Una noche, en una pequeña casa a las afueras de la ciudad, vivía una niña llamada Marta. Marta era una niña curiosa y soñadora que adoraba mirar las estrellas desde su ventana antes de irse a dormir. Tenía una hermana mayor llamada Ana y una madre muy cariñosa que siempre les contaba cuentos antes de dormir.
Esa noche, después de cenar y cepillarse los dientes, Marta se puso su pijama azul y se preparó para acostarse. Mamá vino a arroparla y le dio un beso en la frente, como todas las noches. «Buenas noches, pequeña soñadora,» le dijo Mamá con una sonrisa, mientras apagaba la luz de la lámpara y cerraba la puerta suavemente.
Marta cerró los ojos y se sumergió rápidamente en un profundo sueño. De repente, sintió una sensación extraña y abrió los ojos. Se encontraba flotando en medio de un cielo oscuro y estrellado. Las estrellas brillaban con una intensidad asombrosa, y Marta se sintió maravillada. «¡Estoy en medio de las estrellas!» exclamó, sin poder creerlo.
Mientras tanto, en la habitación contigua, Ana también dormía plácidamente. Pero al oír a Marta hablar, se despertó y fue a ver qué ocurría. «Marta, estás soñando,» le dijo su hermana mayor, mirando a su hermana que parecía estar muy concentrada en su sueño. Mamá, que había escuchado a Ana levantarse, entró en la habitación y, al ver a Marta, dijo con voz suave: «No la despiertes, Ana. Deja que siga soñando.»
A la mañana siguiente, Marta se despertó emocionada y corrió a la cocina donde Mamá estaba preparando el desayuno. «¡Mamá, Ana, tuve un sueño increíble!» exclamó Marta. «Estaba en medio de las estrellas, y eran de todos los tamaños y tan brillantes como el sol. Flotaba entre ellas y me sentía tan feliz.»
Ana sonrió y le dijo: «Eso suena maravilloso, Marta. Me alegra que hayas tenido un sueño tan bonito.» Mamá también sonrió y abrazó a Marta, diciendo: «Nunca debemos dejar de soñar, pequeña. A veces, los sueños pueden llevarnos a lugares mágicos.»
Esa noche, cuando Marta se preparaba para dormir, recordó su sueño. Se metió en la cama, pero antes de cerrar los ojos, metió la mano en el bolsillo de su pijama y, para su sorpresa, sacó una estrella muy brillante. Sus ojos se abrieron de par en par y corrió a mostrarle a su madre.
«Mamá, ¡mira esto!» dijo Marta con asombro. «Mi sueño se ha hecho realidad. Tengo una estrella en mis manos.»
Mamá miró la estrella con ternura y luego a Marta. «Eso es porque tus sueños son tan fuertes y puros, Marta. Siempre recuerda que los sueños pueden hacerse realidad si crees en ellos con todo tu corazón.»
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.