En la tranquila ciudad de Ventanas Abiertas, Ian se despertó esa mañana con el mismo deseo que todos los días: convertirse en un policía. A sus 24 años, Ian tenía una vida algo inusual, pues no solo era el propietario de la pizzería más popular de la ciudad, «Pizzas Voladoras», sino que compartía su apartamento con dos inusuales compañeros: Nino, un gato negro con ojos verdes que parecían faros en la noche, y Curro, un loro multicolor que no paraba de hablar.
La pizzería, decorada con posters de superhéroes y modelos de motocicletas, era el refugio de Ian, un lugar donde se sentía como el héroe de su propia historia. Sin embargo, su sueño era otro. Ian deseaba ser policía, no solo por la adrenalina de la acción, sino por la posibilidad de hacer una diferencia real en su comunidad.
Ese día, sin embargo, algo extraordinario iba a suceder. Mientras Ian se preparaba para abrir la pizzería, Nino saltó sobre el mostrador con una agilidad sorprendente, causando que una vieja lata de pintura que Ian había olvidado en el estante superior se viniera abajo, derramándose sobre él y Curro.
«¡Nino, mira lo que has hecho!», exclamó Ian, intentando limpiar el desastre. Pero al mirarse al espejo, algo en él había cambiado. La pintura había dibujado extrañamente un disfraz de superhéroe sobre su ropa. Curro, por su parte, estaba cubierto de colores brillantes, como si él también formara parte de la aventura.
Riendo por lo absurdo de la situación, Ian no sabía que la pintura era especial. Había sido mezclada años atrás por un artista loco que buscaba crear una pintura que diera superpoderes, pero nunca lo logró, o eso creían todos.
Cuando Ian y Curro salieron a la calle para comprar más productos de limpieza, un grito los detuvo. Un robo estaba ocurriendo en la joyería de la esquina. Sin pensarlo, Ian corrió hacia el lugar. Para su sorpresa, pudo correr a una velocidad asombrosa, y Curro, al volar, dejaba una estela de colores que deslumbraba a los transeúntes.
En pocos segundos, Ian estaba en la joyería, enfrentándose a los ladrones. «¿Quién eres tú?», preguntó uno de ellos, sorprendido por la aparición repentina de este colorido héroe.
«Soy… eh… ¡El Héroe de las Pizzas!», exclamó Ian, improvisando un nombre. Con agilidad, desarmó a los ladrones, usando movimientos que parecían tan naturales como si los hubiera practicado toda su vida. Curro, por su parte, revoloteaba alrededor, repitiendo frases como, «¡Ian, el héroe! ¡Ian, el héroe!», distrayendo a los ladrones.
La policía llegó poco después, y los ladrones fueron arrestados. El jefe de policía, sorprendido por la valentía y habilidad de Ian, se acercó a él. «Hijo, nunca he visto a nadie actuar con tal valentía y rapidez. ¿Has considerado alguna vez unirte a la policía?»
Ian sonrió, sabiendo que este era el momento que había estado esperando toda su vida. «De hecho, señor, ese ha sido mi sueño desde siempre.»
Después del incidente, «El Héroe de las Pizzas» se convirtió en un símbolo de justicia en Ventanas Abiertas. Ian siguió manejando su pizzería, pero siempre estaba listo para transformarse en héroe cuando la ciudad lo necesitaba. Curro y Nino, sus fieles compañeros, estaban siempre a su lado, listos para cualquier nueva aventura.
Y así, Ian descubrió que a veces, los sueños se hacen realidad de las maneras más inesperadas, y que con valor, un poco de pintura especial, y amigos leales, uno realmente puede hacer una diferencia en el mundo.
Cuentos cortos que te pueden gustar
Edu y Owen: La Aventura del Aprendizaje
Las Increíbles Aventuras de Salchita, Pure y Mostaza
Elena y los Perritos Perdidos
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.