Roldan era un niño muy alegre que vivía en un vecindario lleno de risas y aventuras. Tenía un gran amor por el fútbol y pasaba horas jugando en el parque con sus amigos. Pero lo que más le gustaba era escuchar historias de superhéroes. Cada noche, cuando era hora de dormir, su mamá y su papá le contaban cuentos emocionantes sobre héroes que salvaban el mundo, volaban por los cielos y luchaban contra villanos malvados. Estas historias llenaban su imaginación y lo hacían soñar con ser un superhéroe algún día.
Un día, mientras Roldan jugaba al fútbol con sus amigos, notó algo diferente en el aire. Había una extraña emoción, como si algo especial estuviera por suceder. Mientras jugaban, un anciano con una larga barba blanca y un sombrero puntiagudo se acercó al parque. Tenía un brillo en los ojos que hizo que Roldan sintiera curiosidad.
—¡Hola, jóvenes futbolistas! —dijo el anciano con una voz profunda y amistosa—. Estoy buscando a alguien valiente que desee vivir una gran aventura.
Roldan, emocionado, dejó caer su balón y corrió hacia el anciano.
—¡Yo quiero! —gritó, lleno de entusiasmo—. ¡Quiero vivir una aventura como un superhéroe!
El anciano sonrió y, con un gesto mágico, sacó de su bolsillo una capa brillante y colorida.
—Entonces, aquí tienes tu capa. Con ella, serás capaz de realizar hazañas increíbles y descubrir tu verdadero poder —dijo el anciano.
Roldan no podía creerlo. Se puso la capa sobre sus hombros y sintió un escalofrío de emoción recorrer su cuerpo. Miró a sus amigos, quienes lo animaban desde el campo de fútbol.
—¡Vamos, Roldan! —gritaron—. ¡Eres un verdadero superhéroe!
Sin pensarlo dos veces, Roldan comenzó a correr por el parque, haciendo saltos y giros como si volara. Pero de repente, se detuvo. Notó que un grupo de niños estaba reunido alrededor de una niña que parecía triste. Roldan se acercó y vio que la niña había perdido su pelota.
—¿Qué te pasa? —preguntó Roldan con su voz más amigable.
—He perdido mi pelota y no puedo jugar —respondió la niña, con lágrimas en los ojos.
Roldan se puso serio. Sabía que era su momento de actuar como un verdadero superhéroe.
—No te preocupes —dijo—. ¡Yo te ayudaré a encontrarla!
Con su capa ondeando al viento, Roldan comenzó a buscar la pelota. Miró bajo los bancos, detrás de los árboles y en cada rincón del parque. Después de un rato, se dio cuenta de que había un gran arbusto en la esquina que podría tener la pelota escondida.
Corrió hacia el arbusto y, al asomarse, ¡ahí estaba la pelota! Roldan la levantó con una gran sonrisa y corrió de regreso hacia la niña.
—¡Aquí está tu pelota! —exclamó, entregándosela con orgullo.
La niña se iluminó y sus ojos brillaron de felicidad.
—¡Gracias, Roldan! Eres un verdadero héroe —dijo mientras abrazaba su pelota.
Roldan se sintió increíble. Había ayudado a alguien, y eso era lo que hacían los superhéroes. Sus amigos comenzaron a aplaudir, y él no pudo evitar sonreír.
Después de ese pequeño rescate, Roldan y sus amigos continuaron jugando al fútbol. Con cada tiro y pase, él se sentía más poderoso. Su capa brillaba con el sol y su corazón latía con alegría. Pero aún había más aventuras por venir.
Mientras jugaban, vieron un grupo de niños que parecía estar en problemas. Un perro grande y peludo estaba ladrando en el parque, y los niños estaban un poco asustados. Roldan sintió que era su deber ayudar.
—Voy a hablar con el perro —dijo Roldan, acercándose con valentía. Sus amigos lo miraron con preocupación, pero él estaba decidido.
—¡Hola, amigo! —dijo Roldan, agachándose un poco—. No tienes que asustar a los niños. Solo quieres jugar, ¿verdad?
Para sorpresa de todos, el perro dejó de ladrar y movió su cola. Roldan extendió su mano lentamente, y el perro se acercó olfateando. Poco a poco, el perro se calmó y comenzó a jugar con Roldan. Los niños que habían estado asustados se acercaron, sonriendo y riendo.
—¡Mira! ¡Está jugando! —gritó uno de ellos.
Roldan sintió una gran alegría en su corazón. Había resuelto otro problema como un verdadero superhéroe. Con la ayuda de sus amigos, jugaron con el perro hasta que se cansó y se fue corriendo feliz.
El sol comenzaba a ponerse, y Roldan sabía que era hora de regresar a casa. Se despidió de sus amigos y corrió hacia su casa, sintiéndose un verdadero héroe. Cuando entró, sus padres lo estaban esperando con abrazos y sonrisas.
—¡Hola, campeón! ¿Cómo fue tu día? —preguntó su papá.
Roldan les contó todo sobre sus aventuras: la niña con la pelota, el perro asustado y cómo había ayudado a todos. Sus padres lo escucharon con atención, sonriendo y sintiéndose orgullosos de su hijo.
Esa noche, cuando fue a la cama, Roldan se acurrucó bajo las mantas. Su mamá le contó una historia sobre un superhéroe que volaba alto y salvaba a las personas en apuros. Mientras escuchaba, Roldan cerró los ojos y soñó con todas las aventuras que podría tener.
Se dio cuenta de que ser un superhéroe no solo era tener una capa y hacer hazañas grandiosas, sino también ayudar a los demás y ser amable. Esa era la verdadera esencia de un héroe.
Así que, con una sonrisa en su rostro, Roldan se durmió, sabiendo que cada día traería nuevas oportunidades para ser un héroe.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.