Cuentos para Dormir

Un día emocionante en el zoológico, entre trenes y criaturas asombrosas

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Una mañana soleada, Miriam y Lina se despertaron muy emocionadas. Era un día especial porque irían al zoológico con mamá, papá y un nuevo amigo llamado Tomás, que era un niño del barrio que acababa de conocer Miriam. Los cuatro estaban listos con sus mochilas llenas de jugo, galletas y una sonrisa muy grande.

Al llegar al zoológico, lo primero que vieron fue un tren colorido que daba vueltas por todo el parque. «¡Vamos a subir al tren!», dijo Miriam con entusiasmo, y todos corrieron hacia la estación. El tren era pequeño y tenía muchos colores: rojo, azul, amarillo y verde. Cuando el tren comenzó a moverse, las niñas miraban por la ventana y veían árboles enormes, flores de muchos colores y algunos animales que estaban lejos pero que se podían ver desde allí.

Mientras el tren avanzaba, Lina preguntó: «Mamá, ¿cómo duermen los animales cuando llega la noche?» Mamá sonrió y dijo: «Cada animal tiene su manera especial de dormir. Algunos duermen en sus madrigueras, otros se acurrucan en las ramas y algunos, como los elefantes, duermen muy poco y a veces parados.»

El tren se detuvo cerca de un lugar donde vivían los monos. Miriam y Lina se asomaron por la ventana y vieron a los monos saltando de rama en rama, haciendo ruidos divertidos y jugando con unos plátanos que les lanzaban los cuidadores. Tomás dijo: «¡Miren esos monitos cómo saltan! Debe ser muy divertido ser mono.» Papá explicó que los monos son muy buenos trepadores y que les encanta jugar para estar activos y felices.

Después de salir del tren, caminaron hacia el área de los elefantes. Allí, un elefante muy grande llamado Samuel los saludó con su trompa. Mamá les contó que los elefantes son los animales terrestres más grandes del mundo y que tienen una memoria increíble. Lina estaba maravillada y se acercó un poco para tocar la mano de Samuel, que era tan grande y suave al mismo tiempo.

Mientras estaban en el lugar de los elefantes, Tomás notó que la sombra se hacía más larga y dijo: «Ya casi es hora de que los animales empiecen a prepararse para dormir, ¿verdad?» Papá asintió y agregó: «Sí, los animales también tienen su rutina para la noche. Algunos se acurrucan entre sus familias, otros buscan un lugar seguro para descansar.»

Luego, Mamá sugirió que fueran a ver a los pingüinos, porque sabía que a las niñas les encantarían. Los pingüinos estaban juntos en un lugar frío y parecía que jugaban en la nieve blanca que había en su hábitat especial. Lina y Miriam se reían porque los pingüinos caminaban con sus pasos cortitos y parecía que se deslizaban en el hielo como si estuvieran bailando. Mamá contó que aunque ellos viven en lugares muy fríos, su cuerpo está muy preparado para no sentir frío gracias a su plumaje especial.

Mientras caminaban hacia el área de los leones, aparecieron unas ovejas que estaban en un corralito para que los niños pudieran acariciarlas. Las niñas se emocionaron mucho y pidieron a papá que las ayudara a tocarlas. Las ovejas tenían un pelaje muy suave y parecían dormir entre algodones. Miriam dijo: «Ojalá pudiera dormir siempre en una nube así de suave.»

Los leones, que estaban un poco lejos, estaban descansando bajo la sombra de un árbol gigante. Papá explicó que ellos son muy fuertes y valientes, pero que también necesitan descansar para estar listos para las aventuras del día siguiente. Lina preguntó: «¿Los leones también sueñan cuando duermen?» Mamá sonrió y dijo: «¡Claro que sí! Aunque no sabemos exactamente qué sueñan, quizás sueñan con correr en la sabana y jugar con sus amigos.»

Después de visitar a los leones, estaban un poco cansados, así que se sentaron todos juntos en un banco para comer las galletas y tomar un poco de jugo que llevaban en las mochilas. Mientras comían, Miriam miraba a su alrededor y pensaba en todos los animales que había visto, cada uno con su manera especial de vivir y descansar.

Pero la aventura no terminaba ahí. Mamá les propuso que antes de irse al fin del día, fueran a ver a una pequeña criatura que ella conocía muy bien y que era una maravilla. Los llevó al lugar donde vivían las tortugas. Allí encontraron a una tortuga llamada Tita, muy tranquila y lenta, que caminaba despacito cerca de un lago pequeño.

Lina se acercó y le preguntó: «Tita, ¿tú cómo haces para dormir cuando eres tan lenta y tranquila?» Tita parecía responder con una mirada dulce, como si les contara un secreto. Mamá explicó que las tortugas pueden dormir durante mucho tiempo y que a veces se esconden dentro de su caparazón para sentirse seguras y descansar bien.

Antes de irse, papá dijo que lo que habían vivido era una experiencia maravillosa porque habían aprendido mucho sobre cómo viven los animales y cómo ellos, igual que las personas, también necesitan descansar para estar felices y sanos. Miriam y Lina estaban contentas, se agarraron de la mano de Tomás y dijeron que era el mejor día del mundo.

Cuando ya el sol estaba bajando, y el cielo se llenaba de colores anaranjados y rosados, la familia y su amigo caminaron hacia la entrada del zoológico para regresar a casa. Mamá les recordó que, así como los animales tienen sus formas de dormir y descansar, ellos también necesitaban una buena noche de sueño para poder seguir soñando y vivir muchos días emocionantes.

Ya en casa, mientras mamá les leía un cuento para dormir, Miriam y Lina recordaron cada animal y cada momento divertido del día. Pensaron en el tren colorido, en los monos juguetones, en el gran elefante Samuel, en los saltarines pingüinos, en las suaves ovejas, los poderosos leones y la lenta tortuga Tita. Y supieron que ahora, al cerrar los ojos, podrían imaginar a esos animalitos dormidos, mientras ellas también se preparaban para descansar y soñar con nuevas aventuras.

Al final, todos entendieron que descansar es tan importante como jugar, porque así los sueños llegan llenos de magia y nuevas historias por contar. Fue un día emocionante en el zoológico, lleno de trenes y criaturas asombrosas, y una noche tranquila para dormir, felices y en paz.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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