Cuentos de Terror

La Oscura Transformación de Mateo

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de colinas y bosques oscuros, vivían cinco amigos inseparables: Sofía, Karina, Isabella, Mateo y Thiago. Desde que eran niños, siempre habían estado juntos, compartiendo aventuras, risas y secretos. Sin embargo, con el paso del tiempo, algo extraño comenzó a suceder con Mateo.

Mateo y Thiago eran los mejores amigos. Desde pequeños habían compartido todo: sus juegos, sus miedos y sus sueños. Pero cuando Mateo cumplió 12 años, su comportamiento comenzó a cambiar. Al principio, eran cosas pequeñas, casi imperceptibles. Mateo se volvía más reservado, a veces se alejaba del grupo sin decir una palabra, y otras veces se quedaba mirando al vacío, como si algo le perturbara profundamente.

Thiago, siempre observador y preocupado por su amigo, no pudo evitar notar estos cambios. Decidió que debía averiguar qué le estaba pasando a Mateo. Le preguntó varias veces, pero Mateo simplemente se encogía de hombros y le decía que todo estaba bien. Sin embargo, Thiago sabía que algo no andaba bien, y su inquietud crecía con cada día que pasaba.

Una noche, mientras Thiago se encontraba en su habitación, decidió investigar más sobre la familia de Mateo. Sabía que su amigo vivía con su abuela, pero nunca había hablado mucho sobre su familia. Thiago comenzó preguntando a sus padres, quienes le dijeron que la familia de Mateo tenía una historia antigua en el pueblo, una historia que nadie quería recordar.

Intrigado, Thiago comenzó a buscar en la biblioteca del pueblo. Allí, encontró viejos registros y diarios que hablaban de la familia de Mateo. Descubrió que hacía muchos años, una tragedia había caído sobre la familia. Se decía que un oscuro secreto se había transmitido de generación en generación, y que los miembros de la familia de Mateo estaban malditos. Algunos afirmaban que en las noches más oscuras, podían escuchar susurros provenientes de la casa de los antepasados de Mateo, susurros que hablaban de sombras y de cosas que habitaban en la oscuridad.

Thiago intentó ignorar lo que había leído, diciéndose a sí mismo que eran solo historias antiguas, pero no pudo sacarse de la cabeza la idea de que algo oscuro estaba afectando a su amigo. Decidió hablar con Sofía, Karina e Isabella sobre lo que había descubierto. Las tres se mostraron escépticas al principio, pero también habían notado los cambios en Mateo y empezaron a preocuparse.

Juntos, los cuatro decidieron que debían ayudar a su amigo. Una noche, siguiendo a Mateo en secreto, lo vieron dirigirse hacia el bosque que rodeaba el pueblo. Era una noche sin luna, y las sombras se alargaban bajo los árboles. Mateo caminaba lentamente, como si estuviera en trance, y los demás lo seguían, manteniéndose a una distancia segura.

El grupo se adentró en el bosque, cada vez más profundo, hasta que llegaron a un claro que ninguno de ellos había visto antes. En el centro del claro, había un antiguo altar de piedra cubierto de musgo y enredaderas. Mateo se acercó al altar y, de repente, empezó a murmurar palabras en un idioma que ninguno de ellos entendía.

Thiago sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si algo maligno estuviera despertando. De repente, las sombras a su alrededor comenzaron a moverse, y de entre los árboles surgieron figuras oscuras y retorcidas. Eran como sombras vivientes, con formas humanas pero sin rostro, que avanzaban lentamente hacia Mateo.

Sofía, Karina, Isabella y Thiago se miraron, paralizados por el miedo. No sabían qué hacer, pero sabían que no podían dejar a Mateo allí. Thiago dio un paso al frente y gritó el nombre de su amigo, intentando romper el trance en el que estaba sumido. Pero Mateo no reaccionó. Las sombras estaban cada vez más cerca, rodeándolo, y la luz de la luna parecía desvanecerse a medida que las sombras se cerraban sobre él.

Fue en ese momento cuando Sofía, recordando una vieja historia que su abuela le había contado sobre cómo protegerse de las sombras, sacó de su bolsillo un pequeño espejo que siempre llevaba consigo. Lo levantó hacia las sombras, y una luz brillante salió reflejada del espejo, iluminando el claro y ahuyentando a las figuras oscuras.

Mateo cayó al suelo, como si hubiera despertado de un mal sueño. Las sombras se desvanecieron, y el bosque quedó en silencio. Los amigos corrieron hacia él, preocupados por su estado. Mateo estaba débil, pero parecía estar consciente de lo que había pasado. Miró a sus amigos con ojos llenos de tristeza y culpa.

“Lo siento… no quería que esto pasara”, murmuró con voz temblorosa. Les explicó que desde hacía un tiempo había sentido una presencia extraña, algo que lo llamaba desde el bosque. Al principio intentó resistirse, pero cada noche la llamada se hacía más fuerte hasta que no pudo evitarlo.

Thiago, aún preocupado, le preguntó si sabía algo sobre la maldición de su familia. Mateo asintió con la cabeza. Su abuela le había hablado de la oscuridad que perseguía a su familia, una oscuridad que había cobrado la vida de muchos de sus antepasados. Mateo había intentado ignorarlo, pero sabía que no podía escapar de su destino.

Sin embargo, aquella noche, gracias al valor y la amistad de sus amigos, Mateo había logrado liberarse de la oscuridad. Las sombras habían sido expulsadas, y el claro del bosque volvía a estar en paz. Los cinco amigos se abrazaron, aliviados de que la pesadilla hubiera terminado.

Desde entonces, Mateo comenzó a recuperar su antigua alegría. Aunque el oscuro secreto de su familia seguiría siendo parte de su historia, sabía que no tendría que enfrentarlo solo. Tenía a sus amigos a su lado, y juntos, nada podía vencerlos.

A partir de ese día, las aventuras de los cinco amigos continuaron, pero siempre recordaban la noche en que enfrentaron las sombras del bosque. Sabían que había cosas en el mundo que no podían entender completamente, pero también sabían que mientras permanecieran unidos, podían superar cualquier oscuridad.

Y así, las sombras del pasado fueron vencidas por la luz de la amistad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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