En el pequeño pueblo de Aldea de las Nieblas, donde la nieve cubría las calles y las casas parecían surgir de la misma niebla que envolvía el valle, existía una tradición muy especial. Cada año, en la víspera de Navidad, los niños se reunían en la plaza del pueblo para escuchar historias de terror contadas por el anciano Claus. Este hombre sabio y bondadoso era conocido por conocer las leyendas más aterradoras de la región, y los niños sentían una mezcla de miedo y emoción al escuchar sus historias.
Entre los niños que se reunían en la plaza había una hermana llamada Sofía, que tenía 8 años, y su hermano menor, Ñiños, que apenas tenía 4 años. Aunque Ñiños era muy pequeño, su hermana siempre lo llevaba con ella para escuchar las historias de terror de Claus. Este año, sin embargo, había un invitado especial que se uniría a la reunión. Se trataba de Krampus, el flagelo de los malvados.
Krampus era un ser mitológico con cuernos y una larga lengua que se alimentaba de la maldad de los niños. Según la leyenda, Krampus era el compañero de viaje de San Nicolás, pero mientras San Nicolás premiaba a los niños buenos, Krampus castigaba a los niños malvados. Sofía había oído hablar de Krampus, pero nunca lo había visto en persona. Ñiños, por otro lado, no sabía nada de este ser legendario.
Cuando la noche cayó sobre Aldea de las Nieblas, los niños se reunieron en la plaza del pueblo. Claus, con su barba blanca y su traje rojo, se subió a una plataforma en el centro de la plaza y comenzó a hablar en voz baja y misteriosa.
«Hoy, niños, voy a contaros una historia muy especial. Una historia que os hará temblar de miedo. Pero antes de empezar, debo presentaros a nuestro invitado especial. ¡Krampus, ven a saludar a los niños!»
Krampus salió de las sombras, su presencia hizo que los niños se sintieran incómodos. Tenía cuernos largos y afilados en la cabeza, y su lengua era larga y bífida. Sofía y Ñiños se agarraron de la mano, sintiendo un escalofrío recorrer sus espaldas.
«Krampus es un ser muy especial», continuó Claus. «Es el flagelo de los malvados. Y esta noche, os voy a contar la historia de cómo Krampus vino a Aldea de las Nieblas para castigar a los niños malvados».
Claus hizo una pausa y miró a los niños con una sonrisa misteriosa.
«Hace muchos años, en este mismo pueblo, había un niño llamado Timmy. Timmy era un niño muy malvado. Le gustaba hacer travesuras y molestar a los demás niños. Pero un día, Krampus vino a visitarlo. Krampus lo llevó a un lugar oscuro y frío, donde los niños malvados iban a recibir su castigo».
Sofía y Ñiños se agarraron con fuerza, sintiendo que la historia estaba tomando un giro muy aterrador.
«¿Qué pasó con Timmy?», preguntó uno de los niños.
«Krampus lo llevó a un lugar donde los niños malvados tenían que hacer tareas para expiar sus pecados», respondió Claus. «Timmy tuvo que hacer tareas muy difíciles, como limpiar los establos de los caballos y recoger restos de comida en la cocina. Pero eso no fue todo. Krampus también lo obligó a reflexionar sobre sus acciones y a pedir perdón a los niños que había maltratado».
Ñiños estaba a punto de llorar, pero Sofía lo tranquilizó con un abrazo.
«¿Y qué pasó con Timmy después?», preguntó otra niña.
«Después de un tiempo, Timmy se arrepintió de sus acciones y cambió su comportamiento. Krampus lo liberó y lo devolvió a su hogar. Desde ese día, Timmy fue un niño bueno y noble. Y Krampus se convirtió en su amigo y protector».
Los niños aplaudieron, aliviados de que la historia hubiera tenido un final feliz.
Pero Claus no había terminado aún. «Ahora, niños, os voy a presentar a nuestro cuarto personaje. ¡Hola, Gabo! ¡Ven a saludar a los niños!»
Un chico de unos 10 años salió de la multitud y se unió a Claus y Krampus. Gabo era un niño muy callado y tímido, pero tenía una sonrisa muy amable.
«Gabo es un niño muy especial», dijo Claus. «Es un niño que siempre ayuda a los demás y hace obras buenas. Y Krampus lo ha recompensado por su bondad».
Krampus sonrió y le dio un abrazo a Gabo. «Gabo es un niño que merece ser recompensado. Y esta noche, voy a darle un regalo especial».
Krampus le entregó a Gabo un pequeño paquete envuelto en papel de seda. Gabo lo abrió y encontró dentro un pequeño juguete de madera.
«¡Gracias, Krampus!», exclamó Gabo. «Es exactamente lo que deseaba».
Los niños aplaudieron de nuevo, esta vez por el gesto de amabilidad de Krampus hacia Gabo.
Cuando la noche terminó, los niños se despidieron de Claus, Krampus y Gabo. Sofía y Ñiños se fueron a la cama con sonrisas en sus caras, sabiendo que la historia de Krampus les había enseñado una valiosa lección sobre la importancia de ser buenos y nobles.
Y Krampus, el flagelo de los malvados, se quedó en la plaza del pueblo, sonriendo y sabiendo que había cumplido con su misión de enseñar a los niños la importancia de la bondad y la nobleza.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.