Cuentos para Dormir

Sueños al Atardecer en la Playa

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En la tranquila costa de Málaga, donde el mar besa suavemente la arena dorada, vivían Isabel y su hijo Raúl. Isabel, con sus sesenta años y cabellos rubios como los rayos de un sol poniente, disfrutaba de sus días mirando el horizonte, soñando con lugares distantes y maravillas por descubrir. Raúl, de treinta años, con su cabello castaño y ojos llenos de ternura, compartía con su madre el amor por el vasto océano y las historias que este escondía entre sus olas.

Este Día de la Madre, Raúl tenía preparadas dos sorpresas que sabía llenarían de alegría el corazón de Isabel. La primera era un viaje a París, un sueño que Isabel había albergado desde que era una niña. La segunda, una casa en la primera línea de la playa, un lugar donde podría sentir la arena bajo sus pies cada día.

Mientras el sol comenzaba a esconderse, tiñendo el cielo de tonos rosas y naranjas, Raúl llevó a Isabel a su lugar favorito en la playa. Allí, con el suave ruido de las olas como música de fondo, le entregó el primer regalo: un hermoso folleto con la imagen de la Torre Eiffel.

“Mamá, siempre has soñado con ver París,” comenzó Raúl, su voz cargada de emoción. “Hoy, quiero hacer ese sueño realidad. En un mes, volaremos hacia la ciudad de la luz, para que puedas ver la Torre Eiffel con tus propios ojos.”

Las lágrimas brillaron en los ojos de Isabel, reflejando la luz del atardecer. Tomó el folleto con manos temblorosas, su corazón lleno de gratitud y amor. “Oh, Raúl, no sé qué decir. Esto es… es maravilloso,” murmuró, abrazando a su hijo con fuerza.

Pero Raúl aún tenía otra sorpresa. Con una sonrisa, sacó un pequeño objeto envuelto en un paño fino. Al abrirlo, Isabel encontró una llave dorada. “Y esto, querida madre, es la llave de nuestra nueva casa, aquí, donde el mar se une con la tierra. Un lugar para que disfrutes del amanecer y el atardecer cada día, sin tener que ir muy lejos.”

Isabel no pudo contener las lágrimas, emocionada por el amor y la generosidad de su hijo. “Raúl, has llenado mi vida de sorpresas hoy. No necesito nada más que esto, tu amor y tu compañía,” dijo, su voz suave como el murmullo del mar.

La noche los encontró sentados en la arena, viendo cómo las estrellas comenzaban a aparecer en el cielo. Hablaron de sus futuros viajes, de los atardeceres que compartirían, y de los sueños que aún estaban por cumplir. Fue un momento perfecto, lleno de paz y amor, un verdadero regalo del corazón.

“Mamá, cada día a tu lado es un regalo para mí. Gracias por enseñarme a soñar y a amar con todo el corazón,” dijo Raúl, mientras el cielo nocturno se extendía sobre ellos, un manto de sueños por descubrir.

Y así, entre susurros de olas y sueños compartidos, madre e hijo encontraron no solo la felicidad en los grandes gestos, sino también en los momentos tranquilos, esos pequeños instantes que tejen la tela de nuestras vidas. Y en cada atardecer que siguieron compartiendo, recordaron ese día, lleno de amor y promesas, sabiendo que siempre tendrían un hogar en la orilla de sus sueños.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario