Había una vez, en una casa muy acogedora, un niño pequeño llamado Enzo. Enzo tenía dos años, el cabello rubio y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. A Enzo le encantaba jugar con sus trenes, autobuses, aviones y animales de juguete. Cada día era una nueva aventura para él, llena de diversión y risas.
Enzo vivía con su mamá y su papá. Su mamá, una mujer morena y cariñosa de 32 años, adoraba pasar tiempo con Enzo. Le leía cuentos, jugaba a las escondidas y pintaban juntos dibujos llenos de colores. El papá de Enzo, un hombre de 37 años con el cabello corto, también disfrutaba mucho jugando con él. A menudo, jugaban al fútbol en el jardín, corriendo y riendo sin parar.
Un día, después de un largo día de juegos, llegó la hora de irse a dormir. Enzo estaba un poco cansado, pero aún tenía mucha energía. «Es hora de dormir, mi amor,» dijo su mamá con una sonrisa, mientras lo llevaba a su habitación.
El cuarto de Enzo era un lugar mágico. Estaba decorado con dibujos que había hecho, animales de peluche y muchos juguetes. Tenía una cama cómoda con sábanas suaves y una luz nocturna que proyectaba estrellas en el techo. Enzo se subió a su cama, pero antes de dormir, quería jugar un poco más con su tren de juguete.
«Mamá, ¿puedes leerme un cuento?» preguntó Enzo, con sus grandes ojos azules brillando de emoción. Mamá asintió y se sentó junto a él, abriendo un libro de cuentos.
«Había una vez un tren mágico que viajaba por todo el mundo,» comenzó a leer mamá. Enzo escuchaba atentamente, imaginando todas las aventuras que el tren podría tener. Mientras mamá leía, Enzo se acurrucó con su peluche favorito, un osito marrón.
Papá entró en la habitación, sosteniendo una pelota de fútbol. «¿Preparado para un sueño lleno de aventuras, campeón?» preguntó con una sonrisa. Enzo asintió, feliz de tener a sus padres cerca. Papá se sentó en el borde de la cama y le dio un beso en la frente.
«Buenas noches, Enzo,» dijeron mamá y papá al unísono, apagando la luz principal pero dejando la luz nocturna encendida. Enzo cerró los ojos, listo para soñar con todas las cosas maravillosas que le gustaban.
En su sueño, Enzo se encontró en una estación de trenes. Había un tren grande y brillante esperándolo. El conductor del tren, un simpático conejo llamado Coco, le dio la bienvenida. «¡Hola, Enzo! ¿Estás listo para una aventura mágica?»
Enzo subió al tren emocionado. Desde la ventana, podía ver paisajes increíbles pasar rápidamente. Primero, viajaron a una ciudad llena de autobuses y aviones. Enzo saludó a los pilotos y conductores, y todos lo saludaron de vuelta, felices de verlo.
Luego, el tren mágico llevó a Enzo a una granja donde había muchos animales. Enzo se bajó del tren y jugó con los caballos, las vacas y los cerditos. Un perrito saltarín corrió hacia él y le lamió la cara, haciendo que Enzo riera a carcajadas.
De vuelta en el tren, Coco le preguntó: «¿Adónde te gustaría ir ahora, Enzo?» Enzo pensó por un momento y luego dijo: «Quiero ir a un lugar lleno de dibujos y colores.»
El tren los llevó a una ciudad donde las paredes estaban cubiertas de murales brillantes y los niños pintaban en las calles. Enzo tomó un pincel y comenzó a dibujar, creando un hermoso paisaje con montañas, ríos y muchos animales.
Después de un día lleno de aventuras, el tren regresó a la estación. Coco le dio a Enzo un gran abrazo. «Fue un día maravilloso, Enzo. Siempre recuerda que en tus sueños puedes ir a donde quieras.»
Enzo despertó en su cama, con su mamá y papá a su lado. «Buenos días, mi amor,» dijo mamá. «¿Tuviste un buen sueño?» Enzo asintió, abrazando a su osito. «¡Sí! Fui en un tren mágico y vi muchas cosas bonitas,» dijo con entusiasmo.
Papá sonrió y dijo: «Eso suena increíble, Enzo. Siempre puedes soñar con cosas maravillosas. Ahora, ¿estás listo para un nuevo día de aventuras?»
Enzo saltó de la cama, listo para un día lleno de juegos y risas. Mamá, papá y Enzo pasaron el día juntos, disfrutando de cada momento. Y así, cada noche, Enzo se acostaba feliz, sabiendo que en sus sueños podía vivir las aventuras más increíbles junto a su familia y amigos.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.