En una ciudad llena de colores y alegría, vivía una niña llamada Atenas con sus padres, que eran los mejores del mundo. En esta ciudad especial, cada día era una aventura y cada noche, un sueño lleno de estrellas. Pero para Atenas, la mayor aventura y el sueño más dulce eran estar con su papá y su mamá, quienes para ella eran verdaderos superhéroes.
Era una mañana radiante de domingo, el cielo estaba tan azul que parecía un mar pintado. Atenas se despertó con una sonrisa, porque sabía que hoy era un día especial. Era el primer Día del Padre que iba a celebrar con su papá, y tenía un regalo muy especial para él.
Atenas, con sus pequeñas manos, había creado una tarjeta con dibujos de colores y purpurina. Había dibujado a su familia: ella, su mamá y, por supuesto, su superhéroe papá. Aunque era pequeña, sus palabras eran grandes y llenas de amor.
La mamá de Atenas, con una sonrisa cariñosa, ayudó a su pequeña a preparar el desayuno. Juntas, llevaron una bandeja con el mejor desayuno del mundo: tostadas con mermelada, el café favorito de papá, y un vaso de jugo de naranja fresco. Pero lo más importante era la tarjeta, brillando con todo su esplendor.
Papá estaba aún en la cama, fingiendo estar dormido, aunque la emoción lo mantenía despierto. Sabía que algo especial estaba por suceder. Cuando Atenas y su mamá entraron al cuarto con la bandeja, él abrió los ojos fingiendo sorpresa, pero en su corazón, la verdadera sorpresa fue ver las caritas de felicidad de su esposa e hija.
Atenas, con una voz tierna y emocionada, leyó la tarjeta para su papá. Hablaba de todas las cosas maravillosas que él hacía por ella: cómo la llevaba a conocer el mundo, cómo la calmaba cuando no podía dormir con paseos bajo las estrellas, cómo cada día le daba su bendición antes de ir al trabajo, y cómo siempre se sentía segura y amada gracias a él.
El papá de Atenas, con lágrimas en los ojos, abrazó a su pequeña y a su esposa. Ese abrazo fue mágico, lleno de amor y felicidad. Atenas sabía que su papá no necesitaba capa ni superpoderes para ser un superhéroe, porque el amor que él daba era el mayor poder del mundo.
Después del desayuno, decidieron pasar el día juntos como una familia superhéroe. Primero, fueron al parque, donde Atenas jugó a ser una exploradora valiente y sus padres eran sus compañeros de aventura. Buscaron tesoros escondidos, salvaron animales imaginarios en peligro y construyeron castillos en la arena.
Luego, visitaron el zoológico, donde Atenas vio a sus animales favoritos. Se maravilló con los colores del loro, la gracia de los monos y la majestuosidad del león. Su papá, con cada animal que veían, le contaba una historia fascinante, haciendo que el zoológico se convirtiera en un libro de cuentos viviente.
Más tarde, fueron a una heladería donde Atenas eligió un helado de chocolate y fresa. Sentados en una banca, disfrutaron de su helado mientras observaban las nubes, imaginando formas divertidas. Atenas veía dragones, castillos y, por supuesto, superhéroes.
Al volver a casa, la mamá de Atenas sugirió hacer una película casera. Prepararon disfraces con cosas que encontraron en casa: una capa hecha con una sábana, unas gafas de buzo para ser un superhéroe acuático y una varita mágica hecha de papel y brillo. Grabaron una película donde salvaban el mundo de un villano muy travieso: el Señor Cosquillas, interpretado por el papá de Atenas.
Riendo y jugando, el día pasó volando. Ya en la noche, mientras Atenas se preparaba para dormir, su papá le leyó un cuento. Era un cuento sobre una niña que descubría que su verdadero superpoder era el amor que compartía con su familia. Atenas, con los ojos brillantes de emoción, abrazó a su papá y le dijo que lo amaba mucho, que él era su superhéroe favorito.
El papá de Atenas, con el corazón lleno de amor, le dio un beso en la frente y le deseó dulces sueños. Atenas se quedó dormida pensando en lo maravilloso que era tener un superhéroe en casa, y en todos los días felices que aún estaban por venir.
Así termina la historia de Atenas y su superhéroe, una historia de amor, aventuras y felicidad. Porque en el corazón de cada niño, sus padres siempre serán los más grandes superhéroes.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.