En un rincón colorido del mundo, donde las flores cantan y las nubes danzan al son del viento, se encuentra el hogar de una familia muy especial. Alex, el padre, es conocido por todos como el Gran Protector, un superhéroe con una capa tan roja como el atardecer y una máscara que oculta su verdadera identidad, pero no su corazón valiente. Sus hijos, Ainhoa, Fernando, Nuria y Sara, heredaron de él no solo su pasión por la justicia, sino también pequeñas capas de colores brillantes que reflejan sus personalidades únicas.
Un día, mientras el sol brillaba con fuerza y el cielo estaba tan azul como el mar que rodea las islas de la fantasía, Alex decidió que era el momento perfecto para una lección muy especial: aprender a volar. Ainhoa, con su capa violeta, Fernando, con su capa verde, Nuria, con su capa azul, y Sara, con su capa amarilla, estaban emocionados. Sus pequeños corazones latían fuerte con la anticipación de la aventura que estaba a punto de comenzar.
«¿Están listos?», preguntó Alex con una sonrisa. Los niños asintieron, sus ojos brillaban con la luz de mil estrellas. Uno por uno, Alex los levantó en el aire, mostrándoles cómo las corrientes invisibles del viento podían ser sus aliadas. Primero fue Ainhoa, cuya risa se mezcló con el canto de los pájaros. Luego, Fernando, quien, con determinación, aprendió a hacer piruetas entre las nubes. Nuria, con su espíritu libre, bailó con el viento, y Sara, la más pequeña, voló tan alto que casi toca el sol.
La lección de vuelo se convirtió en una tarde de juegos y risas. La familia de superhéroes exploró cada rincón de su mundo mágico, desde los campos de tulipanes que cambian de color con el pasar de las horas hasta las montañas que esconden secretos ancestrales. Fue un día lleno de momentos que se grabarían en sus corazones para siempre.
Pero no todo en la vida de nuestros héroes era juego y aventura. Como el Gran Protector, Alex tenía la misión de mantener la paz en su mundo, y sus hijos estaban siempre listos para ayudar. Una noche, mientras las estrellas tejían patrones en el cielo, un mensaje urgente llegó. El pequeño pueblo de Arcoíris estaba en peligro: una sombra misteriosa había robado los colores, sumiendo todo en la oscuridad.
Sin dudarlo, la familia se puso en marcha. Llegaron al pueblo para encontrar a sus habitantes asustados y confundidos. La oscuridad había borrado las sonrisas de sus rostros, pero Alex y sus hijos no iban a permitir que la tristeza se quedara. Trabajaron juntos, usando sus poderes para buscar pistas y enfrentar desafíos.
Ainhoa, con su inteligencia, descifró el misterio detrás de la sombra; Fernando, con su fuerza, ayudó a reconstruir lo que había sido dañado; Nuria, con su amor por la naturaleza, restauró los jardines y campos; y Sara, con su inocencia y alegría, recordó a todos lo importante que es sonreír. Alex, con la ayuda de sus hijos, confrontó a la sombra, mostrándole la importancia de compartir y vivir en armonía.
Con paciencia y amor, la familia no solo devolvió los colores a Arcoíris, sino que también enseñó a la sombra a valorar la luz. El pueblo celebró su regreso a la vida con una fiesta que duró hasta el amanecer, llena de música, baile y, por supuesto, muchos colores.
De vuelta en casa, mientras el sol comenzaba a asomar por el horizonte, Alex miró a sus hijos con orgullo. Ainhoa, Fernando, Nuria y Sara habían demostrado ser verdaderos superhéroes, no solo por sus poderes, sino por sus corazones valientes y bondadosos.
«Lo más importante que podemos hacer es ayudar a los demás y hacer del mundo un lugar más brillante», dijo Alex, abrazándolos fuerte. Y así, en su acogedor hogar, rodeados de amor y aventuras, la familia de superhéroes se preparaba para descansar, sabiendo que juntos, podrían enfrentar cualquier desafío que les esperara.
Y mientras la primera luz del día teñía el cielo de rosa y oro, el mundo descansaba tranquilo, protegido por la familia de superhéroes más valiente de todas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.