Efraín, Elena y Jhack eran amigos desde que tenían memoria. Crecieron en un pequeño pueblo rodeado de bosques y colinas, donde las leyendas y los cuentos de terror eran parte de la vida cotidiana. Sus aventuras los habían llevado a explorar muchos rincones del pueblo, pero había un lugar que nunca se habían atrevido a visitar: el Bosque Embrujado.
Se decía que el Bosque Embrujado estaba habitado por espíritus y criaturas oscuras. Los adultos del pueblo advertían a los niños que no se acercaran, contando historias de personas que entraron y nunca regresaron. Pero Efraín, Elena y Jhack eran curiosos y valientes, y sus deseos de aventura siempre superaban sus miedos.
Una noche de verano, después de escuchar una historia particularmente espeluznante contada por el abuelo de Efraín, los tres amigos decidieron que era hora de descubrir la verdad por sí mismos. Se encontraron en la plaza del pueblo a medianoche, cada uno armado con una linterna y una mochila llena de provisiones.
«¿Están listos?» preguntó Efraín, ajustándose las gafas.
«Listos,» respondió Elena, su largo cabello rizado ondeando en la brisa nocturna.
«¡A la aventura!» exclamó Jhack, sonriendo de oreja a oreja.
El bosque estaba a solo unos minutos del pueblo, pero la caminata en la oscuridad lo hacía parecer mucho más lejano. A medida que se adentraban en el bosque, los árboles se cerraban a su alrededor, y la luz de la luna apenas se filtraba a través del denso follaje. El aire estaba lleno de los sonidos de la noche: el crujido de las hojas, el aullido distante de un lobo y el susurro del viento entre los árboles.
«Este lugar es realmente espeluznante,» murmuró Elena, mirando a su alrededor nerviosamente.
«Sí, pero eso es lo que lo hace emocionante,» respondió Jhack, aunque incluso él parecía un poco inquieto.
Caminaron en silencio durante lo que pareció una eternidad hasta que finalmente llegaron a un claro en el bosque. En el centro del claro había una antigua cabaña de madera, medio derruida y cubierta de enredaderas. La cabaña parecía sacada directamente de una pesadilla.
«Ese debe ser el lugar del que hablan las leyendas,» dijo Efraín en un susurro.
Sin dudarlo, los tres amigos se acercaron a la cabaña. La puerta estaba entreabierta, y un débil resplandor amarillo salía del interior. Se miraron unos a otros, asintieron en señal de acuerdo y empujaron la puerta para entrar.
El interior de la cabaña era aún más espeluznante que el exterior. Las paredes estaban cubiertas de moho, y el aire olía a humedad y abandono. Había muebles rotos esparcidos por todas partes y un viejo reloj de pie en una esquina, que marcaba la medianoche con un fuerte y repetitivo tictac.
«¿Quién encendió esa luz?» preguntó Elena, señalando una vela encendida en la mesa del centro.
«No lo sé, pero no estamos solos,» respondió Jhack, señalando unas huellas de barro frescas en el suelo.
De repente, escucharon un susurro proveniente de una habitación al fondo de la cabaña. Los tres amigos se quedaron congelados en el lugar, tratando de identificar el sonido. Lentamente, se acercaron a la puerta de la habitación de donde provenía el susurro.
Elena, con el corazón latiendo a mil por hora, abrió la puerta. Dentro, encontraron a una figura encapuchada inclinada sobre un libro antiguo. La figura levantó la cabeza y reveló un rostro pálido y cadavérico.
«¡Bienvenidos!» dijo la figura con una voz fría y cavernosa. «Los estaba esperando.»
Los tres amigos retrocedieron, pero la puerta detrás de ellos se cerró de golpe. La figura se levantó y comenzó a caminar hacia ellos, sus ojos brillando con una luz sobrenatural.
«¿Quién eres?» preguntó Efraín, tratando de sonar valiente.
«Soy el guardián de este bosque,» respondió la figura. «Y ustedes han invadido mi dominio.»
Los amigos estaban paralizados por el miedo, pero sabían que debían hacer algo para escapar. Jhack, con su ingenio rápido, notó que la figura parecía proteger el libro en la mesa.
«¡El libro! ¡Es la clave!» gritó Jhack, y corrió hacia la mesa, tratando de agarrar el libro.
La figura se movió con una velocidad increíble y bloqueó a Jhack, pero en el proceso, la capucha cayó, revelando un rostro completamente deformado y lleno de cicatrices.
