Judith, Marian, Alan y Emilia eran amigos inseparables y compartían una curiosidad inagotable. Un día, mientras exploraban el viejo barrio, se encontraron frente a una casa que todos creían abandonada. Las historias que circulaban sobre esa casa eran de todo tipo: desde que estaba embrujada hasta que escondía un tesoro.
Empujados por la curiosidad y el deseo de aventura, decidieron entrar a investigar. Emilia, siempre la más valiente, tomó la delantera, seguida de cerca por Alan. Judith y Marian, aunque con cierto temor, no querían quedarse atrás.
El interior de la casa estaba oscuro y polvoriento. Una lámpara antigua colgaba del techo del vestíbulo, balanceándose lentamente, aunque no había viento. Emilia sugirió que subieran las escaleras mientras Alan, con su linterna, iluminaba el camino.
Al llegar al segundo piso, escucharon un sonido. Parecían susurros. Judith se acercó a Marian y le preguntó con voz temblorosa si también los había oído. Marian asintió con la cabeza, igual de asustada.
Decidieron seguir el sonido hasta una habitación al final del pasillo. Al abrir la puerta, encontraron un viejo fonógrafo que, sorprendentemente, aún funcionaba. La música que salía de él era una vieja canción de cuna que heló la sangre de todos.
Alan, tratando de ser valiente, se acercó para apagarlo, pero justo en ese momento, las luces de la casa parpadearon y la puerta se cerró de golpe detrás de ellos.
Emilia gritó, y los cuatro amigos se abrazaron en un rincón de la habitación. Pasaron lo que parecieron horas en la oscuridad, hasta que finalmente, Judith, con lágrimas en los ojos, decidió que debían intentar salir.
Con cuidado, avanzaron hacia la puerta y, al abrirla, descubrieron que todo había vuelto a la normalidad. El fonógrafo ya no sonaba y la casa estaba en silencio. Con el corazón todavía latiendo con fuerza, salieron rápidamente de la casa, prometiendo no volver nunca más.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.