Cuentos de Terror

La cabaña en el bosque oscuro

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un lugar muy lejano, cuatro amigas llamadas Anahí, Julexy, Ariana y Kiara. Las cuatro eran inseparables, siempre andaban juntas a todas partes, y les encantaba vivir aventuras. Un día, decidieron ir a una cabaña en el bosque para pasar un fin de semana diferente. La cabaña estaba rodeada de altos árboles, con ramas que se mecían con el viento, y siempre había un aire de misterio a su alrededor.

Cuando las niñas llegaron a la cabaña, el sol ya comenzaba a esconderse detrás de las montañas, y una suave bruma empezaba a cubrir el bosque. Aunque la cabaña se veía acogedora desde lejos, algo en su aspecto hacía que las niñas se sintieran un poco nerviosas. Pero, como eran muy valientes, se rieron de sus temores y entraron en la cabaña cargadas de maletas y snacks para pasar la noche.

La primera noche fue tranquila. Anahí, Julexy, Ariana y Kiara se sentaron alrededor de una fogata que encendieron en la chimenea y contaron historias divertidas. Pero, cuando el reloj marcó la medianoche, algo extraño sucedió. Un viento fuerte sopló desde el bosque, haciendo que las ventanas de la cabaña se abrieran de golpe. Las niñas se miraron, un poco asustadas, pero decidieron ignorarlo y continuaron con sus historias.

De repente, se escuchó un ruido fuerte que venía de la cocina. Parecía que alguien había tirado algo al suelo. Las niñas se quedaron en silencio, escuchando con atención. «¿Qué fue eso?», preguntó Kiara, con la voz temblorosa. Ninguna de las niñas se atrevió a responder.

Ariana, siendo la más valiente, decidió ir a ver qué estaba pasando. Con una linterna en mano, caminó despacio hacia la cocina. Al llegar, no vio nada fuera de lo normal, pero cuando regresó con sus amigas, la linterna comenzó a parpadear y finalmente se apagó. Las niñas comenzaron a sentir un frío extraño que llenaba la habitación, y sabían que algo raro estaba pasando.

De repente, las luces de la cabaña comenzaron a parpadear y, en un instante, se apagaron por completo. La oscuridad cubrió todo, y solo se escuchaba el sonido del viento golpeando las ventanas. Las niñas se abrazaron entre ellas, temblando de miedo. En ese momento, Julexy, con los ojos llenos de terror, señaló hacia la puerta de la cabaña. «¡Miren!», exclamó.

Allí, en la oscuridad, se podía ver una figura borrosa. Parecía una persona, pero estaba cubierta de una luz tenue y fantasmal. Las niñas no podían creer lo que estaban viendo. El fantasma se acercó lentamente hacia ellas, y las niñas sentían que el corazón se les salía del pecho. Ninguna de ellas podía moverse, estaban congeladas por el miedo.

El fantasma, al estar frente a ellas, habló con una voz susurrante. «¿Por qué han venido a mi cabaña?», dijo. Las niñas no sabían qué responder. Entonces, Anahí, reuniendo todo su valor, preguntó: «¿Quién eres tú?».

El fantasma explicó que, hacía mucho tiempo, había sido una persona que vivía en ese bosque. Pero una noche, algo terrible le sucedió, y desde entonces, su espíritu no había encontrado paz. El fantasma les dijo que estaba atrapado en la cabaña, y que cada vez que alguien entraba, él aparecía para advertirles que se fueran antes de que fuera demasiado tarde.

Las niñas querían salir corriendo, pero las puertas de la cabaña se cerraron de golpe, como si una fuerza invisible las hubiera atrapado. «No pueden irse», dijo el fantasma. «Alguien debe quedarse aquí conmigo para siempre». Las niñas empezaron a llorar, sin saber qué hacer.

De pronto, un sonido fuerte y estruendoso llenó la cabaña. Las ventanas se rompieron, y una ráfaga de viento helado entró, apagando las pocas velas que quedaban encendidas. El fantasma, con una sonrisa siniestra, se acercó a Kiara y le dijo: «Tú serás la que se quede conmigo». Kiara, llena de terror, intentó correr, pero no pudo. Una fuerza invisible la levantó del suelo, y las otras niñas gritaron, suplicando que la soltara.

Pero antes de que algo más pudiera suceder, Anahí tuvo una idea. Recordó una historia que había leído sobre fantasmas que estaban atrapados porque no habían encontrado la paz. Con valentía, se dirigió al fantasma y le dijo: «Te ayudaremos a encontrar la paz. No tienes que asustarnos ni hacernos daño. Solo queremos ayudarte».

El fantasma, sorprendido, dejó de sonreír. Parecía dudar por un momento, y luego, con voz temblorosa, dijo: «¿De verdad harían eso por mí?».

Las niñas asintieron, aunque seguían asustadas. «Dinos qué necesitas para encontrar la paz», dijo Julexy. El fantasma, con tristeza, explicó que había perdido algo muy valioso para él en el bosque, algo que había estado buscando desde hacía mucho tiempo.

Las niñas, decididas a ayudar, le pidieron al fantasma que les mostrara dónde buscar. El fantasma, con un gesto, hizo que las puertas de la cabaña se abrieran, y todas salieron al oscuro bosque. Guiadas por la luz fantasmal, caminaron hasta un viejo árbol, donde encontraron una pequeña caja enterrada en la tierra.

El fantasma les dijo que esa caja contenía sus recuerdos más preciados, aquellos que le habían sido arrebatados cuando murió. Las niñas, con cuidado, desenterraron la caja y se la entregaron al fantasma.

Cuando el fantasma abrió la caja, una luz brillante salió de ella, iluminando todo el bosque. El fantasma, con una expresión de alivio en su rostro, les dio las gracias y les dijo que ahora podría descansar en paz.

Con esas palabras, el fantasma se desvaneció, y el bosque volvió a la calma. Las niñas, aunque asustadas por lo que había sucedido, sabían que habían hecho lo correcto. Regresaron a la cabaña, y al día siguiente, se marcharon de allí, prometiendo no volver nunca más.

Aunque el recuerdo de esa noche las acompañó siempre, supieron que habían ayudado a alguien a encontrar la paz, y eso les dio valor para enfrentar cualquier cosa en el futuro.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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