Había una vez un niño llamado Algo y su fiel gato llamado Pasa. Algo era un niño curioso, siempre con una sonrisa en su rostro y una chispa de alegría en sus ojos azules. Su pelo castaño brillaba bajo el sol mientras corría y jugaba en el parque. Pasa, su gato, era un felino naranja, esponjoso y juguetón, con ojos verdes que parecían brillar con sabiduría y picardía. Juntos, eran el dúo perfecto de aventuras y risas.
Un día, mientras Algo y Pasa jugaban en el jardín de su casa, escucharon a la mamá de Algo llamarlos desde la cocina: «¡Algo, Pasa! ¡Vengan aquí!». Algo se detuvo en seco y miró a su gato, quien estaba persiguiendo una mariposa. De repente, una idea se formó en su mente: «Algo me pasa».
Algo se quedó pensando en lo que acababa de decir. «Algo me pasa», repitió en voz baja. Era una frase simple, pero de repente se volvió muy profunda para él. ¿Qué era eso que le pasaba? ¿Por qué su nombre y el de su gato formaban esa frase?
Algo se sentó en la hierba y comenzó a pensar en todas las cosas que le pasaban en su vida. Primero pensó en las cosas simples, como cuando sentía hambre o sueño. «Cuando tengo hambre, me pasa que quiero comer», se dijo a sí mismo. Luego pensó en momentos en los que se sentía triste. «Cuando estoy triste, me pasa que quiero llorar». Así continuó, nombrando diferentes sentimientos y situaciones: alegría, enojo, sorpresa, miedo.
Mientras reflexionaba, Pasa se acercó y se acurrucó en su regazo, ronroneando suavemente. Algo acarició a su gato y sintió una calidez en su corazón. «Cuando me siento solo, me pasa que quiero estar con Pasa», pensó. «Y cuando estoy con Pasa, me pasa que me siento feliz».
Algo empezó a recordar diferentes momentos de su vida. Recordó la primera vez que fue a la escuela y cómo se había sentido nervioso. Recordó cuando aprendió a andar en bicicleta y la emoción que sintió al lograrlo. Recordó la vez que se perdió en el supermercado y el alivio que sintió cuando encontró a su mamá. Cada recuerdo traía consigo un sentimiento, una lección, un algo que le pasaba.
Mientras pensaba, Algo se dio cuenta de que la vida estaba llena de esos «algos» que pasan. Cada día, cada momento, algo le pasaba. A veces eran cosas buenas, como la alegría de jugar con sus amigos o la satisfacción de aprender algo nuevo. Otras veces eran cosas difíciles, como la tristeza de perder un juguete o el miedo a la oscuridad. Pero en cada situación, había algo que aprender, algo que sentir.
Algo miró a Pasa y sonrió. «Siempre que me pasa algo, tú estás conmigo», le dijo a su gato. «Y eso me hace sentir mejor». Pasa, como si entendiera, lamió la mano de Algo y continuó ronroneando.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, Algo y Pasa se levantaron y caminaron de regreso a la casa. La mamá de Algo los esperaba con una merienda en la mesa. «¿Qué les pasa?», preguntó con una sonrisa. Algo, con una nueva comprensión, respondió: «Nos pasa que tenemos hambre».
Esa noche, mientras Algo se preparaba para dormir, siguió pensando en todas las cosas que le pasaban. Pensó en cómo cada experiencia, cada emoción, cada «algo» que le pasaba, lo hacía crecer y aprender. Se dio cuenta de que, aunque a veces las cosas que le pasaban eran difíciles, siempre había una manera de superarlas y aprender de ellas.
Antes de cerrar los ojos, Algo susurró: «Gracias, Pasa, por estar siempre conmigo». Y con esa nota de gratitud, se quedó dormido, listo para enfrentar otro día lleno de «algos» que le pasarían.
Con el tiempo, Algo aprendió a aceptar y valorar cada experiencia. Entendió que la vida era un viaje lleno de sorpresas y desafíos, y que cada «algo» que le pasaba tenía un propósito. Ya no temía a lo desconocido, porque sabía que, sin importar lo que pasara, siempre encontraría una manera de afrontarlo y aprender de ello.
Y así, Algo y Pasa vivieron muchas más aventuras juntos, siempre listos para enfrentar lo que la vida les traía. Porque al final del día, lo que realmente importaba era que, sin importar qué, siempre había algo que pasaba, y siempre había algo que aprender de ello.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El gran sueño de Lucas con el Real Madrid
El Secreto del Corral
La Cama de Benjamín
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.