Cuentos para Dormir

Sofía y su Amor por la Teta de Mamá

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Érase una vez una pequeña y dulce niña llamada Sofía. Sofía era una niña alegre, llena de curiosidad y encanto. Pero había algo especial que amaba por encima de todo: la teta de su mamá. Sofía disfrutaba mucho del calor, el amor y la dulzura que surgía cada vez que se arrullaba entre brazos de su madre y se prendía de su teta.

En sus primeros días de vida, aprendiendo a compenetrarse con su mamá, a veces se sentía frustrada, pero su mamá, llena de paciencia y amor, nunca desistió. Con perseverancia y mucho cariño, Sofía y su mamá lograron una lactancia exitosa. Cada momento, cada toma, fortaleció más el lazo de amor que las unía.

Ahora, y después de más de dos años, Sofía se sentía tan unida a su teta que no sabía cómo dejarla. Cada vez que alguien hablaba de dejar de mamar, su rostro se iluminaba con una mezcla de tristeza y frustración.

Un día, mientras Sofía estaba arrullada en brazos de su mamá, notó que su mamá la miraba con una mirada suave y cómplice. Su madre, con dulzura, comenzó a hablarle sobre cómo todos los bebés a medida que crecen, empiezan a comer lo que comen los más grandes. Le dijo que como ya era una niña grande, tendría que pensar en dar también un paso grande y dejar la teta de mamá.

Sofía escuchó con atención a su mamá, pero el pánico asomó en su rostro. ¿Cómo podría dejar algo que tanto amaba? La ternura y el miedo la embargaron, y abrazó fuertemente la teta de su mamá. Su madre, con dulzura, la abrazó y le susurró al oído que, aunque dejara la teta, su amor por ella no cambiaría.

Durante los días siguientes, Sofía y su mamá practicaron comiendo diferentes alimentos. Sofía probó todo tipo de sabores y texturas, quería descubrir que tan maravilloso podía ser el mundo de lo que los demás comían. Pero aún con todo lo delicioso que probó, su corazoncito seguía extrañando la teta.

Fueron días de exploración y emociones encontradas para Sofía. Pero en todo ese tiempo su mamá estuvo llena de ternura y paciencia. Sofía fue dándose cuenta de que aunque extrañaba la teta, también tenía muchas cosas por descubrir y disfrutar.

Finalmente, un día, después de mucho pensar y sentir, Sofía decidió que era tiempo de decir adiós. Se acurrucó en brazos de su mamá una última vez y, con ojos llenos de amor, se prendió a su teta.

Esa noche, Sofía durmió tranquila y soñó con todas las cosas hermosas que aprendería de ahora en adelante. Cuando despertó, se dio cuenta de que aunque ya no tomaría la teta, la seguiría amando profundamente. Y ahora, más allá de los brazos de su madre, le esperaba todo un mundo por descubrir.

La mañana después de que Sofía decidió despedirse de la teta, se levantó con una sensación extraña en su estómago. Extrañaba el calor dulzón de la tetica de su mamá, pero a la vez sentía una especie de emoción, una sensación de gusto por lo nuevo.

Ese día, su mamá le preparó una gran sorpresa: un desayuno con todas sus comidas favoritas. Había frutas de colores, tostaditas con miel y un vaso gigante de leche con chocolate. Sofía miró todo eso y sintió que ese era un nuevo comienzo.

Lo primero que probó fue la leche con chocolate, que le recordó la dulzura de la teta de mamá, pero tenía un toque diferente que le gustó mucho. Luego probó las tostaditas, y le resultó divertido escuchar el sonido que hacían al masticarlas. Y finalmente, las frutas frescas, que eran como pequeñas explosiones de sabor en su boca.

Sofía sonrió ante la nueva experiencia y su mamá le devolvió la sonrisa, orgullosa de su pequeña niña, que estaba creciendo y descubriendo todo de nuevo.

Los días que siguieron estuvieron llenos de novedades y descubrimientos. Sofía probó nuevos platos, desde sopas tibias hasta deliciosos pasteles. Cada alimento era una nueva aventura para ella, y aunque algunas veces la nostalgia de la teta la invadía, Sofía sabía que estaba haciendo lo correcto.

Cada noche, antes de dormir, su mamá le cogía de la mano y le decía que estaba muy orgullosa de ella. Eso provocaba en Sofía una sensación de alegría que ahogaba cualquier tristeza que pudiera sentir.

Finalmente, las semanas pasaron y Sofía se adaptó por completo a su nueva forma de comer. Ya no necesitaba la teta para calmar su hambre ni para sentirse segura. Aunque algunas veces la extrañaba, sabía que había tomado la decisión correcta.

En resumen, Sofía descubrió que la teta de su mamá era solo una de las muchas cosas maravillosas que podía disfrutar en este mundo. Y aunque siempre la recordaría con cariño, estaba segura de que muchas aventuras más esperaban por ella al crecer.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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