Era una mañana brillante y soleada en la ciudad, el sol iluminaba cada rincón, y el viento suave bailaba entre las hojas de los árboles. Hoy era un día muy especial porque Sainet, Keniel, Xaneiryts y Yandriiel habían decidido pasar un día juntos en El Morro, un lugar mágico en la ciudad donde siempre ocurrían cosas increíbles.
Sainet era una niña muy curiosa, siempre llevaba su capa roja y tenía poderes para volar y ver a lo lejos como un halcón. Keniel, su mejor amigo, era un niño fuerte y valiente, con la habilidad de hacer su cuerpo tan duro como una roca. Xaneiryts, una niña con un disfraz azul, podía hablar con los animales y entender lo que ellos decían, y por último estaba Yandriiel, un niño muy rápido, que podía correr tan rápido como el viento para ayudar a sus amigos cuando más lo necesitaban.
Los cuatro héroes se encontraron en la entrada del Morro, donde grandes árboles rodeaban un castillo antiguo lleno de luces de colores. Ese día, el lugar parecía aún más especial, porque tenían una misión importante: encontrar a la luz perdida del Morro. La luz era mágica y hacía que todo estuviera feliz y brillante, pero esa mañana parecía que la luz se había escondido y el lugar estaba un poquito apagado.
—¡No podemos dejar que El Morro pierda su luz! —dijo Sainet mientras extendía sus brazos para volar y mirar desde arriba.
—Sí, vamos a encontrarla juntos —dijo Keniel con una sonrisa fuerte, listo para cualquier aventura.
Comenzaron a caminar por el sendero que llevaba al castillo, y mientras lo hacían, escucharon un ruido suave. Era un grupo de pájaros que cantaban triste. Xaneiryts se agachó y les habló con su voz dulce.
—¿Qué les pasa, amigos? —preguntó ella.
Los pájaros le contaron que la luz se había ido de El Morro porque alguien había tomado el cristal mágico que la guardaba. Sin ese cristal, el sol ya no podía brillar con tanta fuerza en el lugar.
Los niños se miraron y supieron que debían encontrar ese cristal para devolver la alegría al morro. Yandriiel sacó sus zapatillas especiales y dijo:
—Yo puedo ir rápido a buscar pistas, mientras ustedes me esperan aquí.
Y así lo hizo, corrió tan rápido que parecía un rayo. No tardó mucho en llegar a un pequeño bosque donde vio unas huellas brillantes. Siguió las huellas hasta encontrar a un pequeño zorro que tenía el cristal mágico en su boca, pero parecía que no sabía lo que tenía.
—Hola, zorro —dijo Xaneiryts para apaciguarlo—, ese cristal es muy importante para El Morro y para todos nosotros. ¿Quieres ayudarnos a devolverlo?
El zorro dejó caer el cristal y movió su cola emocionado, listo para seguir a los niños héroes.
Los cuatro amigos se unieron y comenzaron el camino de regreso al castillo, pero en el camino notaron que un gran árbol bloqueaba el sendero. Keniel se acercó, puso sus manos sobre el tronco y, usando su fuerza gigante, movió el árbol para que todos pudieran pasar.
—¡Wow! Eres muy fuerte, Keniel —dijo Sainet mientras volaba arriba y miraba lo que venía.
Cuando siguieron caminando, llegaron a un río que parecía muy ancho y profundo. Yandriiel se adelantó y corrió a buscar un lugar donde pudieran cruzar. Encontró unas piedras grandes y firmes que servían de puente, pero algunas estaban muy resbaladizas.
—¡Tengan cuidado! —avisó—, yo ayudaré a que crucen seguros.
Con su velocidad, Yandriiel fue a buscar una cuerda que estaba en una casita cercana y la lanzó para que sus amigos pudieran agarrarse y cruzar sin caer.
Finalmente, llegaron al castillo y vieron que la luz comenzaba a regresar porque el cristal estaba en las manos del zorro. Sainet voló rápidamente para colocar el cristal en su lugar, en lo alto de una torre donde el sol podía reflejarse y llenar todo el Morro de luz y color.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.