En un pequeño pueblo cubierto de nieve y decorado con luces de colores, vivía una niña llamada Coral. Coral tenía seis años, rizos dorados que brillaban bajo el sol invernal y ojos azules como el cielo despejado de diciembre. A Coral le encantaba la Navidad más que ninguna otra festividad, porque sabía que Papá Noel pronto visitaría su casa.
Este año, Coral tenía una misión muy especial: quería aprender a cuidar su higiene personal para estar radiante y saludable para cuando llegara Papá Noel. Su mamá siempre le decía que una niña limpia y ordenada podía alcanzar sus sueños con mayor facilidad.
Un día, mientras Coral jugaba con sus muñecas cerca del árbol de Navidad, su mamá se acercó con una sonrisa y le dijo: «Coral, quiero enseñarte algo muy importante que te ayudará a cuidar de ti misma.»
Juntas, se dirigieron al baño, donde su mamá le mostró diferentes productos de higiene. «Aquí tenemos jabón, champú, y pasta de dientes. Cada uno tiene un propósito especial para mantenerte limpia y saludable,» explicó su mamá mientras colocaba cada artículo en su lugar.
Coral escuchaba atentamente y asentía con entusiasmo. Comenzaron por lavarse las manos. «Mira, Coral, así se frota el jabón,» dijo su mamá, haciendo burbujas. Coral imitó a su mamá y juntas se rieron de las burbujas que formaban.
Luego, su mamá le enseñó a cepillarse los dientes. «Es importante cepillarse al menos dos veces al día, después de desayunar y antes de ir a la cama,» le indicó mientras le mostraba cómo mover el cepillo de arriba abajo y de lado a lado sobre sus dientes.
Cada noche, antes de dormir, Coral repetía su nueva rutina. Lavaba su carita, se cepillaba los dientes y peinaba sus rizos dorados. Estaba determinada a ser la niña más limpia cuando Papá Noel bajara por la chimenea.
La noche antes de Navidad, Coral estaba especialmente emocionada. Puso sus zapatillas limpias junto al árbol y dejó un vaso de leche con galletas para Papá Noel. «Quiero que Papá Noel sepa que he aprendido a cuidarme,» dijo con orgullo antes de irse a dormir.
Esa noche, mientras Coral dormía, una luz suave llenó la habitación. Papá Noel entró sigilosamente, sonriendo al ver el esfuerzo de Coral. Junto al árbol, dejó no solo los juguetes que Coral había pedido, sino también un pequeño kit de higiene personal, con un cepillo de dientes que tenía luces y una toalla con su nombre bordado.
Al despertar, Coral encontró los regalos y saltó de alegría. «¡Mira, mamá! Papá Noel sabe que he sido buena en cuidar mi higiene,» exclamó emocionada.
Su mamá la abrazó y le dijo, «Estoy muy orgullosa de ti, Coral. Has aprendido algo muy importante este año. Cuidar de ti misma es un regalo que te durará toda la vida.»
Y así, Coral aprendió que más allá de los regalos y las festividades, cuidar de su salud y su higiene era fundamental. Cada día, con cada sonrisa limpia y cada mano lavada, Coral recordaba la magia de esa Navidad, llevando consigo el valor de la responsabilidad y el cuidado personal.
Desde entonces, Coral no solo esperaba la Navidad por los regalos, sino también por la oportunidad de demostrar cómo cada año crecía no solo en edad, sino en sabiduría y salud. Y en cada Navidad, un pequeño brillo en sus ojos recordaba la visita de Papá Noel, quien había reconocido el brillo de una niña que aprendió a brillar desde dentro hacia fuera.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.