En el mágico reino de Lunaria, donde los bosques susurraban historias antiguas y los ríos cantaban melodías encantadoras, vivía el Hada Beni. Era conocida por su valentía y bondad, siempre dispuesta a ayudar a cualquiera que lo necesitara. Sus alas brillaban con un resplandor dorado y su varita mágica, un regalo de los antiguos guardianes del bosque, tenía el poder de sanar y proteger.
Una mañana, mientras el sol despuntaba en el horizonte, el cielo de Lunaria comenzó a oscurecerse de manera inquietante. Una sombra se extendía desde el este, cubriendo todo a su paso con una negrura fría y amenazante. Las flores se marchitaban y los animales se refugiaban en sus guaridas, temerosos de la Oscuridad Eterna.
Hada Beni sabía que algo terrible estaba sucediendo. Sin perder tiempo, convocó a sus más queridos amigos para discutir la situación. Henry, un joven humano conocido por su insaciable curiosidad, llegó primero. Tenía el cabello castaño y los ojos llenos de determinación.
«Esto no es normal, Beni,» dijo Henry, mirando al cielo. «Algo muy malo está ocurriendo.»
Belén, una anciana hada de sabiduría infinita, llegó poco después. A pesar de su avanzada edad, sus ojos brillaban con una juventud eterna. Usaba un bastón tallado con runas antiguas, símbolos de su profundo conocimiento de la magia.
«Es la Oscuridad Eterna,» murmuró Belén. «Una antigua maldición que se activa cada mil años. Debemos detenerla antes de que consuma todo Lunaria.»
El último en llegar fue Óscar, un duende ingenioso y astuto. Con su sonrisa traviesa y sus brillantes ojos verdes, siempre tenía una solución para cualquier problema.
«Entonces ¿Qué estamos esperando?» dijo Óscar, sacando un pequeño mapa de su bolsillo. «Tenemos que encontrar los fragmentos de la Luz Celestial. Están esparcidos por todo Lunaria y son nuestra única esperanza para disipar esta oscuridad.»
El grupo, decidido a salvar su hogar, emprendió la búsqueda de los fragmentos. Sabían que sería una misión peligrosa, pero la amistad y el coraje que los unía eran más fuertes que cualquier miedo.
El primer fragmento estaba escondido en la Cueva de Cristal, un lugar conocido por sus resplandecientes estalactitas y estalagmitas. La entrada a la cueva estaba custodiada por un dragón de cristal, que despertó al sentir su presencia.
«¿Quién osa perturbar mi descanso?» rugió el dragón, con su voz resonando en todo el lugar.
Hada Beni, con su característico valor, se adelantó. «Somos amigos de Lunaria y venimos a buscar el fragmento de la Luz Celestial. Necesitamos tu ayuda.»
El dragón, sorprendido por la honestidad y la valentía de Beni, decidió probar su corazón. «Si puedes demostrar tu pureza y bondad, el fragmento será tuyo.»
Beni cerró los ojos y concentró toda su magia en su varita. De ella emanó una luz cálida y dorada, que envolvió al dragón en un aura de paz y serenidad. El dragón, conmovido, se inclinó y entregó el fragmento.
«Tu corazón es puro, Hada Beni. Llévate el fragmento y usa su luz sabiamente.»
Con el primer fragmento asegurado, el grupo se dirigió al Bosque de los Susurros, donde el segundo fragmento estaba oculto. Este bosque era famoso por sus árboles parlantes, que recitaban historias y secretos a quienes quisieran escuchar.
Mientras avanzaban por el bosque, las voces de los árboles comenzaron a advertirles de un peligro inminente. «Cuidado, viajeros. La oscuridad se acerca.»
Henry, siempre alerta, notó un movimiento entre los árboles. «¡Algo nos sigue!» exclamó.
De las sombras emergieron criaturas hechas de pura oscuridad, intentando detener su avance. Óscar, con su ingenio, ideó un plan rápido. «Usen los espejos de luz. Reflejarán su propia oscuridad contra ellos.»
El grupo formó un círculo, utilizando espejos mágicos que Óscar había creado. Las criaturas, al verse reflejadas, se desvanecieron en la nada. Al llegar al corazón del bosque, encontraron el segundo fragmento, brillando con una luz plateada entre las raíces de un antiguo roble.
«El tercer fragmento está en la Cascada del Arcoíris,» dijo Belén, mientras estudiaba el mapa. «Es un lugar de gran belleza, pero también de grandes peligros.»
La cascada era una maravilla natural, con aguas que caían en un arcoíris eterno. Pero al acercarse, el grupo se encontró con una barrera mágica que les impedía avanzar.
«Solo la verdad y la pureza pueden romper esta barrera,» dijo una voz etérea.
Henry, recordando una antigua canción que su abuela le había enseñado, comenzó a cantar. La melodía, llena de amor y esperanza, resonó en el aire. La barrera, al escuchar la pureza en la voz de Henry, se disolvió, permitiéndoles tomar el tercer fragmento.
Con los tres fragmentos en su poder, el grupo se apresuró a regresar al centro de Lunaria. Allí, en el Gran Claro, debían unir los fragmentos para crear la Luz Celestial y disipar la Oscuridad Eterna.
Pero al llegar, la Oscuridad ya había avanzado, cubriendo casi todo el reino. Beni, con los fragmentos en sus manos, sabía que debía actuar rápido. «Debemos unirlos ahora.»
Henry, Belén y Óscar formaron un círculo alrededor de Beni, canalizando su energía y magia. Los fragmentos comenzaron a brillar intensamente, fusionándose en una esfera de luz pura.
«¡Ahora, Beni!» gritó Belén. «Usa la Luz Celestial.»
Con toda su fuerza y fe, Beni lanzó la esfera de luz al cielo. La luz se expandió rápidamente, empujando la oscuridad hacia atrás, disipándola y devolviendo la paz y la luz a Lunaria.
El reino, agradecido, celebró el coraje y la amistad de Beni y sus amigos. El Hada Beni fue honrada como la protectora de Lunaria, y Henry, Belén y Óscar fueron recordados como héroes que demostraron que la valentía, el ingenio y la sabiduría pueden superar cualquier desafío.
Y así, en el reino de Lunaria, la luz prevaleció sobre la oscuridad, recordando a todos que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la amistad siempre encontrarán una manera de brillar.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.