Había una vez, en un pequeño pueblo de Estados Unidos, una familia muy feliz. Esta familia estaba formada por Juliano, el papá, Aline, la mamá, y su querido hijito Antonio, de solo dos añitos. Vivían en una casita acogedora con un gran jardín lleno de flores de todos los colores. Cada día en la vida de esta familia era una aventura llena de amor, risas y felicidad.
Juliano era un papá muy fuerte y siempre estaba dispuesto a jugar con Antonio. Era un papá superhéroe, porque podía levantar a Antonio muy alto, como si fuera un avión, y eso hacía reír a Antonio como si fuera el sonido más alegre del mundo. Aline, por otro lado, era una mamá muy cariñosa, que siempre sabía cómo hacer que Antonio se sintiera seguro y amado. Su voz era tan suave que cuando le cantaba a Antonio, parecía que las estrellas del cielo también querían escuchar.
Todas las noches, después de un día lleno de juegos y risas, Juliano y Aline tenían una rutina muy especial con Antonio. Cuando el sol empezaba a esconderse detrás de las montañas y las primeras estrellas comenzaban a brillar en el cielo, la familia sabía que era hora de prepararse para dormir. Aline llevaba a Antonio al baño para un baño caliente y lleno de burbujas. Antonio disfrutaba chapoteando en el agua, mientras Aline le lavaba suavemente el cabello con un champú que olía a flores.
Después del baño, Juliano envolvía a Antonio en una toalla suave y calentita, y juntos se dirigían al cuarto de Antonio, que estaba decorado con estrellas brillantes en las paredes y juguetes de todos los tamaños. Aline ya había preparado la cama de Antonio, con sus sábanas favoritas de colores y su peluche preferido, un osito marrón al que llamaba «Teddy».
Antes de acostarse, Antonio siempre elegía un cuento para que su papá y su mamá leyeran. Juliano se sentaba en una silla al lado de la cama, mientras Aline se acomodaba junto a Antonio. A veces, Antonio elegía cuentos de animales del bosque, otras veces de aventuras en el espacio, pero esta noche, eligió un cuento sobre una familia que vivía en una casita en el bosque, muy parecida a la suya.
Mientras Juliano leía el cuento, Antonio escuchaba atentamente, con los ojos bien abiertos, imaginando cada palabra que su papá decía. Aline acariciaba suavemente el cabello de Antonio, ayudándolo a relajarse y prepararse para dormir. A medida que la historia avanzaba, Antonio empezó a sentir sus ojos cada vez más pesados. Sabía que pronto sería el momento de soñar.
Juliano terminó el cuento con una suave voz, diciendo: «Y así, la familia vivió feliz para siempre, en una casa llena de amor y alegría». Antonio ya estaba medio dormido, pero logró susurrar: «¿Nosotros también viviremos felices para siempre, papá?»
Juliano sonrió y le dio un beso en la frente. «Claro que sí, mi pequeño. Nosotros siempre viviremos felices, porque estamos juntos y nos amamos mucho». Aline añadió: «El amor es lo más importante, y siempre estaremos aquí para ti, Antonio».
Con esas palabras tan dulces, Antonio finalmente cerró los ojos, abrazando a su osito Teddy. Sentía el calor y el amor de su papá y su mamá, y eso lo hacía sentir seguro y feliz. Pronto, Antonio se sumergió en un sueño profundo, donde volaba alto en el cielo, justo como cuando su papá lo levantaba en el aire durante el día.
Mientras Antonio dormía, Juliano y Aline lo observaron por un momento. Estaban muy agradecidos por tener a un hijo tan maravilloso y por poder compartir su amor con él cada día. Sabían que cada noche, al acostarlo, estaban creando recuerdos especiales que Antonio llevaría en su corazón para siempre.
Después de asegurarse de que Antonio estaba bien arropado y cómodo, Juliano apagó la luz, dejando solo una pequeña lámpara que proyectaba estrellas en el techo. Aline dio un último beso en la mejilla de Antonio antes de salir del cuarto junto a Juliano. Cerraron la puerta suavemente, dejando que Antonio disfrutara de sus dulces sueños.
Y así, la familia vivió feliz, disfrutando de cada día y cada noche juntos, sabiendo que el amor que compartían era lo más importante en el mundo. Antonio creció rodeado de ese amor, siempre sintiéndose seguro y feliz, porque sabía que sus superpapás siempre estarían allí para él.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.