En un oscuro y viejo sótano, donde las telarañas colgaban del techo y las sombras bailaban al ritmo de una luz parpadeante, vivía una rata muy peculiar. Su nombre era Rata del Maincraft. A diferencia de las demás ratas, a Rata del Maincraft no le interesaba roer quesos o esconderse en agujeros. Su verdadera pasión era jugar al videojuego Minecraft en un viejo y polvoriento ordenador.
Cada noche, cuando el reloj marcaba la medianoche y el resto del mundo dormía, Rata del Maincraft encendía su ordenador. Las sombras se alargaban en la habitación y la pantalla iluminaba su cara con un resplandor fantasmal. Las teclas del teclado resonaban en el silencio mientras Rata del Maincraft exploraba mundos virtuales, construía fortalezas y se enfrentaba a peligrosos enemigos pixelados.
Una noche, mientras jugaba como de costumbre, algo extraño comenzó a suceder. La pantalla del ordenador parpadeó y los colores se distorsionaron. Rata del Maincraft intentó ignorarlo, pensando que era solo un fallo técnico, pero entonces el juego empezó a comportarse de manera muy extraña. Los bloques en el juego se movían solos, y figuras oscuras aparecían y desaparecían rápidamente.
De repente, un mensaje apareció en la pantalla: «Bienvenido a tu peor pesadilla, Rata del Maincraft». La rata sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Aunque era un experto en Minecraft, nunca había visto algo así. Intentó cerrar el juego, pero el ordenador no respondía.
En ese momento, una sombra se alzó detrás de él. Rata del Maincraft se giró lentamente y vio unos ojos brillantes que lo observaban desde la oscuridad. Era una figura alta y oscura, que parecía estar hecha de la misma esencia que las sombras que lo rodeaban.
—¿Quién eres? —preguntó Rata del Maincraft con voz temblorosa.
La figura no respondió, pero se acercó lentamente, haciendo que las luces parpadearan aún más. Rata del Maincraft, asustado pero decidido a no dejarse intimidar, se levantó y miró fijamente a la figura.
—Esto es solo un juego. No puedes hacerme daño —dijo, intentando sonar valiente.
La figura rió, una risa que resonó en todo el sótano, haciendo que las paredes vibraran. —Esto ya no es un juego, Rata del Maincraft. Ahora estás en mi mundo, y aquí, yo tengo el control.
De repente, la rata sintió que el suelo bajo sus pies comenzaba a desaparecer. Miró hacia abajo y vio que el suelo se había transformado en bloques de Minecraft, que se desintegraban lentamente. Sin saber qué hacer, saltó y se aferró al borde del escritorio, mientras todo a su alrededor se transformaba en un mundo pixelado.
—¡No puede ser! —gritó Rata del Maincraft—. ¡He sido transportado dentro del juego!
La figura oscura desapareció, dejando a Rata del Maincraft solo en este extraño y terrorífico mundo. Sabía que debía encontrar una manera de salir de allí antes de que fuera demasiado tarde. Empezó a caminar por el paisaje pixelado, buscando alguna pista o señal que lo ayudara a regresar a su realidad.
Mientras exploraba, se encontró con criaturas familiares del juego, pero todas parecían más siniestras de lo habitual. Los creepers y zombies lo observaban desde las sombras, y los sonidos del entorno eran más intensos y espeluznantes.
Caminando sin rumbo fijo, Rata del Maincraft llegó a un oscuro bosque de árboles altos y retorcidos. En el centro del bosque, vio una luz tenue que parecía provenir de una pequeña cabaña. Decidió acercarse con cautela, esperando encontrar alguna respuesta.
Al entrar en la cabaña, se encontró con un anciano pixelado sentado junto a una mesa. El anciano levantó la vista y sonrió débilmente.
—Te estaba esperando, Rata del Maincraft —dijo el anciano con voz ronca—. Sabía que tarde o temprano llegarías aquí.
—¿Quién eres? —preguntó la rata, desconcertada.
—Soy el Guardián del Código —respondió el anciano—. Soy el protector de este mundo y sé cómo puedes regresar al tuyo.
Rata del Maincraft se sintió aliviado, pero también intrigado. —¿Cómo puedo salir de aquí?
—Debes encontrar los tres fragmentos del Código Perdido —dijo el Guardián—. Están esparcidos por este mundo y están custodiados por las criaturas más temibles. Solo cuando los reúnas todos, podrás abrir el portal de regreso.
Con una nueva misión en mente, Rata del Maincraft agradeció al Guardián y se preparó para su búsqueda. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a enfrentar cualquier desafío para regresar a su mundo.
El primer fragmento del Código Perdido se encontraba en una antigua mina abandonada, custodiada por una legión de esqueletos. Rata del Maincraft, armado con una espada pixelada que había encontrado en la cabaña del Guardián, se adentró en la oscuridad de la mina. Los esqueletos lo atacaron desde todos lados, pero con agilidad y destreza, logró derrotarlos uno a uno.
Al llegar al fondo de la mina, encontró un cofre antiguo. Al abrirlo, vio el primer fragmento del Código Perdido, brillando con una luz azul intensa. Lo tomó y se preparó para la siguiente parte de su aventura.
El segundo fragmento estaba oculto en una torre encantada, donde una bruja malvada lanzaba hechizos para proteger su tesoro. Rata del Maincraft tuvo que usar toda su astucia para evitar las trampas mágicas y llegar a la cima de la torre. Allí, enfrentó a la bruja en una batalla épica, utilizando pociones y hechizos que había recolectado durante su viaje. Finalmente, la bruja cayó y el segundo fragmento fue suyo.
El último fragmento estaba en el corazón de un volcán activo, custodiado por un dragón de lava. Rata del Maincraft sabía que esta sería la prueba más difícil. Se abrió paso a través de ríos de lava y enfrentó a criaturas infernales hasta llegar a la guarida del dragón. Con valentía y determinación, luchó contra el dragón, esquivando sus ataques de fuego y golpeando con precisión.
Después de una ardua batalla, el dragón cayó derrotado y Rata del Maincraft tomó el último fragmento del Código Perdido. Con los tres fragmentos en su poder, regresó a la cabaña del Guardián.
—Lo lograste —dijo el Guardián, con una sonrisa—. Ahora puedes regresar a tu mundo.
Rata del Maincraft unió los tres fragmentos y, ante sus ojos, se abrió un portal brillante. Agradeció al Guardián y dio un paso hacia el portal, sintiendo cómo su cuerpo se desvanecía en una luz cegadora.
Cuando abrió los ojos, estaba de vuelta en su sótano. El ordenador estaba apagado y todo parecía normal. Respiró hondo, aliviado de haber regresado. Aunque la experiencia había sido aterradora, también le había enseñado una valiosa lección sobre valentía y perseverancia.
Rata del Maincraft decidió que, aunque seguiría jugando a Minecraft, sería más cuidadoso y siempre recordaría la extraña aventura que había vivido. Apagó la luz parpadeante del sótano y subió las escaleras, dejando atrás la oscuridad y las sombras.
Desde ese día, Rata del Maincraft se convirtió en una leyenda en el mundo de los videojuegos. Su historia de valor y coraje inspiró a muchos, recordándoles que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una manera de encontrar la luz.
Fin.
Cuentos cortos que te pueden gustar
La Sombra que se Escondía en la Luz de la Ciudad
La Aventura de Goyo y Ducky en la Tormenta
La Casa de los Secretos Olvidados
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.