Había una vez, en un reino lleno de colores y alegría, una pequeña princesa llamada Delfi. Ella vivía en un grandioso castillo con su mamá, la reina Florcita, y su papá, el rey Josemaria. En este reino, cada día era una aventura, porque no era un reino común y corriente: Delfi, sus padres y su mascota, un perrito mágico llamado Sambayon, tenían poderes mágicos.
Delfi podía hacer que las flores crecieran con solo sonreírles, y con un parpadeo cambiaba los colores del cielo. Florcita, su mamá, tenía el don de curar a cualquier ser vivo con sus palabras. Si alguien se sentía triste o un animalito estaba herido, bastaba con que Florcita le dedicara unas dulces palabras para ver cómo volvía la alegría y la salud.
Josemaria, su papá, podía hablar con los animales y entender cada uno de sus sentimientos. Él pasaba horas conversando con los pájaros, los ciervos y hasta los peces del gran lago, asegurándose de que todos vivieran felices en el reino.
Pero quien realmente sorprendía a todos era Sambayon, su perrito. Sambayon no era un perrito cualquiera; él era capaz de convertir cualquier sueño en realidad. Si Delfi soñaba con un tobogán de arcoíris para deslizarse, Sambayon con un ladrido hacía que apareciera mágicamente.
Un día, la familia real decidió embarcarse en una gran aventura. Habían escuchado leyendas de un bosque encantado donde las estrellas bajaban a la tierra para bailar. Llenos de curiosidad y entusiasmo, prepararon todo lo necesario y partieron hacia el bosque.
Caminaron durante horas, disfrutando de la belleza del reino y los saludos amistosos de los animales. Al llegar al bosque encantado, se dieron cuenta de que no era una leyenda. Las estrellas realmente estaban allí, danzando entre los árboles. Era un espectáculo sin igual.
Mientras la familia disfrutaba del maravilloso evento, un pequeño problema surgió. Una de las estrellas se había lastimado al chocar con una rama y no podía regresar al cielo. La pequeña Delfi, queriendo ayudar, se acercó a la estrella herida.
Recordando los poderes mágicos de su mamá, Delfi le pidió que curara a la estrella. Florcita susurró dulces palabras de aliento y, en instantes, la estrella empezó a brillar nuevamente, lista para volver a su hogar en el cielo.
Antes de que la estrella se marchara, les agradeció y les otorgó un regalo especial: cada uno de ellos tendría un deseo que se haría realidad. Delfi deseó que el reino estuviera siempre lleno de alegría. Florcita pidió salud eterna para todos los seres vivos del reino. Josemaria deseó que la armonía entre los animales y los humanos nunca se perdiera. Y Sambayon, con un ladrido alegre, deseó más aventuras para compartir con su familia.
Al regresar al castillo, la familia real no pudo evitar notar el cambio maravilloso en su reino: todo brillaba con una luz especial, la risa llenaba el aire y todos los seres vivos disfrutaban de una felicidad perfecta.
Con el corazón lleno de alegría, Delfi comprendió que el verdadero poder mágico residía en la bondad, el amor y la unidad de su familia.
Y así, con cada amanecer, las aventuras de Delfi, Florcita, Josemaria y Sambayon continuaron, llenando de magia cada rincón del Reino de Colores.
Después del maravilloso evento con la estrella, el Reino de Colores se llenó de una magia aún más intensa. Delfi y su familia no solo se convirtieron en los guardianes de la alegría y la salud del reino, sino que también se propusieron explorar más allá de sus fronteras, buscando nuevos amigos y aventuras.
La siguiente aventura lleva a Delfi y su familia al Bosque Susurrante, un lugar secreto del que solo Josemaria había oído hablar en las conversaciones con los pájaros. Los árboles de este bosque podían hablar y contaban historias antiguas. Sin embargo, al llegar descubren que el bosque ha perdido su voz. La misión de la familia es encontrar la causa del silencio y restaurar la voz del bosque.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.