo el bosque, explorando cada rincón y disfrutando de su magia. Hicieron nuevos amigos entre los animales, que les contaron historias sobre el bosque y sus secretos.
Pero pronto, se dieron cuenta de que, aunque todo era maravilloso, había algo que les faltaba. «Creo que deberíamos ayudar a otros», sugirió Cande. «Podemos usar nuestra magia para hacer felices a los demás.»
«¡Sí! Hay muchos animales que necesitan un hogar», dijo Jazmín. «Y también podemos ayudar a las flores a crecer.»
«¡Y a los árboles a ser más fuertes!» añadió Agustina, con entusiasmo.
Así que, con su nueva magia, las tres amigas comenzaron a trabajar. Usaron sus poderes para crear refugios para los animales, llenaron el bosque de más flores y ayudaron a que los árboles crecieran altos y fuertes. El bosque se convirtió en un lugar lleno de vida y alegría.
Un día, mientras estaban ocupadas cuidando de un pequeño ciervo, notaron que algo extraño estaba sucediendo. Una sombra oscura se cernía sobre el bosque. «¿Qué es eso?» preguntó Cande, mirando al cielo.
«Creo que es un dragón», dijo Jazmín, asustada. «Pero parece que está en problemas.»
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.