Cuentos de Terror

La Mansión de los Secretos Perdidos

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En una pequeña ciudad rodeada por densos bosques y colinas sombrías, tres amigos, Renis, Duarte y Sánchez, compartían no solo una profunda amistad sino también un insaciable interés por lo desconocido. Eran conocidos en su escuela por ser los más intrépidos y curiosos, siempre en busca de aventuras que saciaran su sed de misterio.

Una noche de octubre, cuando el viento soplaba fuerte y las hojas secas danzaban en un torbellino sin fin, los tres amigos se encontraron en su escondite secreto: una pequeña cabaña en el corazón del bosque, iluminada únicamente por la luz parpadeante de una vela. En medio de sus charlas sobre leyendas urbanas y relatos de terror, Sánchez sacó un viejo mapa del pueblo que había encontrado en el ático de su abuela.

—Miren esto —dijo Sánchez, extendiendo el mapa sobre la mesa de madera—. Hay un lugar que nunca hemos explorado.

Sus dedos señalaron una zona marcada con una X roja en el límite del mapa, donde se dibujaban las ruinas de una antigua mansión conocida como «La Morada de los Silencios». La leyenda contaba que, hace décadas, la mansión fue el hogar de un excéntrico coleccionista de artefactos místicos y ocultos, que desapareció misteriosamente sin dejar rastro. Desde entonces, la mansión había permanecido abandonada, ocultando entre sus muros desgastados los secretos y colecciones perdidas de su último morador.

La decisión fue unánime: explorarían la mansión esa misma noche. Armados con linternas, cuerdas y una insaciable curiosidad, Renis, Duarte y Sánchez se adentraron en el bosque, guiados por la tenue luz de la luna que se abría paso entre las ramas desnudas de los árboles.

La caminata fue larga y silenciosa, con solo el crujir de las hojas secas bajo sus pies rompiendo el inquietante silencio. Finalmente, tras una colina, la imponente silueta de la mansión emergió ante ellos, tan majestuosa como amenazante, con sus ventanas rotas y puertas entreabiertas que parecían invitarlos a entrar.

—Aquí estamos, «La Morada de los Silencios» —murmuró Duarte, con un tono que denotaba tanto emoción como nerviosismo.

El interior de la mansión era un laberinto de pasillos oscuros y estancias cubiertas de polvo, donde el tiempo parecía haberse detenido. Cada habitación contaba su propia historia, a través de los retratos descoloridos que colgaban de las paredes y los muebles cubiertos por telarañas que adornaban los rincones.

Mientras exploraban, un ruido sordo les detuvo en seco. Venía de las profundidades de la mansión, como si algo o alguien se moviera en las sombras. Siguiendo el sonido, los amigos descubrieron una puerta oculta detrás de una estantería en lo que parecía ser la biblioteca del coleccionista.

Con el corazón en la boca y las linternas apuntando hacia la oscuridad, abrieron la puerta secreta, revelando una escalera que descendía hacia un sótano olvidado. El aire estaba cargado de un olor a tierra y moho, y algo más, un aroma dulzón y pesado que no lograban identificar.

Bajaron con cuidado, sintiendo cómo la temperatura descendía con cada escalón, hasta que sus pies tocaron el suelo de un amplio sótano. Allí, entre sombras, encontraron la colección perdida del coleccionista: estanterías repletas de extraños artefactos, libros antiguos de magia y ocultismo, y en el centro, un gran cofre de madera cerrado con un candado antiguo.

Intrigados por el contenido del cofre, buscaron en los bolsillos del abrigo de Sánchez, donde guardaba una pequeña selección de ganzúas que había aprendido a usar en sus muchas aventuras. Tras varios minutos de tensión y concentración, el candado cedió con un clic satisfactorio, revelando el secreto mejor guardado de la mansión.

Dentro del cofre, envuelto en terciopelos desgastados por el tiempo, yacía un antiguo manuscrito, cuyas páginas amarillentas contaban la historia del coleccionista y sus viajes por el mundo en busca de objetos místicos. Pero había algo más, una advertencia sobre un poderoso artefacto que había traído a la mansión, capaz de abrir portales a otros mundos, pero a un coste demasiado alto.

Fascinados y aterrados por el descubrimiento, los amigos decidieron que era momento de dejar la mansión y sus secretos atrás. Sin embargo, al intentar regresar sobre sus pasos, se dieron cuenta de que la mansión no los dejaría ir tan fácilmente. Pasillos que antes eran rectos ahora torcían y giraban de maneras imposibles, estancias que habían explorado estaban ahora selladas, y sombras se movían justo en el rincón de sus ojos.

Comprendieron entonces que el artefacto mencionado en el manuscrito había sido activado accidentalmente al abrir el cofre, atrapándolos en una dimensión paralela donde la mansión era un ser vivo y consciente, que jugaba con ellos como un gato con sus presas.

La única salida, según el manuscrito, era encontrar el artefacto y desactivarlo antes de que el portal se cerrara por completo, dejándolos atrapados para siempre en ese mundo de sombras. Divididos pero determinados, Renis, Duarte y Sánchez se lanzaron a la tarea, enfrentando los desafíos que la mansión les presentaba, desde acertijos que desafiaban la lógica hasta espectros del pasado que guardaban los secretos del coleccionista.

Cada uno, con sus propias habilidades y miedos, superó las pruebas, demostrando que su amistad y coraje eran más fuertes que cualquier maldición. Finalmente, encontraron el artefacto, una pequeña esfera de cristal que vibraba con una luz interna, en lo alto de la torre más antigua de la mansión.

Uniendo sus fuerzas, lograron desactivar el artefacto justo a tiempo, sintiendo cómo la realidad se desdoblaba y volvía a su forma original. La mansión, liberada de la maldición, les permitió encontrar la salida, mostrándoles el camino de regreso al mundo que conocían.

Al salir, el sol comenzaba a asomar en el horizonte, bañando todo con una luz dorada que prometía un nuevo día. Exhaustos pero victoriosos, Renis, Duarte y Sánchez prometieron guardar el secreto de «La Morada de los Silencios» y sus aventuras nocturnas, sabiendo que, mientras estuvieran juntos, no había misterio que no pudieran resolver.

Y así, la leyenda de la mansión y los tres amigos valientes se convirtió en un susurro entre las hojas del bosque, un relato de coraje, amistad y aventuras que trascendería el tiempo, recordándoles a todos que el verdadero tesoro es la unión y la valentía frente a lo desconocido.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario