Había una vez, en un lugar muy especial, un pequeño pueblo donde todos los días eran llenos de risas y juegos. En este pueblo vivía un niño llamado Iliam. Él era un niño curioso y lleno de energía, siempre listo para aventuras. Tenía ojos brillantes como estrellas y una sonrisa que iluminaba el día de cualquiera.
Un verano cálido, Iliam decidió explorar el bosque que rodeaba su pueblo. Era un bosque mágico, donde los árboles parecían contar historias y las flores danzaban al viento. Mientras caminaba, Iliam escuchó un suave susurro. Se detuvo y miró a su alrededor, y de repente, apareció un dragón blanco muy hermoso llamado Gayer.
Gayer tenía escamas brillantes que reflejaban la luz del sol. Su cola era larga y suave, y sus alas eran tan grandes que parecían dos suaves nubes en el cielo. Iliam, en lugar de asustarse, se sintió emocionado. Nunca había visto un dragón antes, ¡y mucho menos uno tan amigable!
—Hola, pequeño —dijo Gayer con una voz suave como el murmullo de un arroyo—. ¿Te gustaría volar conmigo?
Los ojos de Iliam se abrieron como platos. ¡Volar! Esa era la aventura más grande que podía imaginar. No dudó ni un segundo.
—¡Sí, sí! ¡Quiero volar contigo! —gritó Iliam mientras saltaba de alegría.
Gayer inclinó su cabeza para que Iliam pudiera subirse a su espalda. El niño se sintió un poco nervioso, pero cuando Gayer despegó del suelo, todo su miedo desapareció. El viento acariciaba su rostro y el paisaje se extendía espectacularmente debajo de ellos. Desde lo alto, los árboles eran como pequeños puntos verdes, y el río brillaba como un lazo plateado.
Mientras volaban, Iliam vio a lo lejos a dos amigos muy queridos: Valeria y Kevin. Valeria era una niña con cabellos dorados y una risa contagiosa. Kevin, por su parte, era un niño muy valiente y siempre estaba listo para la aventura. Ellos estaban jugando cerca de un gran árbol en el campo.
—¡Gayer! —exclamó Iliam—. ¡Mira! ¡Allí están Valeria y Kevin! ¡Debemos ir a saludarlos!
Gayer sonrió y voló en dirección a sus amigos. Cuando llegaron, Valeria y Kevin miraron al cielo con asombro. Nunca habían visto un dragón volar, y mucho menos un dragón que llevaba a su amigo en su espalda.
—¡Iliam! —gritó Valeria, extendiendo los brazos—. ¡Bájate! ¡Quiero subirme también!
—¡Esperen! —dijo Kevin—. ¡Yo también quiero!
—De acuerdo —dijo Iliam entusiasmado—. Gayer, ¿pueden volar los cuatro juntos?
Gayer asintió con su cabeza. Era un dragón fuerte y podía llevar a todos sin problemas. Iliam ayudó a Valeria y a Kevin a subirse a la espalda de Gayer. Juntos, los cuatro amigos comenzaron una nueva aventura en el cielo.
Volaron sobre montañas y valles, riendo y gritando de felicidad. Después de un rato, Gayer les dijo:
—Hoy podemos visitar un lugar mágico. ¡Vamos a la Isla de los Sueños!
A todos les encantó la idea. La Isla de los Sueños era famosa en el pueblo por ser un sitio donde la imaginación cobraba vida. Mientras volaban, Iliam pensaba en lo maravilloso que sería ver cosas increíbles.
Al llegar a la isla, todos quedaron maravillados. Era un lugar lleno de colores brillantes. Había árboles de caramelos, ríos de chocolate y nubes de algodón de azúcar. Gayer aterrizó suavemente en la orilla de la isla, y los niños bajaron corriendo entusiasmados.
—¡Miren esto! —gritó Valeria mientras corría hacia un árbol de caramelos, estirando las manos para probar uno.
Kevin, que era un poco más cauteloso, observaba a Valeria con una sonrisa en su rostro. Luego decidió explorar un poco más y vio un río de chocolate que brillaba al sol. Fue hacia el río y metió su dedo en el chocolate espeso. Sabía dulce y delicioso.
—¡Esto es increíble! —dijo Kevin, mientras comenzaba a hacer figuras en el chocolate—. ¡Debemos hacer algo divertido con esto!
Iliam y Valeria se unieron a él, haciendo pequeños pasteles y figuras en el chocolate. Rieron y jugaron, disfrutando cada momento. Gayer, cómodamente sentado a un lado, los observaba con alegría. Era la primera vez que llevaba a niños a la Isla de los Sueños, y verlos felices le llenaba de magia.
Después de un tiempo jugando, Iliam miró hacia el horizonte y vio algunas nubes que se estaban oscureciendo. Se animó a Gayer.
—¿Qué pasa con esas nubes? —preguntó Iliam con un tono de preocupación.
Gayer voló un poco más alto para investigar. Al mirar, vio que las nubes oscuras estaban trayendo una tormenta. Gayer sabía que debían irse pronto, pero antes de eso, quería que sus amigos disfrutaran un último momento mágico.
—¿Les gustaría ver la Fuente de los Deseos? —preguntó Gayer.
Los ojos de Valeria y Kevin brillaron con emoción. ¡Una fuente mágica! Sin dudarlo, todos asintieron con entusiasmo. Gayer los llevó volando hasta la Fuente de los Deseos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.