Cuentos de Humor

Mi Papá el Héroe de mi Infancia

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una mañana soleada en la pequeña ciudad de Alegría. El canto de las aves resonaba a través de los árboles, y el aroma del desayuno se extendía por toda la casa de la familia Rodríguez. En la cocina, Mamá estaba preparando los pancakes favoritos de Susana, mientras el delicioso olor hacía que la pancita de la niña hiciera ruidos de alegría. Era un día especial: era el cumpleaños de Susana, y su papá había prometido una gran sorpresa.

“¡Mamá, ya quiero ver mi regalo!” exclamó Susana con entusiasmo, moviéndose inquieta en su silla.

“¡Patience, mi amor! La sorpresa viene después del desayuno,” respondió Mamá, intentando contener la emoción de su hija. Pero Susana estaba tan ansiosa que no pudo evitar seguir imaginando lo que podría ser. ¿Sería un perro? ¿Una bicicleta? ¿Un nuevo juego?

Después de un delicioso desayuno lleno de risas y anécdotas, Papá entró en la cocina con una sonrisa traviesa. “¡Sorpresa, Susana! Es hora de la gran revelación,” dijo mientras sacaba una caja grande, envuelta en papel de colores brillantes.

Susana se acercó con pasos rápidos, sus ojos brillando como estrellas. “¡¿Qué es, qué es?!”

“Primero, me tienes que prometer que no vas a gritar de felicidad. ¡No quiero romper mis ventanas!” bromeó Papá, y todos se rieron.

“¡Prometido!” contestó Susana entre risas.

Papá le entregó la caja y Susana, con manos temblorosas, comenzó a desenvolverla. Con cada tirón de papel, la curiosidad aumentaba. Finalmente, abrió la caja y dejó escapar un grito de emoción: dentro había un pequeño robot de juguete que podía hablar, bailar y hasta jugar a las adivinanzas.

“¡Wow, Papá! ¡Esto es increíble! ¡Eres el mejor papá del mundo!” gritó, abrazándolo con fuerza.

Sin embargo, la risa y la alegría de esa mañana no se detendrían ahí. Mientras exploraban todas las funciones del robot, Susana tuvo una idea brillante. “¡Vamos a hacer una fiesta temática de robots y a invitar a mis amigos!”

Papá sonrió. “¡Eso suena genial! Pero necesito un traje de robot para poder ir también.”

“¡Sí! ¡Y uno muy grande!” complementó Mamá con un guiño divertido. “Así papá puede sorprender a todos.”

Así fue como empezó la misión de crear el traje de robot más impresionante. Los tres se pusieron manos a la obra. Papá trajo cajas de cartón, pintura plateada, tubos de papel higiénico vacíos y un montón de cinta adhesiva. Susana estaba completamente emocionada, y Mamá no podía dejar de reírse al ver a Papá intentar seguir las instrucciones de Susana.

“Primero, necesitamos hacer el cuerpo del robot,” dijo Susana, mientras señalaba una caja. “¿Sabes, Papá? A lo mejor deberíamos ponerle rayos láser en la cabeza.”

“¡Estupendo! ¡Voy a conseguir unos de esos!” exclamó Papá, mientras buscaba en su taller material para hacer efectos especiales.

Mientras tanto, el proceso de construcción se tornó cada vez más absurdo. En un momento, Papá se ató una caja a la cabeza y empezó a moverse de manera torpe, haciendo sonidos cómicos. “¡Bip, bop! ¡Soy Robo-Papá, el robot del día de los cumpleaños!” gritó, haciendo reír a Susana hasta que le dolieron las mejillas.

“¡Papá, eso es demasiado divertido! Necesitamos añadir luces también,” propuso Susana.

“¿Sabes qué? ¡Podemos usar mis pulseras luminosas! Así, cuando me mueva, seré el robot más brillante del universo,” dijo Papá, mientras corría a buscar las pulseras que tenía guardadas.

Finalmente, después de mucho esfuerzo, el traje de robot estaba listo. Y sí, tenía luces, efectos de sonido y, claro, la mejor parte, una pequeña ventana de cartón para que Papá pudiera ver hacia afuera. Todos estaban tan emocionados por la fiesta que las risas llenaron la casa.

El gran día llegó, y Susana invitó a varios de sus amigos. Cada uno llegó vestido con algo relacionado a la temática, y la atmósfera era de pura alegría y diversión. El patio estaba decorado con globos de colores y pancartas que decían “¡Feliz Cumpleaños, Susana, la Robot-Experta!”

Cuando llegó el momento de sorprender a todos, los amigos se reunieron frente al patio. Papá, vestido con su traje robótico que hacía “bip, bop”, salió de la casa con una danza ridícula. Sus movimientos eran tan torpes que todos comenzaron a reírse. Papá hacía su mejor esfuerzo para ser un robot muy “inteligente”, pero en lugar de eso, lo que salió fue un espectáculo cómico que tuvo a todos riendo a carcajadas.

“¡Miren, es Robo-Papá! ¡El mejor robot de cumpleaños del mundo!” gritó uno de los amigos.

“Oh, no. ¡Esta consola está fuera de control!” decía Papá en medio de su actuación, mientras realizaba movimientos absurdos, como si realmente estuviera tratando de mantener un código de robot.

Había concursos de baile, juegos de adivinanzas como los que el robot podía hacer y una carrera de sacos que tenía a los niños brincando y riendo. Todos querían ver quién podía bailar mejor con el “robot loco” presentado por Papá.

Al final de la fiesta, mientras Susana apagaba las velas de su pastel y todos cantaban, ella se dio cuenta de que no solo había recibido un gran regalo. Además, había tenido una celebración llena de risas y alegría con su familia y amigos.

“Gracias, Papá. Eres el héroe de mi infancia,” declaró Susana, con una sonrisa de satisfacción. Era un héroe, no solo por el increíble traje de robot, sino por hacer reír a todos y transformar un simple cumpleaños en un día inolvidable.

Y así, la familia Rodríguez continuó creando recuerdos llenos de humor y alegría, donde cada día era una nueva aventura con algo de locura y diversión. En su casa, siempre habría espacio para la risa y el amor, los verdaderos héroes de toda infancia.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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