Cuentos de Valores

Bajo el Dosel de la sabiduría donde late el corazón del bosque

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un bosque muy, muy especial, donde los árboles cantaban con el viento y las flores susurraban secretos, vivían cinco amigos muy queridos: Zoyla la tortuga, Pérez el conejo, Lula la mariposa, Toñito el pajarito y Pedrito el osito. Este no era un bosque cualquiera, sino un lugar mágico llamado el Bosque de los Valores, porque allí todos aprendían cosas muy importantes para ser buenos amigos y vivir felices.

Un día, Zoyla se despertó temprano y decidió visitar a sus amigos, porque quería contarles algo que había aprendido del viejo roble sabio del bosque. Zoyla caminaba despacito, mirando las hojas que caían y saludando a las pequeñas hormigas que trabajaban sin parar. Cuando llegó donde estaba Pérez, quien estaba saltando bajo un rayo de sol, le dijo:

—Pérez, hoy el roble sabio me enseñó que ser amable es muy importante. Cuando somos amables, hacemos que todos estén felices.

Pérez sonrió con sus grandes orejas y contestó:

—¡Qué buena idea, Zoyla! Yo puedo mostrar amabilidad compartiendo mi zanahoria contigo y con todos nuestros amigos.

Entonces, ambos fueron a buscar a Lula, que bailaba en las flores y revoloteaba de un lado a otro con sus alas brillantes. Lula escuchó a sus amigos y dijo:

—Ser amables es como regalar sonrisas que nunca se acaban. Yo puedo ser amable ayudando a cuidar las flores para que todos podamos jugar en un lugar bonito.

Los tres amigos siguieron su camino juntos y pronto encontraron a Toñito, que estaba aprendiendo a cantar su canción más alegre. Al escuchar lo que decían, se unió con entusiasmo y comentó:

—Yo puedo ser amable cantando para mis amigos y alentándolos cuando estén tristes.

Finalmente, llegaron donde Pedrito, el osito que estaba construyendo una casita con ramas y hojas. Pedrito les dijo con su voz dulce:

—¡Qué bonito! Yo puedo ser amable cuidando nuestra casita y ayudando a que todos nos sintamos bien aquí.

Los cinco amigos comprendieron que la amabilidad era un valor que hacía que su bosque fuera un lugar feliz y acogedor. Pero luego, el viejo roble sabio apareció frente a ellos con una sonrisa suave y les dijo:

—Mis pequeños amigos, además de la amabilidad, otros valores hacen que este bosque sea especial. ¿Quieren aprender sobre ellos?

Los cinco dijeron que sí muy contentos, porque querían ser los mejores amigos que pudieran ser. Entonces el roble les contó sobre la honestidad, un valor que les ayudaba a ser siempre sinceros y decir la verdad. Para explicarles, les contó una historia:

—Había una vez un pequeño pájaro que encontró una semilla brillante en el suelo. Podría haberla guardado para él solo, pero decidió contarles a sus amigos para que todos cuidaran la planta que crecería. Eso es ser honestos y compartir lo que es importante.

Los amigos pensaron en cómo podían ser honestos en su día a día. Zoyla dijo que siempre diría la verdad, aunque a veces fuera difícil. Pérez recordó que una vez había tomado una zanahoria sin preguntar, y prometió que la próxima vez pediría permiso. Lula decidió ayudar a sus amigos a siempre decir la verdad, porque así confiarían aún más unos en otros.

Siguieron escuchando al roble, quien agregó que otro valor muy importante era la paciencia. La paciencia era como esperar con calma, sin enojarse, para que las cosas buenas llegaran. Toñito contó que él estaba aprendiendo a esperar su turno para cantar sin interrumpir a sus amigos.

-Esperar y respetar a los demás es mostrar paciencia —dijo el roble— y eso también hace que el amor crezca en el bosque.

Pedrito pensó que a veces se ponía impaciente cuando quería que las cosas pasaran rápido, pero ahora sabía que era bueno esperar y tener calma.

El roble siguió hablando de la generosidad. La generosidad es dar sin esperar nada a cambio, como dar una sonrisa, una ayuda o compartir lo que tenemos. Lula recordó cuando regaló una flor a un pajarito que estaba triste y con eso, el pajarito se sintió muy feliz.

Los amigos sonrieron y entendieron que compartir les ayudaba a sentirse bien y hacer el bosque un lugar más feliz.

Después, el roble les contó sobre la empatía. La empatía es ponerse en el lugar del otro, entender cómo se siente. Pérez recordó cuando Lula se tropezó con una piedrita y él la ayudó a levantarse porque comprendía que dolía caer.

—Cuando sentimos lo que sienten nuestros amigos, podemos ayudarlos mejor —explicó Toñito.

Todos estuvieron de acuerdo y se prometieron escucharse siempre con el corazón.

Para terminar, el viejo roble les dijo que cada uno de ellos llevaba un corazón valiente, lleno de luz, porque habían aprendido muchos valores ese día. Los valores eran estrellas que brillaban dentro de ellos y ayudaban a que su bosque fuera un lugar mágico.

Los cinco amigos se abrazaron y se sintieron felices de tener unos a otros. Sabían que siendo amables, honestos, pacientes, generosos y empáticos podían ser los mejores amigos del bosque.

El sol bajaba poco a poco y los colores del bosque se volvían cálidos. Mientras caminaban de regreso a casa, Zoyla dijo:

—Gracias a todos por compartir este día conmigo. Aprendí que los valores son semillas que debemos cuidar todos los días para que nuestro bosque y nuestras amistades crezcan fuertes y bonitas.

Pérez añadió:

—Yo prometo ser amable y siempre decir la verdad, aunque a veces me dé un poco de miedo.

Lula agitó sus alas y con su voz suave dijo:

—Yo voy a regalar muchas sonrisas y ayudar a quien las necesite.

Toñito cantó una canción feliz que decía:

—Con paciencia y amor el bosque florecerá.

Pedrito abrazó a todos y concluyó:

—Si todos cuidamos nuestros corazones, nuestro bosque será el lugar más lindo del mundo.

Así, bajo el dosel de los árboles altos donde latía el corazón del bosque, los cinco amigos aprendieron que los valores no solo eran palabras bonitas, sino regalos que hacían del mundo un lugar mejor. Y en ese bosque, cada día era una nueva aventura para sembrar amor, respeto y amistad, para crecer juntos y ser felices para siempre.

Y colorín colorado, este cuento de valores ha terminado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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