«¡No toques eso!» gritó la figura, pero era demasiado tarde. Elena y Efraín aprovecharon la distracción para empujar a la figura y arrebatar el libro de la mesa. En el momento en que tocaron el libro, una luz brillante llenó la habitación y la figura emitió un grito de dolor, desvaneciéndose en el aire.
El libro comenzó a brillar intensamente y luego, con un destello final, se apagó. Los amigos se encontraron nuevamente en el claro del bosque, con la cabaña desaparecida y el libro en sus manos.
«¿Qué acaba de pasar?» preguntó Efraín, todavía con el corazón acelerado.
«Creo que hemos roto una especie de hechizo,» dijo Elena, examinando el libro. «Este lugar no está realmente embrujado. Era un truco del guardián.»
«Entonces, ¿qué hacemos ahora?» preguntó Jhack.
«Llevemos el libro de vuelta al pueblo. Tal vez alguien sepa más sobre él,» sugirió Efraín.
Con el libro en sus manos y una nueva aventura por delante, los tres amigos regresaron al pueblo. No sabían exactamente qué habían encontrado, pero estaban seguros de que era solo el comienzo de algo mucho más grande.
El camino de regreso fue más corto, o al menos eso les pareció, y pronto llegaron a la plaza del pueblo. El primer lugar al que se dirigieron fue la casa del abuelo de Efraín, el contador de historias que los había inspirado a aventurarse en primer lugar.
El abuelo estaba despierto, sentado en su mecedora en el porche, como si los hubiera estado esperando. Cuando vio el libro en las manos de los niños, sus ojos se abrieron con sorpresa y preocupación.
«¿Dónde encontraron eso?» preguntó con urgencia.
«En el Bosque Embrujado,» respondió Efraín. «Nos topamos con una figura extraña y una cabaña que desapareció cuando tomamos el libro.»
El abuelo asintió lentamente, como si estuviera procesando la información. «Este libro es muy antiguo y muy peligroso. Pertenece a una familia de hechiceros que vivió aquí hace muchos años. Se decía que podían controlar los espíritus del bosque. Nadie ha visto este libro desde que desaparecieron.»
Elena abrió el libro con cuidado. Estaba lleno de símbolos y palabras en un idioma desconocido para ellos. «¿Podrías leerlo?» preguntó, esperanzada.
«Tal vez,» respondió el abuelo, ajustándose sus viejas gafas. «Pero necesitamos ser muy cuidadosos. Este conocimiento es poderoso y no debe ser usado a la ligera.»
Durante las siguientes semanas, el abuelo y los tres amigos estudiaron el libro juntos. Aprendieron sobre los hechizos y las historias de los antiguos hechiceros. Descubrieron que el guardián era en realidad uno de los hechiceros que se había corrompido por el poder y había sido atrapado en el bosque por sus propios compañeros.
A medida que entendían más, también se dieron cuenta de la responsabilidad que conllevaba poseer el libro. Decidieron que debían protegerlo y usar su conocimiento para asegurarse de que el bosque permaneciera seguro para todos.
Un día, mientras estaban reunidos en la casa del abuelo, sintieron una presencia extraña en la habitación. La figura del guardián apareció nuevamente, pero esta vez no parecía hostil. «Gracias,» dijo con una voz mucho más suave. «Me han liberado de mi prisión. Ahora, el bosque está en paz.»
Los amigos se miraron unos a otros, sorprendidos pero aliviados. Sabían que habían hecho lo correcto.
A partir de ese día, Efraín, Elena y Jhack se convirtieron en los guardianes del Bosque Embrujado. Usaron su conocimiento para proteger el bosque y enseñar a otros sobre la importancia de respetar la naturaleza y las antiguas leyendas.
La vida en el pueblo volvió a la normalidad, pero los tres amigos sabían que siempre habría nuevas aventuras y misterios esperándolos. Y cada noche, cuando miraban el bosque desde la seguridad de sus hogares, recordaban la noche en que se enfrentaron a sus miedos y descubrieron que incluso los lugares más oscuros podían esconder secretos de valor incalculable.
Así, con el corazón lleno de valentía y la mente llena de conocimiento, Efraín, Elena y Jhack continuaron su viaje, sabiendo que siempre tendrían el uno al otro y la sabiduría del abuelo para guiarlos.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.