Cuentos para Colorear de Dinosaurios

Trias y el Oasis de Frutas Doradas

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un valle oculto del tiempo, vivía un joven Triceratops llamado Trias. Trias era conocido por su buen corazón y su valentía. Siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos y a explorar nuevos lugares en el valle. Su mejor amiga era una ágil Velociraptor llamada Rina. Rina era rápida e inteligente, y siempre encontraba soluciones ingeniosas para los problemas que se presentaban.

Un día, mientras jugaban cerca de una cueva misteriosa, Trias y Rina encontraron algo increíble. Dentro de la cueva, escondido detrás de una roca, había un antiguo mapa. El mapa prometía revelar la ubicación de un legendario oasis de frutas doradas, capaces de curar cualquier herida. Los ojos de Trias y Rina brillaron con emoción. Decidieron embarcarse en una aventura para encontrar ese oasis y ayudar a todos los dinosaurios del valle.

Sin embargo, no serían los únicos interesados en el tesoro. Un astuto Pterodáctilo llamado Pteron, siempre en busca de nuevas oportunidades, también quería las frutas doradas. Pteron tenía un par de alas enormes y un pico afilado, y era conocido por su habilidad para planear y observar desde las alturas. Pero Pteron no estaba solo; tenía un aliado mucho más temible, un gigantesco Tiranosaurio Rex llamado Rexor. Rexor era fuerte y feroz, y siempre conseguía lo que quería mediante la fuerza bruta.

Trias y Rina sabían que el viaje no sería fácil. Con el mapa en sus garras, comenzaron su travesía a través del valle, enfrentándose a numerosos desafíos y trampas naturales. Atravesaron ríos caudalosos, cruzaron bosques densos y escalaron altas montañas. En cada paso, Trias utilizaba su fuerza para abrirse camino, mientras Rina usaba su agilidad para esquivar los peligros y encontrar rutas seguras.

Una noche, mientras descansaban bajo un árbol gigante, escucharon un sonido en el cielo. Pteron los había encontrado y volaba en círculos sobre ellos, esperando el momento adecuado para atacar. Sin embargo, Rina tuvo una idea. Usó su velocidad para crear una distracción, corriendo en zigzag entre los árboles. Pteron, confundido por los rápidos movimientos de Rina, no pudo seguirla y finalmente se cansó, regresando a su nido sin el mapa.

El peligro no había terminado. Al día siguiente, mientras atravesaban un estrecho cañón, se encontraron cara a cara con Rexor. El gigantesco Tiranosaurio bloqueaba su camino y no parecía dispuesto a dejarlos pasar. Trias, valiente como siempre, se adelantó y trató de razonar con Rexor. Le explicó que las frutas doradas no eran solo para ellos, sino que podían curar a todos los dinosaurios del valle. Pero Rexor no quería escuchar.

En ese momento crítico, Rina tuvo otra brillante idea. Sabía que Rexor era fuerte, pero no muy rápido. Corrió hacia una roca cercana y comenzó a golpearla con su cola. La roca, ya inestable, se desplomó y bloqueó el camino del cañón, separando a Rexor de Trias y Rina. Aunque no les gustaba usar trampas, sabían que era la única manera de continuar su viaje sin más enfrentamientos.

Finalmente, después de muchos días de viaje, llegaron a la ubicación marcada en el mapa. Delante de ellos se encontraba el legendario oasis de frutas doradas. Era un lugar mágico, lleno de árboles brillantes y un riachuelo cristalino. Las frutas doradas colgaban de las ramas, emitiendo un suave resplandor.

Trias y Rina recogieron cuidadosamente algunas frutas y comenzaron su viaje de regreso al valle. Sabían que con esas frutas podrían ayudar a todos los dinosaurios heridos y enfermos. Al llegar, fueron recibidos como héroes. Compartieron las frutas con todos, y pronto el valle entero se llenó de alegría y salud.

Trias y Rina aprendieron que la verdadera riqueza no estaba en las frutas doradas, sino en la amistad y el coraje compartido. Su aventura no solo los hizo más fuertes, sino que también unió a todos los dinosaurios del valle en una comunidad más solidaria y compasiva.

Y así, en el valle oculto del tiempo, Trias y Rina continuaron viviendo felices, siempre listos para enfrentar nuevas aventuras y desafíos, sabiendo que, juntos, podían superar cualquier obstáculo.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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