Cuentos de Humor

La Aventura Musical de Badal y Sus Amigos

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño y vibrante pueblo de Ecuador, rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, vivía un niño llamado Badal. Badal era un niño alegre con el cabello negro y siempre vestía una camiseta roja y jeans. Tenía una pasión especial por la música, y su sueño era aprender a tocar todos los instrumentos tradicionales de su país. Junto a él, siempre estaba su fiel perro Falki, un juguetón can de pelaje marrón que llevaba un pequeño sombrero que lo hacía parecer todo un caballero.

Badal tenía dos grandes amigos, Prisila y Adriana. Prisila era una niña muy inteligente con el cabello largo y castaño, siempre llevaba un vestido azul y amaba tocar instrumentos musicales. Adriana, una mujer bondadosa con cabello rizado, vestía con ropa tradicional ecuatoriana y era conocida por su habilidad para enseñar música.

Un día, mientras Badal, Prisila y Falki jugaban en el parque, Adriana se acercó a ellos con una gran sonrisa.

—Hola, niños. ¿Les gustaría aprender sobre la música tradicional de Ecuador?— les preguntó.

—¡Sí, sí!— exclamaron Badal y Prisila al unísono.

Adriana los llevó a su casa, que estaba llena de instrumentos musicales de todo tipo. Había marimbas, flautas, tambores y muchos más. Los ojos de Badal brillaban de emoción al ver todos esos instrumentos.

—Vamos a empezar con la marimba— dijo Adriana, señalando un gran instrumento de madera con teclas.

Prisila, siempre curiosa, preguntó: —¿Cómo se toca?

Adriana les explicó pacientemente cómo golpear las teclas con los mazos para crear diferentes sonidos. Badal y Prisila intentaron seguir sus instrucciones, pero sus primeros intentos sonaron más como un gato pisando un teclado que como música.

—No se preocupen, con práctica mejorarán— dijo Adriana, riendo.

Falki, el perro, decidió unirse al caos musical, ladrando y saltando alrededor de la marimba. Badal y Prisila no pudieron evitar reírse de las travesuras de Falki.

Después de varios intentos, finalmente lograron tocar una pequeña melodía. Estaban muy orgullosos de sí mismos, y Adriana los felicitó por su esfuerzo.

—¡Muy bien hecho! Ahora, ¿quieren intentar con las flautas?— preguntó Adriana.

—¡Sí!— respondieron emocionados.

Adriana les entregó a cada uno una flauta. Prisila logró hacer un sonido casi de inmediato, pero Badal solo consiguió hacer un ruido que sonó más como el silbido de una tetera. Falki, tratando de imitar a los niños, comenzó a aullar.

—Falki, creo que tú serías un gran cantante de ópera— dijo Badal entre risas.

Pasaron toda la tarde aprendiendo a tocar diferentes instrumentos y disfrutando de la compañía de Adriana. Al final del día, se sentaron en el jardín de Adriana para descansar. Adriana les contó historias sobre cómo la música ha sido una parte importante de la cultura ecuatoriana durante siglos.

—La música no solo es entretenimiento, también es una forma de contar historias y mantener vivas nuestras tradiciones— les explicó.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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