Cuentos de Princesas

Mi Quinto Cielo de Cumpleaños

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un reino muy lejano, una dulce princesita llamada Florencia. Florencia era una niña alegre y llena de vida, con una sonrisa que iluminaba el castillo y un corazón tan grande como el cielo. Hoy era un día muy especial, porque ¡era su quinto cumpleaños! Florencia había estado esperando este día durante mucho tiempo y estaba muy emocionada. En el castillo, todos los preparativos estaban en marcha. Los cocineros estaban horneando un delicioso pastel de chocolate, mientras que los jardineros adornaban el jardín con coloridas flores y globos brillantes.

Florencia, aunque no podía esperar a ver su fiesta, decidió salir un momento al jardín. Cuando salió, se sintió como si estuviera en un mundo mágico lleno de colores. Las mariposas revoloteaban y los pájaros cantaban. De repente, mientras ella admiraba las flores, escuchó un suave susurro: “¡Florencia!” La princesita miró alrededor, un poco asombrada. “¿Quién me llama?” preguntó, algo confundida.

Tras un arbusto lleno de rosas, apareció un pequeño duende con alas brillantes y una gorra verde. “Hola, soy Pompón, el duende de los sueños. He venido a felicitarte por tu cumpleaños”, dijo con una sonrisa traviesa. “¡Gracias, Pompón!” respondió Florencia, contenta de conocer a alguien nuevo. “¿Has venido a la fiesta?”

“¡Claro que sí! Pero tengo un secreto que contarte”, dijo Pompón, acercándose con un aire de misterio. “A veces, las fiestas de cumpleaños pueden ser aún más mágicas si haces un deseo especial. ¿Te gustaría que te ayudara a cumplir uno?”

Los ojos de Florencia brillaron de emoción. “¡Sí, por favor!” exclamó. “Quiero que sea la mejor fiesta del mundo y que mis amigos estén todos aquí para celebrarlo juntos”. Pompón asintió, moviendo su varita mágica en el aire, creando chispas de colores que danzaban a su alrededor. “Entonces, cerra los ojos y cuenta hasta tres”.

Florencia cerró los ojos y comenzó a contar: “Uno, dos… tres”. Cuando los abrió, se dio cuenta de que el jardín estaba lleno de sus amigos de la aldea. ¡Qué sorpresa! Todos estaban listos para celebrar, vestidos con sus mejores ropas. Había risas y alegría. En el centro del jardín, el pastel de chocolate estaba decorado con velas brillantes esperando ser encendidas.

Florencia corrió a abrazar a sus amigos; había una niña llamada Elena, que siempre traía su risa contagiosa, y un niño llamado Tomás, que era famoso por contar las historias más divertidas. Juntos comenzaron a jugar juegos, como esconderse y atrapar. Pompón se unió a ellos, haciendo que las flores se movieran como si estuvieran danzando, y creando burbujas de colores que llenaron el aire.

Mientras jugaban, Florencia recordó algo importantísimo. “¡Es hora de hacer un deseo! ¿Quieren ayudarme?” Atraídos por la idea, todos los niños se reunieron en torno a Florencia. “Cuando sople las velas, cada uno de ustedes puede pedir un deseo también. ¿Listos?”

Todos asintieron ansiosamente, su emoción visible en sus caras. Cuando Florencia sopló las velas, en el aire flotaba un ambiente mágico. Cada niño hizo su deseo en silencio, esperando que se hiciera realidad. Pero justo cuando todo parecía perfecto, una nube oscura apareció de repente en el cielo. ¿Qué estaba pasando? Todos miraron al cielo, preocupados.

Esa nube malvada quiso interrumpir la fiesta; quería robar la felicidad de los niños. Sin pensarlo dos veces, Florencia se acercó a Pompón. “¿Puedes ayudarnos a ahuyentar esa nube?” Pompón frunció el ceño, pensando cuidadosamente. “Tendremos que encontrar el color del arcoíris. Si lo logramos, la nube oscura se irá”.

“¡Vamos a buscar el arcoíris!” gritaron en voz alta todos los niños, llenos de valentía. Comenzaron a correr, saltando de alegría y con Pompón volando a su lado. Se adentraron en el bosque que estaba cerca del castillo, siguiendo un camino lleno de flores brillantes y pájaros cantores. Mientras caminaban, cada niño dijo en voz alta el color que más les gustaba: “¡Rojo!”, “¡Azul!”, “¡Amarillo!”, “¡Verde!”.

Entonces, Florencia, emocionada por la aventura, decidió que juntos podían encontrar todos los colores. “¡Hagamos una cadena de colores!” sugirió. Todos se tomaron de la mano y comenzaron a saltar juntos, creando un arcoíris de risas y alegría. Al instante, desde el cielo, comenzaron a caer gotas de luz de colores que brillaron como estrellas.

La nube oscura, sintiendo el poder del arcoíris, comenzó a desvanecerse. Los niños, al ver esto, se llenaron de energía y comenzaron a cantar en un coro especial, una canción de amistad y de amor. “¡Canta con nosotros, Pompón!” gritó Tomás. El duende se unió al canto, y la magia llenó el aire. Con cada nota que pronunciaban, la nube oscura se deshacía más y más.

Finalmente, tras unas cuantas estrofas, la nube desapareció por completo, dejando el cielo despejado y brillante. El sol volvió a sonreír, y un hermoso arcoíris apareció en el cielo, reflejando todos los colores que habían mencionado. Florencia y sus amigos saltaron de alegría y corrieron de vuelta al castillo.

Cuando regresaron al jardín, el pastel de cumpleaños seguía allí, completamente intacto, esperando a ser probado. Florencia cerro los ojos por un momento más, sonriendo. “¡Esto ha sido el mejor cumpleaños de todos!” Dijo mirando a sus amigos. “Gracias a todos por ayudarme a hacer un deseo muy especial”.

Y así, entre risas, juegos y un pastel delicioso, Florencia y sus amigos celebraron su día de cumpleaños. Aprendieron que la amistad es poderosa y que, incluso cuando algo oscuro intenta interrumpirlo, siempre hay luz y amor que prevalece. Y Pompón, el duende de los sueños, sonrió al ver la felicidad en sus corazones; sabía que había creado una magia que duraría para siempre. Desde entonces, Florencia se dio cuenta de que los deseos pueden hacerse realidad, siempre que se compartan con el corazón y la alegría. Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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