Cuentos de Princesas

La Princesa Malaika y el Libro de los Ancestros

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En lo profundo de la sabana africana, en un reino llamado Nzuri, vivía la joven princesa Malaika. Con tan solo doce años, Malaika ya mostraba el coraje y la sabiduría de alguien mucho mayor. Su piel, oscura como la noche, brillaba bajo el sol africano, y sus ojos negros como el ébano siempre irradiaban curiosidad por el mundo que la rodeaba. Malaika era hija del poderoso Rey Kumba y la Reina Nary, dos gobernantes queridos por su pueblo, que gobernaban con justicia y amor. El reino de Nzuri era vasto, cubierto por extensas llanuras doradas, baobabs centenarios y ríos que daban vida a la tierra.

Desde muy pequeña, Malaika había escuchado historias sobre los ancestros de África, espíritus poderosos que habían ayudado a moldear el destino del continente. Se decía que estos espíritus habitaban en los árboles más antiguos y que en sus raíces dormía la memoria de tiempos pasados. Malaika estaba fascinada por estas leyendas, especialmente por los baobabs, árboles majestuosos que podían vivir miles de años. Uno de esos baobabs, el más grande y antiguo de todos, se alzaba cerca del palacio real, y Malaika solía pasar horas a su sombra, soñando con las historias de los antiguos.

Una cálida tarde, mientras Malaika exploraba los alrededores del gran baobab, algo inusual llamó su atención. Entre las raíces retorcidas del árbol, algo brillante asomaba entre la tierra. Con cuidado, Malaika se agachó y, usando ambas manos, comenzó a desenterrar lo que parecía ser un antiguo objeto. Para su sorpresa, era un libro. Pero no era un libro cualquiera: sus tapas estaban hechas de cuero gastado, decoradas con símbolos que Malaika nunca había visto antes. Al tocarlo, sintió un extraño calor recorrer su cuerpo, como si el libro estuviera vivo.

Intrigada, decidió abrirlo. En el momento en que lo hizo, una luz dorada salió disparada de sus páginas, envolviéndola por completo. Malaika intentó soltar el libro, pero era imposible; sus manos estaban pegadas a él como si fuera parte de ella. De repente, el mundo a su alrededor comenzó a desvanecerse. Los árboles, el cielo, e incluso el suelo bajo sus pies desaparecieron, y Malaika se sintió caer en un vacío inmenso. Pero no estaba asustada; en su corazón, sabía que lo que le esperaba era algo más grande que cualquier cosa que pudiera imaginar.

Cuando finalmente aterrizó, ya no estaba en la sabana africana. Malaika se encontraba en un lugar completamente distinto, un paisaje mágico donde las montañas flotaban en el aire y ríos de luz dorada fluían como cascadas. El cielo era de un color púrpura profundo, y las estrellas brillaban incluso a plena luz del día. A su alrededor, figuras etéreas comenzaban a tomar forma. Eran los ancestros, espíritus altos y majestuosos, que la observaban con ojos sabios y amables.

«Bienvenida, Princesa Malaika,» dijo uno de los ancestros, un hombre de cabello plateado que flotaba sobre el suelo. «Te hemos estado esperando.»

Malaika, sorprendida pero también emocionada, hizo una reverencia ante las figuras. «¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde estoy?»

«Estás en el Reino de los Ancestros, un lugar que solo aquellos elegidos pueden visitar,» respondió una mujer anciana, cuya voz era suave pero llena de poder. «Nosotros somos los guardianes de la memoria de África, los espíritus de aquellos que caminaron estas tierras antes que tú.»

Malaika se quedó sin palabras. Siempre había soñado con conocer a los ancestros, pero nunca imaginó que esto realmente podría suceder. «¿Por qué me han traído aquí?» preguntó finalmente.

«Porque eres especial, Malaika,» dijo el ancestro de cabello plateado. «En ti fluye la sangre de nuestros antiguos reyes y reinas, y llevas la responsabilidad de proteger nuestra historia y nuestros secretos. Pero hay algo más… El mundo en el que vives está en peligro.»

El corazón de Malaika dio un vuelco. «¿En peligro? ¿De qué hablas?»

«Una oscuridad se está levantando en tu mundo,» explicó otro ancestro, cuya figura era más difusa que las demás. «Es una fuerza antigua, una maldición que ha dormido durante siglos, pero ahora ha despertado. Su poder se extiende por toda África, y pronto consumirá todo si no hacemos algo para detenerla.»

Malaika se estremeció al escuchar esas palabras. Sabía que tenía que hacer algo, pero ¿qué podría hacer ella, una niña de doce años, contra una fuerza tan poderosa?

«Por eso te hemos traído aquí,» dijo la anciana ancestro. «El libro que encontraste es el Libro de los Ancestros. Contiene la sabiduría y el poder de todos los que vinieron antes de ti. Con él, puedes acceder a un poder inimaginable. Pero debes aprender a usarlo sabiamente.»

«¿Cómo?» preguntó Malaika, con una mezcla de curiosidad y temor.

«El viaje no será fácil,» advirtió el ancestro de cabello plateado. «Tendrás que enfrentarte a pruebas difíciles, superar tus miedos y confiar en tu instinto. Pero creemos en ti, Malaika. Eres la elegida.»

Con esas palabras, los ancestros comenzaron a desaparecer lentamente, dejando a Malaika sola en aquel reino de ensueño. El libro en sus manos brillaba con una luz suave, y en su interior, las páginas comenzaban a cambiar, revelando símbolos y palabras que nunca antes había visto. Sabía que su misión acababa de comenzar.

Malaika cerró los ojos y, al abrirlos de nuevo, se encontró de vuelta en la sabana africana, bajo el imponente baobab. Pero algo había cambiado. Sentía una conexión más profunda con la tierra, como si pudiera escuchar el susurro de los árboles y el canto de los animales en la distancia. Sabía que no estaba sola; los ancestros estaban con ella, guiándola.

Decidida a salvar su reino y su gente, Malaika emprendió su aventura. Durante semanas, recorrió las tierras de Nzuri, buscando respuestas y enfrentándose a desafíos que probaban no solo su fuerza, sino también su corazón. Con el poder del libro a su lado, Malaika descubrió secretos antiguos, luchó contra criaturas mágicas y formó alianzas con los espíritus de la naturaleza.

Sin embargo, sabía que la batalla final aún estaba por llegar. La oscuridad que los ancestros habían mencionado se estaba acercando. La maldición, conocida como Umbala, era un antiguo espíritu maligno que se alimentaba del miedo y la desesperanza. Una vez liberado, Umbala podría destruir todo lo que Malaika amaba.

Una noche, bajo la luz de la luna llena, Malaika se encontró cara a cara con Umbala. El espíritu oscuro era enorme, con una forma cambiante y ojos rojos que brillaban en la oscuridad. El aire a su alrededor se volvió pesado, y el miedo comenzó a infiltrarse en el corazón de la joven princesa.

«¿Crees que puedes detenerme, niña?» se burló Umbala, su voz resonando como un trueno. «Soy más antiguo que tu mundo, más poderoso que cualquier magia que poseas.»

Pero Malaika no se dejó intimidar. Recordó las palabras de los ancestros, recordó el poder del libro que ahora ardía en sus manos. Con una determinación feroz, abrió el libro y comenzó a recitar las antiguas palabras que había aprendido durante su viaje.

La batalla que siguió fue épica. Umbala lanzó sombras y pesadillas hacia Malaika, tratando de consumirla con su oscuridad, pero la joven princesa, con el poder de los ancestros, se mantuvo firme.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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